[Ashley Brooke]
Las gotas de lluvia chocaban bruscamente contra el asfalto mojado y contra mi piel. El aire frío acariciaba mi cuerpo y mi pelo revoloteaba a su son. La noche era fría y estaba cargada de una melancolía que sólo la hacía aún más triste. Sólo ligeros trazos de luz bañaban de color las calles vacías y sólo el silencio y el chapoteo de las gotas resonaban en ellas.
Llegué a la caravana de Derek a media noche. El miedo me abrazó cuando me puse delante de la puerta. La cubierta metálica se tendía sobre mí como una muralla inmensa de dolor que no quería sentir. La lluvia repiqueteaba en el metal, creando una fría melodía que me hizo temblar.
Quise huir, pero no lo hice.
Me dispuse a tocar la puerta y algo dentro de mí me frenó. Agaché la cabeza con los ojos cerrados y posé la mano en la puerta sin hacer ruido. Me quedé allí muda, sin saber qué decir ni qué hacer, sin saber si quiera qué hacía allí. Escuché el silencio a mi alrededor, la falta de vida en aquellos bosques y la caravana con las luces prendidas y un silencio aterrador. Me pregunté si sentiría mi presencia o si Derek me había visto ya desde alguna ventana. Después mi cabeza comenzó a repetirme que no era tarde para irme, que tal vez era lo mejor. Tomé una bocanada de aire helado y me di la vuelta, dispuesta a marcharme de aquel solar repleto de tristeza. Comencé a andar sin evitar la lluvia y me dejé empapar. Alcé la cabeza al cielo y dejé que mi cuerpo sintiese la helada llovizna sobre él. Mantuve los ojos cerrados, absorbí la tristeza y me calé los huesos.
De pronto, algo hizo que me sobresaltase. Me di la vuelta lentamente y descubrí la puerta de la caravana abierta. Derek me miraba atónito. No esperaba verme allí. Y yo tampoco esperaba que me viese.
[Derek Shepherd]
La luz del interior de la caravana le iluminaba el rostro mojado. Su pelo, ahora oscuro como la noche, estaba pegado a sus mejillas, completamente empapado. Sus ojos cargaban con una angustia indescriptible y me lanzaban una llamada de socorro que se me agarró en el pecho. A la luz de la noche y de la caravana, su piel tenía una tez pálida e impecable que la hacía parecer vulnerable y débil. Miré sus ojos intensamente y me pareció que habían perdido todo el brillo que conocía de ellos. Me sentí culpable.
— ¿Que estás haciendo aquí? - Pregunté duramente. Agachó su mirada al suelo como una niña a la que están riñendo. La lluvia seguía calándole la ropa.
— He venido a buscarte. - Contestó casi susurrando, asustada. Di unos pasos adelante y dejé que la lluvia cayese sobre mí también.
— No te he pedido que lo hagas. No quiero que lo hagas, así que no sé qué haces aquí. - Dije, frío como las gotas que me acariciaban la piel.
— Quiero que vuelvas. - Replicó levantando los ojos del suelo y dedicándome una miraba ahogada en sus lágrimas que, poco a poco, se fundían con las gotas de lluvia. La miré entristecido.
— ¿Volver a dónde? ¿Volver a qué? - Pregunte con la voz tambaleándose.
— Volver. - Anunció. Hizo una pausa. Nuestras miradas no se apartaban la una de la otra. Su dolor me amartilló la cabeza y el corazón comenzó a bombearme fuertemente en el pecho. — A donde sea.
— No hay ningún sitio al que volver, Ashley. - Sentencié con un hilo de voz tras el que comenzaron a brotar lágrimas. No pude reprimir el dolor que me causó pronunciar esas palabras y sollocé intensamente. Ashley se acercó a mí y posó su mano helada en mi rostro.
Sentí cómo los dos estábamos traspasando la barrera del dolor insoportable que suponía no tenernos y como sólo nos quedaba compadecernos el uno al otro por haberlo hecho tan mal. Los dos sabíamos que solo el otro podía salvarnos, pero, ¿cómo salvas a alguien de un precipicio cuando tú ya te has tirado?
[Ashley Brooke]
Sentir el frío de nuestras pieles en contacto hizo que me estremeciese. Me sentía tan bien tocándole que el simple hecho de hacerlo suponía una culpabilidad extrema que se me cargaba a la espalda. Lloramos los dos y parecía que el mundo lloraba con nosotros.
— Vuelve a mí. - Le susurré. Estábamos tan cerca que no era necesario decirlo más alto. Nuestras respiraciones iban acompasadas y sentí como nuestras vidas, sin embargo, no. — Vuelve a mí, no puedo vivir sin ti. - Confesé.
Sus ojos se clavaron en los míos. Su azul, ahora apagado, inundaba mis pupilas con su pena. Sus labios se fruncieron y su rostro hizo una mueca de dolor. Sus ojos dejaron caer lágrimas difuminadas por las gotas de lluvia en sus mejillas. Apoyé mi frente en la suya y cerré los ojos. Tomé todo el aire que pude.
— No puedo respirar, Derek. - Sus manos imitaron las mías y se posaron en mi rostro. Acariciaban lentamente mis mejillas. — No puedo respirar si no estás y me ahogo si te quedas. - Un llanto desgarrador me arrancó las últimas palabras bruscamente.
Volvimos a mantenernos la mirada mutuamente. Sus ojos morían poco a poco y necesitaba salvarlos.
Fue muy lentamente: sus labios contra los míos. Fue el único modo de escapar del trágico final. Su boca chocó suavemente contra la mía y yo le dejé. Fue muy lento, casi pausado. Nuestros labios buscándose los unos a los otros, nuestras bocas ágiles moviéndose al mismo compás, como si hubiese sido así toda la vida, como si encajasen perfectamente. Fue perfecto. Tanto que asustaba.
[Derek Shepherd]
Se me erizó la piel tan sólo de sentir mis labios sobre los suyos. Mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente y sentí que llevaba esperando ese momento toda la vida. Era la pieza que faltaba en mi puzzle. Y estaba allí, besándome como si hubiésemos ensayado toda la vida aquel beso. Estábamos tan sincronizados que estoy seguro de que nunca el mundo había sido testigo de algo tan magnífico. Fueron unos minutos, quizá segundos, pero parecía que aquello duraba una eternidad. Se paró el tiempo y nosotros con él. Se drenó el dolor y dio paso a una felicidad que aún hoy día no sabría explicar. La sentí mía. Era mía. La única certeza que tuve entonces fue que mi vida entera le pertenecía a aquella mujer.
[Ashley Brooke]
No sé cuánto tiempo pasó, pero sólo deseaba que durase toda la vida.
Y ojalá hubiese durado toda la vida.
Sin embargo, lo único que quedó allí tras aquel primer beso fueron Derek y esas ganas de que fuese para siempre; porque yo me fui cuando comprendí que estábamos hechos el uno para el otro, pero que nuestros corazones estaban mal colocados en el espacio y el tiempo.
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FANFIC ANATOMÍA DE GREY- HEART'S ANATOMY.
FanfictionBasada en la serie de Shonda Rhimes. Ashley Brooke es una cirujana que llega al Seattle Grace tras ser trasladada desde Manhattan. Derek, Meredith, Cristina y el resto de los cirujanos del Seattle Grace acompañarán a esta nueva cirujana en una hist...