Capítulo 3

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Laura

Jana y yo estábamos viendo una película de esas románticas que te hacen llorar. De repente sonó la alarma de mi amiga, que la avisaba de que tenía que darle el jarabe a Maia.

- Para la película, por favor, mientras le doy el biberón a mi sobrina y la vuelvo a dormir, ¿vale?

Yo asenti y me acordé de Jack. De su pelo rubio y rizado, de sus ojos azules, de su par de tatuajes en los brazos, pero sobre todo, de la admiración que sentía por su hija. La verdad es que era un joven muy atractivo.

Aunque estuviéramos en el mismo equipo, Jana y yo no teníamos la misma edad: ella estaba terminando el bachillerato y yo estaba en segundo año de carrera. Estudiaba educación social con una beca ya que no tenía dinero como para permitirme la universidad.

Jack es dos años mayor que yo, es decir, que tiene 22. Le había visto alguna vez en la universidad y en el campo de rugby y yo me fijé en él. Nunca le había dicho esto a Jana, pero de verdad me atraía su hermano. Sin embargo, estoy segura de que esa atracción no es correspondida.

-¡ Laura! - grita mi amiga desde la habitación de Jack. Me levanto y voy corriendo hacia allí. Es un espacio grande, con una cama matrimonial rodeada de almohadas, con un enorme ventanal, una mesa de estudio, un armario y una cuna, que es donde estaba Maia.

- ¿Qué necesitas?- le pregunto a mi amiga.

- Tu ayuda. No sé qué hacer para que duerma. Creo que el jarabe lo único que hace es despertarla.

- ¿Puedo cogerla? - pregunto. Cuando asiente, la cojo y me siento en la cama. Empiezo a cantar y veo como la pequeña sonríe. Toca mi nariz, mi boca, mis ojos y poco a poco se va quedando dormida. La meto en la cuna y le hago una seña a Jana para que nos vayamos del cuarto.

- ¿Qué decía la canción? - me pregunta mi amiga una vez sentadas.

- No te lo había contado nunca, pero mi madre es vasca. Yo nací en Bilbao. Mike Laboa, que es el cantante de esta canción, lo que básicamente dice es que tenemos que ser libres. Es una canción muy popular en Euskadi, casi como un himno.

- Me ha encantado - me contesta.- No sabía que cantaras tan bien, a pesar de que eres mi mejor amiga.

Ahí me quedé en shock: ¿ella me había dicho que yo era su mejor amiga? La verdad es que para mí lo era, pero no sabía que ella sentía lo mismo.

- ¿Me estás diciendo la verdad? ¿Soy tu mejor amiga?

- Sí. En el instituto no tengo amigas, tengo compañeras de clase. Todos me miran con pena y no puedo soportarlo. Así que un día decidí que no iba a seguir así y dejé de tener amigas en la escuela. Y tu te convertiste en mi mejor amiga. Sabes quién es el chico que me gusta, sabes lo que siento por...

Yo estaba llorando. La verdad es que hace mucho que alguien me daba su confianza.

- Para mí también eres mi mejor amiga - le digo y sonrío. Y después la abrazo.- Así que ese, ¿ehhh? No sabía yo que te gustarán los hombres más mayores que tú.

- Suponía que lo sabías. ¿Y tú? Quién te gusta a ti?

Yo me sonrojé, la verdad es que no sabía que decirle. Comentarle que me sentía atraída por su hermano...

- Vamos, dímelo. Yo te lo he dicho. Anda, por favor... - me suplicó.

- Está bien - acepté al final.- Me gusta...

Salvada por la campana. Maia comenzó a llorar y fuimos corriendo a la habitación.

- Este hermano mío - dice Jana. Luego se dirige a mí para explicarme - Siempre duerme con ella a su lado y creo que Maia no se ha acostumbrado a dormir sin él. Pero claro, quién le va a llevar la contraria a ese cabezota... Lo ha hecho muy bien hasta ahora, pero tengo la sensación de que será una niñita de papá...

Mi pequeña MaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora