Capítulo 6

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Jack

Los entrenamientos con el equipo de mi hermana ya habían empezado. La verdad, me lo pasaba en grande. Me gustaba entrenarlas; promovía el deporte femenino y además el deporte que a mí me apasionaba.

Maia crecía rápidamente. Ya no era la niña pequeña que me había encontrado en la puerta de mi casa. Había decidido llevarla a una guardería en verano, en un par de meses. Había hablado con Giorgio y si encontraba una guardería, podría trabajar a las mañanas, lo que supondría más dinero en la casa.

Ahora mismo estaba en casa con Maia, dispuesto a salir a dar un paseo con Laura, para dejar tranquila a mi hermana. Tenía que estudiar mucho, ya que tenía el examen para entrar a la universidad muy pronto y como quería estudiar una ingeniería, tenía que sacar muy buena nota.

Tocaron el timbre y me despedí de Jana.

- Janaaaaaaa, me voy con Laura. Ya traeré yo algo para cenar, ¡hasta luego!

- Vale, Jack, ¡comida china!

Yo me reí y cerré la puerta.

Cuando bajé vi a Laura con el móvil. Iba vestida con unos pantalones que le sentaban genial y con una sudadera roja.

Cuando abrí la puerta, metió el móvil en su bolsillo y me saludó.

- Hola Jack, ¿qué tal está Jana?

- Pues un poco estresada, la verdad, pero bien. Estas muy guapa, por cierto.

Ella se sonrojó y se acercó al carrito de Maia; le dio un beso en la frente. Nos dirigimos a una cafetería cercana al parque infantil con la intención de jugar con Maia después de tomar algo.

- ¿Qué quieres tomar? - le pregunté a Laura.

- Un batido de chocolate, por favor. Y ten, el dinero para pagar mi parte.

- No, no. - Le respondí. - No voy a dejar que en nuestra primera cita pagues tú. Ya sé que no es lo ideal, ya que tenemos aquí a mi hija... Pero prometo que a la próxima, estaremos nosotros solos.

Ella sonríe, enseñándome su preciosa dentadura y luego se sonroja.

Cuando vuelvo con lo que hemos pedido, hablamos de todo. Estuvimos genial hasta que me preguntó sobre el porqué de estudiar medicina.

Los recuerdos volvieron a mi cabeza y ella lo notó.

- Lo siento, no quería incomodarte. - Tenía cara de arrepentimiento y me miraba de forma triste.

- Tranquila, Laura. - le dije, cogiéndole la mano. - Te lo contaré, pero por favor, no sientas pena por mí, ya lo he superado. Quiero que sigas mirándome con esos ojazos y esa sonrisa siempre, ¿vale?

Ella asintió y yo empecé.

Mi pequeña MaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora