1. She took the midnight train going anywhere.

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[Ashley Brooke]

Me encontré de frente con mis ojos color café en el espejo. Mi cabeza no paraba de repetirme que estuviese tranquila, pero mi cara contaba una historia totalmente diferente. Respiré. Sentí como los pulmones se me llenaban de aire y se iban vaciando poco a poco. Inspira. Expira. Cerré los ojos y traté de concentrarme en mi respiración. Un primer día no es fácil y mucho menos si es en el prestigioso hospital Seattle Grace. Inspira. Expira. Volví a abrir los ojos y me sostuve la mirada. Yo puedo. Sé que puedo porque he sido una de las mejores cirujanas de Manhattan durante años. Dudé unos segundos. Es cierto que durante mi residencia fui una de las que más había destacado y que, desde que me especialicé en cirugía general, mi nombre había ido cogiendo cierto prestigio en la ciudad a lo largo del tiempo; pero esta vez era diferente, esta vez trabajaría con cirujanos con un sobrenombre. Al lado de ellos yo no era nadie. Inspira. Cállate, tú puedes. Me lavé la cara con agua fría, respiré hondo por última vez y salí camino al coche.

Durante el camino, las piernas me flaqueaban y, cuando llegué, podía notar como cada músculo de mi cuerpo estaba en tensión. Me paré justo enfrente de la puerta del hospital. Era precioso, enorme. Unos grandes ventanales cubrían toda la fachada donde se podía adivinar parte del interior. Ya podía oler el aroma del hospital y mi miedo se convirtió, por unos minutos, en emoción.

Cuando entré, una interminable fila de pasillos y de escaleras se descubrió ante mí, provocándome una repentina necesidad de perderme entre ellos. Me quedé observando aquella maravilla, sintiendo el frío de aquellas paredes blancas y absorbiendo aquel aroma que me recordaba a mis primeros años de residencia. Fue unos minutos después cuando advertí que una señora bajita se había parado delante de mí y me observaba estupefacta.

- Esto... hola, ¿puedo... puedo ayudarte en algo? -Dijo.

Llevaba una camisa de flores apretada, una falda de tubo por debajo de las rodillas y unos tacones de punta y charol. Jamás hubiese pensado que era cirujana de no ser por la bata blanca que vestía con las iniciales Dr. Miranda Bailey.

- Hola, eh, sí, buenos días. Verás, soy... - Hice una pausa. - Soy Ashley Brooke. La doctora Ashley Brooke. Hoy es mi primer día y...

- ¡Oh, Ashley! - Me interrumpió. - Vaya, te estábamos esperando. Yo soy la doctora y jefa de cirugía, la doctora Bailey. - Entendí entonces el por qué de su inusual vestimenta. - Ven, ven, acompáñame, voy a enseñarte donde está la sala de especialistas. - Andamos dirección al ascensor. - Bueno, lo cierto es que no puedo enseñarte mucho ahora, porque acaban de avisarnos de que viene un caso de primera urgencia, así que... 

  Sonó el ascensor, la doctora Miranda le dio a la segunda planta y esperamos.  

- Oh, claro, está bien, no te preocupes. Ya habrá tiempo para hacer una visita. - Reí nerviosamente. A juzgar por la manera en que hablaba y se movía, parecía impaciente. - Sólo espero no terminar en los aseos de hombres mientras trato de buscar mi quirófano. - Solté una carcajada y ella me miró extrañada.

- Eh... - Hizo una mueca que automáticamente interpreté como una sonrisa para no sentirme patética. - Tranquila, estarás con el doctor Karev durante estos días, ya sabes, hasta que te vayas acostumbrando a esto, ¡es un laberinto!

Reímos tímidamente. Cerré los ojos. Las puertas del ascensor se abrieron, Bailey se adelantó y yo me limité a seguirla.

Entramos en una sala grande con sofás, una mesa en medio llena de revistas médicas, estanterías con más libros y una encimera con una pequeña cafetera. Bailey se dio la vuelta y se puso frente a mí abriendo los brazos.

- Bueno, ésta es la sala de especialistas. Aquí es donde vienen todos cuando quieren charlar o tomarse un café. Para descansar hay unas salitas fuera. Más tarde te las enseñaré. Aquí puedes cambiarte, en esa silla está tu pijama, tu bata y el busca.

Miré mi nombre grabado en la bata y sonreí. Me sentía bien. La doctora Bailey parecía nerviosa e imponía lo suficiente como para que estuviese aún más tensa que al entrar, pero era agradable. Entré al servicio que había a cambiarme y me puse el pijama azul oscuro. Apenas tardé unos minutos. Cuando salí Bailey estaba hablando con un doctor alto y joven. Volví a sonreír y el doctor me devolvió una leve sonrisa forzada. 

- Ashley, éste es el doctor Alex Karev, cirujano pediátrico.

- Encantado. - Dijo, ofreciéndome la mano. Se la estreché. Su semblante serio me hizo recordar el hecho de que iba a tener que pasar la semana con él. Me aterrorizó la idea.

- Encantada igualmente, doctor. - Ambos se miraron. Parecían nerviosos. Los miré confundida. - ¿Hay algún problema? - Bailey soltó una carcajada nerviosa y miró a Karev.

- Escucha... - Comenzó Karev. - Está a punto de llegar un niño a urgencias. Es una situación grave y sentimos mucho que tu primer día tenga que ser así. - Se quedó en silencio y miró a Bailey. Yo no entendía nada.

- Está bien, bueno, estoy preparada. He tenido casos graves en Manhattan y...

- Es un caso especial. - Me interrumpió el doctor.

- ¿Por qué? - Inquirí. Karev suspiró.

- Verás, se trata de un niño de dos años que... - Hizo una pausa. - ha sufrido numerosos daños debido a que, bueno, al parecer su padre le ha dado una paliza de muerte, se ha dado a la fuga y una vecina llamó avisando de los gritos. Las ambulancias lo traen a él y a su madre.

Me quedé sin palabras. Esperaba que alguno de los dos se riera y me dijesen que era una novata y que hoy, en mi primer día, tendría que hacer papeleo, alguna consulta, una extirpación de apéndice o cualquier cosa que pasa en un primer día. Nadie se rió y nadie me llamó novata.

Los buscas empezaron a sonar y los tres salimos corriendo. Cuando llegamos a urgencias viví uno de los peores momentos de toda mi carrera. Jamás olvidaré a aquel niño bañado en sangre. Apenas era capaz de diferenciar sus facciones, sus manos estaban hinchadas. No lloraba. Lo que más me preocupaba era que no lloraba. Todo el mundo gritaba, la gente corría, las máquinas no paraban de pitar; pero él estaba en silencio.

Entramos con el pequeño a la primera sala de trauma, mientras que a su madre, que gemía en una camilla, se la llevaron a la tercera sala. Ella también tenía sangre, mucha sangre. En nuestra sala, un doctor alto y con el pelo anaranjado le daba ordenes a los residentes, mientras trataba de estabilizar al pequeño. Le rasgó la camisa empapada en sangre, Karev me miró y me indicó que me acercase. Le obedecí. Comencé a palpar el abdomen del niño.

- Abdomen rígido, lo más probable es que tenga una hemorragia interna. A juzgar por las lesiones le habrá estallado el bazo y... - Era espeluznante. - Hay que llevarle a un quirófano ahora mismo, no sé qué nos encontraremos, pero estoy segura que no solo un bazo estallado.

Hubo un segundo de silencio sepulcral. El doctor pelirrojo asintió.

- Llamad y reservad quirófano, preparad al paciente y preparaos todos. Hoy va a ser un día largo.


FANFIC ANATOMÍA DE GREY- HEART'S ANATOMY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora