Capítulo 13-

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Pasaron un par de horas desde que María y Samanta se pelearon, o mejor dicho, María la golpeaba y Samanta gritaba por ayuda. Había faltado a Ingles y Matemáticas esperando a que mi mejor amiga saliera de dirección. Me sentía muy mal por ella, sólo me estaba defendiendo y encima tenía que pagar los platos rotos, en éstos momentos no podría sentirme mas culpable.

¿Que sucedió durante la pelea? Pues no mas de lo que me esperaba, mientras María la golpeaba Samanta comenzó a chillar cómo si su vida dependiera de éso, no mucho después la directora entró y Samanta le puso la típica escusa de "Ella me atacó sin razón alguna". Y eme aquí, haciendo lo mínimo que podría hacer y apoyarla.

El tiempo que pasaba se me hacía eterno, no sabía si llevaba minutos o horas, pero después de una larga espera infinita logré ver a María salir de la dirección extrañamente animada como siempre.

-- ¿Todo bien? --Fue lo primero que se me ocurrió decirle, si la suspendieran nunca me lo perdonaría.

-- Debo portarme mejor, estoy advertida, no puedo golpear a la gente sin razón y bla, bla, bla...lo de siempre --dijo relajada como si nunca hubiera pasado nada, aunque no lo creía.

-- ¿Entonces nada? --volví a preguntar ya sonando algo repetitiva-- ¿Ni expulsión, ni prohibición al baile, ni bajas en las notas?

-- Nada, sólo una advertencia, te lo aseguro --por un momento me la creí, hasta que vi sus ojos, no me estaba mirándo directamente, éso sólo podía significar una cosa.

-- Mari, sé cuándo me mientes y ésta no es la excepción, dime la verdad por favor. --Me miró dudosa unos segundos, como si no supiera como decírmelo hasta que suspiró y decidió hablar.

-- De acuerdo, me suspendieron, pero sólo fue una semana --dijo quitándole importancia, pero aún así no podía dejar de sentirme culpable.

-- ¡¿Una semana?! --alzé la voz-- Todo esto es mi culpa, en serio lo sien...

--Ni siquiera lo digas --me interrumpió-- No me arrepiento de nada de lo que hice, te defendí y éso es lo que importa.

No pude evitarlo, la abrazé con todas las fuerzas que pude, tan sólo pensar que fui amiga de ésa víbora sin sentimientos me ponía enferma. María me devolvió el abrazo y comenzó a consolarme apenas me escuchó llorar. Me sentía bien al saber que al menos podía contar con una amiga como María, las gemelas y Leo las tampoco se quedaban atrás, son mi familia.

Entramos a la última hora de clases: Biología, entonces todo se vino abajo Pasaron de susurros y miradas indirectas a gritos y risas dirigidas a mí, eran muy pocas las caras que no se burlaban, y en cambio me miraban con pena -entre ella María, las gemelas, Leo y hasta  Fernando- No logré ni entrar al salón, rápidamente se formó una cascada de lágrimas en mi rostro y salí corriendo. María intentó seguirme pero hasta dónde logré ver la profesora la detuvo, aunque no tuvo tanta suerte conmigo. Logré escaparme del colegio, corriendo como un rayo sin parar hasta la casa.

No fue muy difícil convencer a mi mamá cuándo me preguntó el por qué lloraba y me había llegado mas temprano "Tengo dolor de cabeza así que me dieron permiso para volver a casa". Con ésa excusa maté dos pájaros de un tiro ya que mi mare pensó que el dolor de cabeza también habrá sido la razón del porqué lloraba.

Me lancé a mi cuarto a llorar, me sentía con ganas de tirarme de un edificio y acabar conmigo,  mi vida social se había acabado por culpa de ése estúpido mensaje y de ésa loca de Samanta. Pero aún ésa misma pregunta se me pasaba por la cabeza "¿Quién pudo haber mandado ése mensaje? ". En ése momento caí en cuentas de algo, me extrañó que no se me hubiera ocurrido hasta ahora.

Justo desde que le di accidentalmente mi dirección a Carlos han comenzado a ocurrir cosas extrañas, entre ellas los regalos que me han mandado de manera anónima. Busqué entre los cajones y encontré la carta que me dio el otro día, cuándo me regaló la cesta de flores. Releí la nota unas veinte veces a ver si descubría algo, entonces caí en cuentas de algo que decía en la nota.

"Si lo hago, me tomarás por muchas cosas: loco, acosador... pedófilo"

Pedófilo...ésa era la mejor pista que podía sacarle a la nota, era claro que Carlos no podría ser, el sólo era dos años mayor que yo, lo había visto...sólo en fotos. Nunca he hablado con el cara a cara. Éso me recordó a una frase que leí en Internet el otro día.

"Una de las primeras razones para desconfiar de un extraño en internet es que se nieguen a mostrar su cara o fotos"

"Vanessa: Llama y te cuento.

Carlos: De acuerdo, dame un momento, pero no pondré mi cámara.

Vanessa: No se que tienes en contra pero, ya que."

No lo había tomado en cuenta hasta ahora, era muy posible que...

No lo pensé dos veces y abrí Skype, no me importaba que estuviera molesto conmigo, el tiene que contestar. Entré rápidamente en su cuenta y sin pensarlo mucho llamé. Esperé unos veinte segundos, pensé que no atendería pero de manera increíble y milagrosa para mí, Carlos contestó.

-- ¿Vanessa?  --contestó Carlos extrañado, no le culpo, de todas las formas que he tratado de comunicarme éstos últimos días es la primera vez que lo intento por Skype.

-- Muéstrame tu cara --le dije seria sin ninguna emoción. Escuché un fuerte suspiro por parte suya para que luego me respondiera.

-- Vane, sabes que no me gusta mostrar mi cara, ya te he dich...--No le dejé terminar, ya estaba harta de la misma escusa.

-- Dije que mostraras tu cara, ¿Querías una relación de confianza?  Entonces ¡¡¡Muéstrate!!! --grité furiosa. Volví a escuchar un suspiro de su parte, pero en vez de hablar, hizo algo que nunca pensé que haría...mostró su cara.

Una mezcla de confusión, enojo y tranquilidad estaban en mí. Era el chico rubio de bellos ojos azules que conocí por primera vez en ésa foto de Facebook. Estaba tan confundida que ni siquiera había tomado en cuenta el hecho de que por fin después de tanto pedirlo, me había mostrado su cara.

-- Vane ¿Estás bien?  --preguntó preocupado, apenas y lo escuchaba, sólo una pregunta se posó en mi mente.

"Si no el ¿Quién? ..."

-- Y...yo, sólo necesito descansar...lo siento.

-- Espera Vane yo...--No le había dejado terminar cuándo corté la llamada, lo último que necesitaba de él era un sermón.

Me senté en la orilla de la cama mientras ponía mi cabeza contra mis rodillas, de repente volvió a mi el horrible recuerdo de todos burlándose de mí en Biología. No pude evitar soltar algunas lágrimas, definitivamente había tocado fondo, no tenía la menor idea de quién me hacía sufrir tanto; pero éso sí, una vez que lo tenga en mis manos...no tendré piedad de él.

No se cuánto tiempo estuve en la misma posición, pero mi hermana ya había llegado, entró a mi cuarto sin tocar y se sentó a mi lado, aunque en otras circunstancias le habría reclamado, ni siquiera me sentía de ánimos para alzar la voz.

-- Hermana, no sabes cuánto lo siento. --Su mirada mostraba pena, aunque en la mía sólo se veía confusión.

-- ¿T...tu lo s...sabías? -pregunté tartamudeando. Helena bajó la mirada un momento, pero luego me miró con tristeza, sabiendo que no me gustaría la respuesta.

-- Lo siento Vanessa, todo el colegio lo sabe.

Nuevamente me sentí como si todos aquellos sentimientos negativos que hubiera tenido alguna vez se juntaran para hacerme la vida imposible.  Mi hermana me abrazó mientras me consolaba, fue la primera vez en mucho tiempo que tenía este hermoso momento con mi hermana... lástima que no duraría mucho.

Enamorada de un StalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora