Capítulo 35-

66 9 3
                                    

Lo último que recuerdo es caer en el frío suelo. Es extraño, no sabía si estaba muerta, tampoco sabía cuánto tiempo estuve inconsiente, pero sólo recuerdo que apenas cerré los ojos, los abrí en un hospital.

Me observé a misma y usaba una larga bata que me cubría entera, me la levanté un poco hasta mi cadera para verificar mi herida, pero ésta estaba envuelta en algodón. Tenía unos tres cables pegados a mis brazos, era una suerte que estuviera inconsciente en el momento de ponerlos, no hay nada que odiara más que las inyecciones.

《Que estupidez la que he hecho, ni siquiera recuerdo la razón por la que me dispararon》. Observando el lugar detuve la vista en mi desnuda muñeca, entonces lo recordé, él se había llevado el último recuerdo que tenía de mi mejor amigo...y nunca más lo recuperaría.

Una enfermera abrió la puerta y entró a la habitación, por lo que tuve que secarme las lágrimas. La mujer era rubia y de ojos marrones -en mi opinión, si fueran azules sería mucho mas linda- vestía con una ropa de enfermera y tenía una sonrisa muy contagiante.

-- Ya despertaste --dijo feliz.

-- ¿Cuánto tiempo llevo dormida? --pregunté. Era algo que me ha estado dando vueltas desde que desperté.

-- Sólo un par de horas, aún es de día --seguido abrió la ventana de la habitación y sí, aún era de día.
Cerré los ojos por un momento, la luz de la ventada me había cegado por completo, sin embargo, hice mi mayor esfuerzo por mantenerlos abiertos.

-- Tuviste mucha suerte, la bala no perforó ningún órgano vital, sólo perdiste algo de sangre, razón por la cuál te desmayaste, suerte que un joven te recogió y te trajo a tiempo, mañana temprano podrás irte. --«Bien, al menos estoy bien, éso es lo que cuenta»-- Por cierto --tomó su teléfono y marcó un número-- Tus padres esperaban a que despertaras para hablar contigo.

Seguido me pasó el teléfono y salió de la habitación. No me sorprendía hablar con ellos por teléfono, a fin de cuentas, estudio al otro lado del país.

-- ¿Hola? --dije mientras ponía el teléfono en mi oreja.

-- ¿Hija? ¿Eres tu? ¿Estás bien? ¿Que te hizo ése descarado? --Y así siguió mi madre haciendo preguntas que no me dejaba contestar.

-- Mamá estoy bien, la enfermera dice que no me ocurrió nada --respondí tratando de calmarla.

-- Tu padre y yo estamos empacando, iremos apenas terminemos.

-- No no no no, no hace falta --traté de insistir.

-- ¿Cómo que no? Eres mi hija y estoy preocupada por ti.

-- Mamá, no hace falta, la enfermera dijo que saldré mañana temprano, así que no hace falta que vengan. --Hubo un silencio de duda por parte de mi mamá, pero sólo duró unos segundos.

-- ¿Estás segura hija? es que estoy muy preocupada y...

-- Estaré bien mamá, lo prometo.

-- De acuerdo, pero le diré a Alejandra que te visite sólo para asegurarme.

Dejé escapar un suspiro frustrante que mi madre no llegó a escuchar, pero al final accedí y corté la llamada antes de que cambiara de opinión. Lo último que quería era a mis padres angustiados en la misma habitación que yo.

Esperé unos minutos a que la enfermera volviera y una vez que entró le agradecí y le entregué el teléfono.

-- Antes de irme, el chico que la trajo ha estado esperando a que despertara ¿Quiere que pase? --preguntó de forma dulce.

-- Claro, me encantaría conocer a la persona que me salvó la vida --la enfermera estuvo a punto de abrir la puerta pero la llamé de nuevo-- Por cierto ¿Cómo se llama?

-- Nos dijo que se llamaba Alexander Carpio.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al instante, sentía miedo y pánico ¡El estaba al pasar ésa puerta!

-- Señora, haga lo que haga no lo deje pasar, dígale que sigo dormida y que vuelva luego --pedí, lo cuál estuvo a punto de aceptar cordialmente.

-- Me temo que ya es un poco tarde para éso. --Era una voz masculina. Me giré y era quién me imaginé.

Mi mente jamás había estado tan bipolar como ahora. Era un asesino, un acosador, un psicópata...pero me había salvado la vida《¿Puede que diga la verdad? ¿Puede que en cerio no matara a nadie? Pero aún así me arruinó en la secundaria, él mismo lo admitió》.

-- Carlos...--fueron la únicas palabras -que sin embargo salieron temblorosas- que logré decir.

-- Prefiero que me llames Alexander --dijo con una sonrisa de confianza-- ¿Puede dejarme unos segundos con Vanessa? -- Preguntó ésta vez dirigiéndose a la enfermera.

Le negué con la cabeza pero ésta sin verme accedió y salió de la habitación. Al irse dirigí mi vista hacía Alexander, quién se me acercó y se sentó en una silla que se encontraba al lado de mi camilla.

-- ¿Cómo te encuentras? --me preguntó con dulzura.

-- ¿Que quieres? --pregunté yo ignorando su última pregunta.

-- Te salvo la vida ¿Y así me lo pagas? --Parecía un poco cansado de mi actitud. Debía tener un poco más de cuidado, sobreviví a un disparo, no quiero morir en el hospital.

-- Pero supongo que querrás algo, mínimo hablar conmigo lo de siempre --dije con voz cansada por lo segundo, porque no podría evitarlo ésta vez.

-- Lo admito, te pediré algo.

-- Lo sabía --dije molesta-- Sabía que sólo eras un interesado ¿que quieres? Por que ni pienses que haré una locura por...

-- Sólo quiero salir contigo una vez. --No pude evitarlo, y tal vez estuvo mal de mi parte, pero no pude evitar reírme.

-- Tu sigue soñando.

-- Deja que me explique mejor --dijo mientras su cara se enseriaba, por lo que yo también apagué mi cara de gracia-- Sólo te pido que salgas conmigo como un agradeciendo por salvarte --no pude evitar bufar por su comentario, sin embargo el continuó-- Si no aceptas, te seguiré molestando, sólo quiero que veas que he cambiado.

-- Bien ¿Y si no acepto?

-- Entonces te dejaré en paz.

El tiempo se detuvo para mí en ése momento ¡Era perfecto! Al final del día, aunque me trarata como una diosa, le diría que seguiría siendo el mismo y no me volvería a molestar ¿el precio? Una cita con él.

-- Acepto.

Enamorada de un StalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora