20. It's okay not to be okay.

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[Ashley Brooke]

Llegué a casa con el corazón encogido, donde Addison me esperaba con la cena ya preparada. Cuando cerré la puerta tras de mí, ni si quiera me salieron las palabras para saludar a una Addison que me miraba perpleja desde el recibidor. Desde ahí podía ver la mesa perfectamente colocada que incitaba a una dulce y tranquila velada, pero temía que no iba a ser así. Atravesé el recibidor rozando levemente a Addison sin hacer ninguna muestra de haber reparado en su presencia.

Entré a la cocina y me senté en una de las sillas, con la mirada perdida en el infinito. Addison me siguió desconcertada sin mediar palabra y se paró delante mía. Se arrodilló frente a mí y se apoyó en mis rodillas, mirándome compasiva a los ojos. Huí de su mirada, alzando la mía hacia el techo para tratar de contener las lágrimas y saqué poco a poco la nota arrugada que guardaba en el bolsillo. Se la tendí a Addison y ésta la miró confundida y asustada. La abrió y se quedó unos minutos releyéndola una y otra vez. Me clavó su mirada y yo me atreví a mirarla al fin. El silencio nos abrazó y crujió en las paredes. La tristeza nos vistió la piel a ambas y una lágrima cayó por mi mejilla. Addison me la secó dulcemente.

- Se ha ido... - Musité con la voz resquebrajada.

- Se ha ido. - Sentenció Addison, con la voz más agotada que nunca.

- Se ha ido por mí. - Sollocé. - Se ha ido por nosotras, Addison. Por mi culpa, todo esto es mi culpa. - Comencé a agitarme. - No puedo respirar, no puedo... Se ha ido. - Mi respiración comenzó a entrecortarse y las lágrimas apenas me dejaban hablar. Addison se levanto y me asió por los hombros.

- Dios mío, Ashley, tranquilízate. No es tu culpa... - Me habló dulcemente. - Nadie tiene la culpa.

- Nunca debí haber venido, éste nunca debió ser mi lugar. Lo he estropeado todo. - Confesé, con la voz rota en mil pedazos y los ojos inyectados de dolor. Sentía mi cuerpo como si fuese plomo y el alma completamente destrozada. Me sentía culpable y me repudiaba la idea de mí misma haciendo daño a Derek.

- ¡No digas eso! - Gritó Addison, frunciendo el ceño. Mi respiración se paró por unos segundos. Addison se puso de pie y lloró. - ¡No es justo que digas eso! ¿Qué hay de mí? ¿Qué hay de nosotras? ¿Acaso no merecemos esto que hemos conseguido? - El silencio llenó la habitación. La miré a los ojos y no soporté la idea de ser tan egoísta, de no pensar en ella. Nos mantuvimos la mirada en silencio durante varios minutos.

- Tengo miedo. - Anuncié, sollozando. - No quiero perderte a ti también.

Addison agachó la cabeza y gimió. Después se acercó a mí y me levantó, posando mi cabeza en su pecho. Comenzó a acariciarme el pelo mientras yo no podía reprimir el llanto. Me besó la frente.

- No vas a perderme. - Dijo, con la voz temblorosa. - No vas a perderme, ¿vale? Estaremos bien, mi amor... Estaremos bien, nos lo merecemos. - Sentenció.

Lloré en su pecho y me sentí una niña pequeña que busca sentirse protegida tras una pesadilla horrible y, en aquellos brazos, sentí que nada podía hacerme daño. Hundí mi cabeza en su pecho y ella me estrechó aún más. Sentí su calor traspasar mi piel y su perfume acomodarse en cada recoveco de mi cuerpo. Aparté un poco mi rostro de su pecho y la miré con los ojos vidriosos. Vi su azul celeste lleno de miedo y sinceridad, la sentí vulnerable y me odié por ser la culpable de ello. La besé tiernamente y ella me lloró mientras lo hacía.

- Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. - Susurré.

Esa noche dormimos arropadas con el temor y la incertidumbre de no saber qué viene después de una catástrofe, pero con la certeza de que, pasase lo que pasase, nos teníamos la una a la otra.

A la mañana siguiente, me tocaba turno antes que a Addison, así que me levanté y le preparé el desayuno con una nota en la que le agradecía todo lo que hacía por mí. Yo me llevé un termo de café humeante que llenó con su aroma todo el coche en cuanto entré. Al llegar al hospital, el ambiente se tornó gris y melancólico. El hospital era el hospital de siempre y yo lo sentía más vacío que nunca sabiendo que Derek no estaría allí. Respiré hondamente y cerré los ojos con fuerza para tratar de alejar ese pensamiento de mi mente.

Pasé por la sala de especialistas para cambiarme y me fui a la sala de juntas a recoger unos papeles que tenía que rellenar. Cuando aparecí por la puerta, Meredith estaba sentada en uno de los asientos. Me paré en seco en el umbral de la puerta. Meredith ni si quiera se inmutó. Yo contuve el aliento y comencé a darme la vuelta para huir cuanto antes.

- Se ha ido. - Dijo Meredith pausadamente, sin ningún atisbo de sentimiento en su tono. Un escalofrío me recorrió la columna y cerré los ojos, aún dada la vuelta. Giré sobre mí misma para mirarla. Meredith no había levantado la cabeza del papel. - Se ha ido de mi vida y, por lo que veo, también de la tuya.

Suspiré. Miré al suelo. No había palabras, no había nada que decir, lo único que podía resumir cómo me sentía era el puñetero silencio. Entonces, Meredith levantó la cabeza y me clavó una mirada impasible que sostuve implacablemente. No iba a dejar que me culpase ni que me viese derrumbarme. Fruncí el ceño y, después, torné mi expresión en una compasión que no fui capaz de contener.

- Mered...

- Lo dejó todo por ti, menuda tontería, ¿verdad? - Me interrumpió. - ¿Qué idiota piensa que otra persona será capaz de renunciar a una persona que le hace feliz? - Rió irónicamente con los ojos vidriosos. - ¿Qué idiota deja a su mujer por otra que no sabe ni lo que siente por él? Dímelo.

- Yo nunca se lo pedí, Meredith, yo no tengo la culpa. - Musité, tratando de contener el llanto.

- Lo sé. - Sentenció duramente. Una lágrima acarició su mejilla. - Pero no has contestado mi pregunta. ¿Qué idiota hace eso? - Inquirió Meredith tajantemente. Su semblante imperturbable me heló la piel. - ¿Qué-idiota-hace-eso? - Repitió lentamente, apretando los dientes.

- No lo sé. - Lloré, avergonzada.

- Un idiota enamorado. - Sollozó Meredith desesperadamente. - Un idiota que sabe que, aunque lo hubiese intentado, no hubiese podido hacer tan feliz a su mujer como lo hubiese hecho contigo. Un idiota que se hubiese culpado a él y a mí y a todo el mundo por renunciar a ti. - Meredith comenzó a gimotear de dolor. Las lágrimas le empapaban las mejillas. - Un idiota muy inteligente, ¿acaso crees que yo no me di cuenta? ¿crees que no lo sabía? ¡Lo sabía! - Gritó atormentada. De mi boca salió un gemido ahogado que se me clavó en el pecho y de repente me encontré con un mar de lágrimas inundándome el rostro. - ¡Lo supe desde el principio, Ashley! - Se levantó y se acercó poco a poco a mí, hasta quedarse a escasos centímetros de mí. Su tormento chocó directamente contra mi cuerpo, absorvi su angustia y me ahogué en su pena. - Lo supe desde el primer momento en el que le vi mirarte en aquel bar. Era inevitable, vuestras vidas ya se habían chocado y yo sólo era una pequeña parte de esa catástrofe. No podía salvarle, no pude hacerlo. - Lloró. - Solo tú puedes hacerlo.

- No puedo... - Lloriqueé desesperada, con la vida escapándose de la punta de mis dedos.

- Ya te darás cuenta. - Sentenció, rozándome para salir de la habitación. Se paró justo a mi lado y me miró de reojo. - Y ojalá no sea demasiado tarde entonces.

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Siento mucho haber tardado tanto en actualizar, he estado un poco malita esta semana y me ha sido imposible. Espero que os guste el capítulo. Si es así, por favor, dadle me gusta y, si queréis dejad algún comentario, me gustaría saber si os está gustando o no.

Un saludo y gracias por leerme :)

FANFIC ANATOMÍA DE GREY- HEART'S ANATOMY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora