Capítulo III

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     Cuando Sofía iba en el autobús del instituto, se dio cuenta de que había un chico nuevo sentado 3 asientos delante de ella, tenía el pelo más negro que había visto jamás, estaba sentado, pero aun así podía ver lo alto que era, debería medir sobre 1,90. En ese mismo instante en el que Sofía estaba examinándole a fondo, el chico se dio la vuelta y se quedó mirándola fíjamente. Sofía corriendo bajó la mirada, se puso roja como un tomate, y no había nada que le diera más vergüenza que eso, que la pillaran mirando a alguien y le salieran los coloretes, además, tan blanca como era ella. se le notaba aún más. 

     Aunque estaba muy ruborizada, el que el chico desconocido se diese la vuelta, le sirvió para que le viese el color de los ojos. - Son verde musgo, no, verde abeto, no, verde eucalipto, ¿verde esmeralda, quizás? - Pensaba Sofía. - Verde turmalina - ¿Verde turmalina? Parecía como si una voz se lo susurrase al oído, pero no, no era nadie. No había escuchado la palabra turmalina en su vida. 

     Sacó su teléfono móvil y buscó el Google "verde turmalina", después de darle a Imágenes, se quedó alucinada, efectivamente, ése era el color exacto de los ojos de aquel chico. Qué suerte había tenido, seguro que ni él mismo sabía de qué color eran sus ojos.

     Cuando el autobús llegó al instituto, el chico fue el primero en levantarse de su asiento y salir. Ahora que se daba cuenta, era completamente lo opuesto en cuanto a lo físico respecto a Sofía: él tenía el pelo negro y ella lo tenía rubio,él tenía la piel bastante morena y ella era muy pálida, él era alto, muy alto, y ella era de estatura normal, más bien bajita, él con los ojos más bonitos que había visto en su vida y ella... bueno, ella tenía los ojos de ese color tan común como es el color marrón caca, como ella le decía.

- Sofía, ¿ya andas en las nubes? - Era Celia, su mejor amiga.

- Noooo, sólo estaba mirando al chico nuevo. - Dijo Sofía ruborizada. Mierda, otra vez.

- ¿Hay un chico nuevo? ¿Y yo no lo he visto? IMPOSIBLE.

- Pues sí, estaba a ahí sentado - respondió señalando el asiento en el que había estado sentado -

- Vaya, y yo voy y no lo veo, bueno no pasa nada, seguro que lo vemos luego. ¿Cómo se llama?

-¿Cómo voy a saber cómo se llama si no he hablado con él? - le respondió Sofía a su amiga - Adam -

- ¿Adam? ¿Se llama Adam? ¿Qué nombre es ese? ¿No se podía llamar algo más normal, como Carlos, Daniel o...? -dijo su amiga.

- ¿He dicho Adam? ¿Por qué he dicho Adam? No sé cómo se llama, no tengo ni idea de por qué he dicho eso - dijo Sofía.

- Bueno, no importa cómo se llame, pero no te enamores ya, mi enamoradiza, que cuando te enamoras eres más lenta y llegamos tarde a clase.

- ¿Enamorarme? ¡Si no le conozco! Además, si no me he enamorado nunca, ¿qué dices?

- Es verdad, que tú eres la anti sentimientos -  dijo Celia riéndose a carcajadas y casi arrastrando a Sofía a clase.

     Cuando llegó la hora del descanso, Sofía fue al baño, mientras se estaba lavando las manos en el lavabo, alguien con chaqueta de cuero entró y cerró la puerta de salida de un portazo. Era el chico del autobús.

- EH EH EH, ¿pero qué haces? ¡este es el servicio de las chicas! - chilló Sofía.

- Uy perdón, no lo sabía. - respondió el chico en tono sarcástico.

- ¿Entonces? ¿por qué has entrado? - preguntó Sofía.

- El servicio de los tíos está hecho un asco, no te importa que entre aquí, ¿verdad? Bueno, si ya he entrado, ¿qué hago preguntando? Además, ni que este servicio fuese tuyo - respondió el chico con un tono cortante.

     El chico entró en uno de los WCs. Sofía se quedó como estaba, estática, pensando. Siempre que pensaba en algo, no se daba cuenta, pero se quedaba inmóvil. ¿Sería el destino? Se preguntó. No, no puede ser el destino, eso no existe, eso es algo destinado a las películas y a los libros de pura fantasía. El instituto no es muy grande y en la planta baja no había más servicios, era algo normal...

- ¿Qué? ¿Pensando en mí todavía, rubita? - dijo el chico.

     Sofía no se había dado cuenta de que no había salido todavía del servicio. Celia le estaría esperando en su rincón de siempre con los demás.

- Claro, no tengo otra cosa mejor que hacer - le respondió Sofía malhumorada. 

- Yo no tengo nada mejor que hacer que hablar contigo, es más, tengo que hacerlo, he de advertirte sobre tu situación, tienes que controlarte.

-¿Controlarme? ¿Situación? ¿De qué estás hablando?

- No sabes nada, me lo suponía, bueno, no es un buen momento para hablar aquí. Te espero esta tardea las 6 en el puente de tu pueblo. Séque terminarás yendo.

- ¿Cómo sabes que en mi pueblo hay un puente? Es más, ¿cómo sabes que no soy de aqu...

- Por cierto, me llamo Adam, aunque creo que ya lo sabes. ¿Verdad?

Con la salida del Sol - NO CONTINUARÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora