Capitulo 16

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Hinata llegó a la oficina con un vestido ligero en color azul claro, era discreto pero acentuaba sus formas. Decidió dejar aquellos zapatos aburridos de color negro, y se dio el gusto de usar unas bonitas sandalias de tacón bajo, que en conjunto con su ropa, la hacían lucir femenina

Su cabello prefirió dejarlo suelto, caía como una cascada por su espalda. Su maquillaje era sutil. Era cierto que sin sus gafas no alcanzaba a ver casi nada, aun así tenía cierta maña para lograr lo que quería.

Su vida había sufrido un giro drástico en las últimas semanas, pero sorprendentemente lo hacía a su favor. Sentía el cambio en su cuerpo, incluso en su forma de andar. Esta vez no necesitaba ocultarse. Caminaba con la cabeza en alto, orgullosa de ser ella. No temía que se notase la cadencia de sus caderas al andar. Lejos quedaba ya el pensamiento de que el mundo la viese como un bicho raro.

Se sentía femenina, llena de vida. Una mujer en toda la extensión de la palabra. En realidad, no había tenido ni siquiera que cambiar de imagen como alguna vez le había dicho Shion. De hecho, se había dado cuenta que con el solo hecho de cambiar la forma de pensar que tenía de sí misma podía resplandecer con luz propia.

Al parecer mucho de lo que habló con N.M. la había hecho darse cuenta de una realidad: ¡Hinata Hyuga era una mujer hermosa, deseable, digna de ser valorada, respetada, escuchada y admirada! Por fin comprendió algo que su abuela le había dicho: «A veces no se necesitan palabras, sino pequeños detalles que muestren lo que el corazón oculta».

Algo en su interior le decía que estaba surgiendo un sentimiento profundo entre su casero y ella.

Las puertas del ascensor se abrieron y, como cada día, el ruido de la agencia la envolvió al abrir la puerta de entrada. No se dio prisa para llegar a su cubículo. Sus pasos eran marcados y sensuales. Casi se reía a carcajadas cuando fue bombardeada por los sinceros halagos y felicitaciones de sus compañeros por su nueva imagen. Muchos le repetían que veían algo distinto en ella; unos, la ausencia de las gafas; otros, ese bonito vestido, y los más atrevidos le preguntaron si se había operado alguna parte de su cuerpo. Pero, en el fondo, todos coincidían en que algo había cambiado en ella.

La única que no le mencionó nada y que vio alejarse como si tuviera la peste fue Shion. Pero esta vez ni siquiera eso le importó. De hecho, agradeció el distanciamiento. Desde que no se hablaban, ya no se sentía como un bicho raro, al contrario: Ahora se daba cuenta de la gran nube negra que había sido para ella su "supuesta amiga".

―¿Hyuga? ―Sakura miraba incrédula a la recién llegada―. ¡Madre mía! Pero qué cambio. ¿Qué te ha pasado?

―¿Me veo mal? ―Por un momento la inseguridad llegó a Hina, que intentó cubrirse.

―¿Pero qué dices? ―La secretaria se acercó, tomó sus manos y extendió los brazos―. Déjame admirarte anda.

Hina sonrió radiante y se irguió aún más. Incluso se permitió girar para mostrarse como realmente se sentía. Cuando volvió su vista a la de su amiga se percató que le correspondía con otra sonrisa.

―No sé qué te ha pasado, pero sea lo que sea, creo que te ha hecho un bien enorme. Te vez radiante. ―Observó Sakura―. Y lo mejor es que acabo de ver pasar a cierta persona con la cara descompuesta. Seguro que tiene cólicos, quizá por alguna indigestión que le has provocado.

―Me da igual ―se encogió de hombros, dejando claro la indiferencia que sentía―. No lo hago por ella, ni por nadie de esta oficina. Lo hago sólo por mí.

―Esa respuesta me gusta. ―Sasuke llegó sonriendo a ambas jóvenes―.

Este cambio, Hina. ―Le guiñó un ojo al llamarla por su nombre―. Ha sido muy bueno para ti. Se te ve más feliz y contenta contigo misma. Ya no te escondes. ¿Te das cuenta?

Tres no son multitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora