17. Is it over yet?

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Cuando algo termina, el dolor nos abraza, se hace nuestro más inseparable compañero y nosotros no huimos de él. Dejamos de correr, porque pensamos que ya no tenemos hacia dónde ir. Decir adiós es abandonar una parte de nosotros mismos que tal vez nunca vuelva y eso es terrible. Acabar algo da tanto miedo que cerramos los ojos para no ver el golpe sin darnos cuenta que decir adiós es tan solo la manera de darle la bienvenida a algo nuevo.

[Derek Shepherd]

Me temblaba todo el cuerpo. Eran ya casi las nueve de la noche y en casa sólo se escuchaba el silencio y mi respiración agitada. Entrelacé mis manos y las posé en mi frente. Fruncí los labios y cerré los ojos, de los que no paraban de caer lágrimas. Sollocé levemente. No podía más, todo mi cuerpo pesaba una tonelada y mi alma aún más. Me dolía el pecho y tenía un nudo en el estómago que no me dejaba pensar con claridad. Suspiré. No imaginaba que el amor era capaz de doler aún más de lo que ya me había dolido años atrás, no sabía que era tan cruel. Lo ha arrasado todo. Ha acabado con la vida perfecta que llevaba, ¿no es suficiente? ¿aún puede doler más? Miré al techo y me sequé las lágrimas con las manos tratando de tranquilizarme.

Sí, claro que podía doler más.

De repente sonaron unas llaves en la puerta. Levanté la vista levemente y cerré los ojos. Posé los codos en las rodillas y me puse las manos en la boca. Meredith entró por la puerta y, cuando me vio, se paró en seco, extrañada. Se quedó ahí inmóvil con una expresión de terror invadiéndole los ojos. La miré con todo mi pesar, con todo mi dolor y con todo el amor que sentía hacia ella.

- Lo siento mucho, Meredith. - Sollocé. - Ya no puedo más. Lo he intentado con todas mis fuerzas, pero ya no puedo más. - Le confesé mientras mi voz se rompía. Meredith abrió los ojos y su boca comenzó a temblar. 

- ¿De qué estás hablando? ¿Qué ha pasado? - Dijo, acercándose unos pasos hacia mí.

- Sabes de qué estoy hablando. No puedo seguir fingiendo que no es real. - Agaché la cabeza y pasé mis dedos entre mi pelo. Después volví a mirar directamente a Meredith. - No puedo seguir fingiendo que no siento nada por otra mujer.

- Dijiste que lo intentarías hasta el final... me prometiste que lucharíamos por ésto. - Apuntó Meredith apretando los dientes. Me levanté bruscamente y ella retrocedió un paso.

- Lo he intentado. Lo he intentado tanto que he destrozado todo por el camino. Ya no puedo luchar más, Meredith, ya no puedo. - No reprimí ni una sola lágrima.

- Sí que puedes. - Dijo Meredith acercándose a mí. Me posó sus finas manos en la cara.

- Meredith... - Susurré. Meredith se acercó a mí, me miró a los ojos y me clavó su dolor. Me rozó los labios. - Meredith, por favor... no lo hagas más difícil. -  Me besó. Me besó fuerte y agresivamente. Traté de apartarla, pero luchó contra mis brazos. - Mer...

- Shhh... - Volvió a besarme y yo la dejé hacerlo sabiendo que sería el último beso que le daría. Le agarré las mejillas con mis manos y la besé tiernamente. La besé con todo el amor que aún sentía por ella y con el dolor de saber que no había sido suficiente. Lloré mientras la besaba. Le lloré a ella y a todo lo que iba a terminar. Me dolieron sus labios chocando contra los míos y sus manos rodeándome, sentía que iba a romperme ahí mismo. La culpa invadió mi cuerpo y la aparté. Intentó volver a besarme y la frené. 

- Meredith, no puedo. - Le repetí, ladeando la cabeza.

- Sí que puedes. - Insistió.

- Meredith... - Sollocé. - No quiero.

Silencio.

- ¿Perdona? - Comenzó a llorar. Había llegado el momento que más temía, pero tenía que hacerlo. Tenía que romperle el corazón de una vez por todas para dejar de rompérselo poco a poco.

- No quiero seguir luchando por esto. 

Meredith frunció el ceño y me vi reflejado en sus ojos azules. Me odié como nunca antes me había odiado por estar haciéndole aquello, pero sabía que si no lo hacía, terminaría culpándola de mi infelicidad y terminaría haciéndola infeliz a ella también y eso era justo lo último que quería que Meredith fuese. Necesitaba que fuese feliz, se lo merecía más que nadie en este mundo y yo no podía ofrecerle eso. Sabía que aprendería a vivir sin mí.

- ¿Cómo puedes decirme eso? - Dijo con un hilo de voz.

- No puedo hacerte feliz. - Sentencié. Abrí la boca para volver a hablar, pero se me ahogó la voz y las lágrimas salieron en avalancha de mis ojos. Dudé unos segundos y fruncí los labios, tratando de buscar la manera de continuar. - No puedo hacerte feliz, porque yo mismo he dejado de serlo. Tú no tienes la culpa. Nadie tiene la culpa, sólo yo. Pasaron cosas y no fui sincero contigo y mucho menos conmigo mismo. Luché contra algo contra lo que no podía luchar, Meredith. No se puede luchar en contra del amor, porque siempre vence. Y he terminado en un desolado campo de batalla fingiéndome ganador, negando la derrota. Lo que siento por ella siempre ha sido más fuerte que mis fuerzas para luchar por nosotros. - Miré al techo tratando de contener el llanto. - Lo siento mucho, de verdad. Nunca he querido hacerte daño.

Meredith me miraba directamente a los ojos sin expresión. Sus lágrimas resbalaban por sus mejillas sin descanso y sus labios temblaban. Me miró de arriba abajo, confundida.

- ¿Ya está? - Preguntó. Asentí volviendo a dejar escapar el llanto.

- Si, Mer. Hemos terminado. - Me puse las manos en la cara y comencé a sollozar intensamente. - Hemos terminado y me duele mucho, Meredith. - Confesé con la voz completamente rota. Meredith comenzó a llorar también y sentí como rodeaba mi cuerpo con sus brazos. Eso hizo que comenzase a llorar aún más. La abracé fuerte y apreté su cuerpo contra el mío, como si quisiese absorber todo su dolor. Meredith hizo lo mismo. Supe entonces que estaba tratando de perdonarme, supe que una parte de ella siempre sería mía y que una parte de mí se quedaría en aquel abrazo y en aquel amor que nunca pudo ser.

Me aparté un poco y puse mis manos en su rostro. Le acaricié las mejillas con los dedos, tratando de secar el agua salada que le empapaba la cara.

- Te quiero. Siempre te voy a querer. - Declaré. Meredith sollozó.

- Te quiero, Derek. - Su voz se quebró y cerró los ojos. Comenzó a sollozar y se me rompió el corazón, no podía soportar más su dolor.

- Lo mejor es que me vaya. - Dije y sentí los brazos de Meredith apretar mi cuerpo. La acerqué a mi pecho y le besé la cabeza. La lloré y me invadió su perfume y ese olor a jazmín de su pelo. La echaría de menos. - Meredith, tengo que irme... - Dije, destrozado. Se separó unos centímetros de mí y me miró directamente a los ojos.

- No vuelvas. - Dijo duramente. Entre todo aquel dolor distinguí una leve sonrisa en su cara. - No vuelvas, porque entonces significará que todo esto ha servido para algo. Merecemos ser felices, ¿no?

Rió tristemente. Yo lloré.

Entonces nos volvimos a besar y ese sí que fue el último y más doloroso beso que le di a Meredith Grey.


FANFIC ANATOMÍA DE GREY- HEART'S ANATOMY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora