Jack
Noté que alguien me agarraba del brazo. Abrí los ojos despacio, para ver la cara de enfado de una mujer mayor. Tenía el ceño fruncido, y aunque al principio no me di cuenta del porqué, luego recordé que estaba tumbado en la cama de Laura, donde se suponía que no podía estar.
- Señor...Se tiene que levantar. Esa cama es sólo para la paciente- gruñe la enfermera.
- Perdón, perdón- contesté. - Pero es que me lo pidió, y ¿cómo le voy a decir que no?
- Con la boca, usando palabras.
Me agarró del antebrazo y tiró para que bajara.
- Ahora se tiene que marchar. Tengo que darle los medicamentos a la señorita. Tardaré unos 15 minutos. Mientras tanto, tómese un café o algo...
- Está bien- le contesté.
Salí de la habitación y me dirigí a la cafetería. Pensé en la maravillosa noche que había tenido, en lo bien que había dormido, en Maia... ¡Maia! ¡Tenía que llamar a mi hermana!
Así que eso hice.
- Hola Jack. ¿Qué tal está Laura?
- Hola hermana. Muy bien, ahora le están dando los medicamentos. Espero que le den pronto el alta y eso. Por cierto, ¿qué tal está mi princesa?
- Muy bien. Se ha despertado muy pronto esta mañana, pero le he dado el biberón y se ha dormido. Ahora está despierta otra vez. ¿Quieres que te la pase?
- Si, por favor. - Esperé un momento y luego escuché unos balbuceos, que eran de mi preciosa Maia. - Hola, Maia. ¿Qué tal con tu tía? ¿Te ha tratado bien?
Se reía mientas le hablaba y eso me encantaba. Estuvimos así durante unos minutos más, hasta que al final Jana se puso otra vez al teléfono.
- Jack, ahora me voy a vestir y luego vamos a volver al hospital. ¿Quieres que te lleve alguna camisa o así?
- Por favor, que estoy con el chándal de ayer... Con una camiseta estaría bien, lo justo para quitarme este olor...
- Vale, luego nos vemos. Te quiero, y Maia también.
- Yo también os quiero.
Cuando colgué, miré el reloj. Me quedaban unos cinco minutos así que cogí un café y dos magdalenas de chocolate y volví a la habitación de Laura. Toqué la puerta y cuando Laura me contestó, entré.
-Ten, anda.-le estiré la magdalena de chocolate. - Suponía que tendrás hambre. Espero que te guste y eso...
- Gracias, de verdad. Pero no tendrías que haberlo traído... Me iban a traer el desayuno ahora.
- Si, si, un desayuno nada rico... De hospital. Mejor esta magdalena, ¿no?
- Me encantan las magdalenas,y me chifla el chocolate así que si, muchas gracias.-me dio una sonrisa sincera y luego empezó a comer.
Mientras que la veía comer, pensaba en lo especial que era esta hermosa muchacha. Se le podía sacar una sonrisa con cualquier pequeña cosa y no se quejaba de nada. Nunca había conocido a nadie igual. Creo que tendría que dar gracias al cielo por habermela puesto en mi camino. Tengo que cuidarla bien para que no se marche.
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Mi pequeña Maia
RomansaJack es un joven estudiante de medicina dispuesto a comerse el mundo. Vive con su hermana en un pequeño apartamento que les dejaron después de que sus padres murieran. A pesar de la herencia, Jack trabaja y saca adelante sus estudios, y cuida a su h...