Capitulo 25

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Tres días transcurrieron para Hina. Todo estaba saliendo como nunca en su vida. En la oficina, Toneri ya no le importunaba, todos la saludaban y mostraban interés por ella e incluso había recibido una carta de las altas esferas donde, por fin le reconocieron su trabajo con un generoso cheque de la comisión por haber conseguido el proyecto "LIBÉLULA". Uno que tenía muy bien merecido.

―Hinata, me gustaría que fueras a comer conmigo hoy. ―Toneri apareció por su cubículo―. Básicamente para hablar ―Sus ojos azules la veía por primera vez de forma cálida.

La joven dio un respingo pero asintió. Sabía que la relación se había vuelto tirante y quizás este era el momento de poder llegar a una paz, necesaria para el ambiente laboral.

―Vale ―aceptó, sin dejar de ver la pantalla del ordenador―. ¿A qué hora vamos?

―Bueno, ahora podría ser un buen momento. Tengo la reserva hecha en un sitio que conozco y es perfecto.

―De acuerdo. Dame cinco minutos ―cortó.

No quiso decir más. En realidad, verlo le recordaba lo idiota que había sido, hasta no hace mucho, y todo lo que habían abusado de su confianza.

Eso era algo que aún le dolía.

El lugar era bonito y elegante. Digno de alguien como Toneri que le gustaba el poder y el dinero. Acababa de retirarse el maître después de atenderles, cuando sintió la mirada fija de su jefe.

―Tú dirás, supongo que es para aconsejarme sobre la campaña.

―Toneri sorbió un poco de agua.

―Oh, no. En realidad esta vez quería estar a solas contigo y conocernos un poco más; ya me entiendes, de forma un poco más íntima.

―Su estudiada sonrisa de modelo se dibujó en su rostro.

―¿Cómo? ―Se sentía confusa. ¿Había dicho conocerse?

―Hina, tú sabes que siempre he sentido una debilidad por ti, aunque no lo podía exteriorizar para que la gente no pensara cosas que no son.

―Tomó su mano entre las suyas, mientras sus ojos se clavaban en ella.

―Sí, ya recuerdo. Por eso me quitaste mi oficina.

―Esas fueron órdenes de arriba. No me gustaría echar a perder un momento tan especial como este por minucias. ―Toneri rozaba con sus dedos la delicada mano―. He visto tu transformación y me has dejado asombrado. Me siento tan afortunado al saber que estos cambios los has hecho por mí.

―¿Por ti? ―Pero ¿Qué narices estaba pensando este hombre?

―Siempre he sabido de tus sentimientos hacía mí. Y por eso he decidido que es momento que pasemos al otro nivel. Con tu nueva personalidad y tu nueva imagen sin esas ridículas gafas, has dejado embobados a más de uno. Así que creo que estás en la posición de poder acompañarme a una que otra cena de negocios. Siempre y cuando no se lo digas a nadie, aún tienes cosas que aprender de este mundillo.

―Espera, espera. ―Concentrada trataba de tomar aire, mientras el otro seguía sin escuchar su petición.

―Sé que te sientes sorprendida y agradecida por tu suerte. Después de todo soy un hombre que impone y muy seguro de sí mismo que consigue todo lo que quiere en esta vida. Hina creo que tú y yo...

―Aquí no habrá ningún tú y yo, Toneri. ―La muchacha lo miraba incrédula e indignada―. Ni ahora ni nunca habrá nada de eso. ¿Pero de qué vas?

Tres no son multitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora