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—Últimamente te noto más... feliz —admitió con incomodidad.

El otro frunció el ceño prendiendo un nuevo cigarrillo. A su alrededor las bocinas de los autos sonaron y un gato callejero hizo caer uno de los contenedores de basura al huir de un perro.

—¿Ah? —escupió levantando una ceja, con su mirada siguió el camino del gato callejero hasta la calle principal, iba a hacer que otro recogiera eso luego—. ¿Acaso me has visto saltando y hablando de lo bello que el mundo es por ahí? —preguntó con sarna, inhalando el humo contaminado y soltándolo sobre su cabeza.

La otra persona se rascó la nuca nerviosa. A veces hablar con su amigo de esos temas era muy difícil.

—No es eso —negó viendo al rubio—. Es que has dejado de fumar tanto —admitió en su defensa.

Sanji lo miró con seriedad, vio el cigarro en su mano y volvió a ver al hombre frente a él intercalada mente.

Sonrió sarcástico.

—Tienes razón Ussop, lo mío con el humo ya son días pasados —rió (irónicamente) soltando una gran bocanada de humo en el rostro de él.

Ussop tosió sacudiendo su mano en un intento de aclarar el aire frente a él.

—Cough, Cough, no seas así —tosió despejando el aire, medio enojado miró a su amigo—. Es que antes fumabas mucho más rápido y por nervios, ahora sólo inhalas lo necesario y te disfrutas más los cigarros, es como si hubiésemos vuelto al tiempo en el que te aceptaron el crédito para el carro que tanto querías —dijo recordando esa época de felicidad del rubio en donde hasta para decir insultos te sonreía con alegría.

Época que llegó a ser muy divertida.

Sanji detuvo el cigarro a mitad del camino esta vez y se quedó mirando al cielo escondido entre los rascacielos con atención, a veces se daba cuenta que la vida en la ciudad era un poco más triste de lo que quisiera, ya que prácticamente no podía ver ni las nubes ni el sol desde su lugar.

¿Era cierto? ¿Inconscientemente había comenzado a fumar más despacio desde hacía tiempo? ¿Tan relajado se sentía?

Tomó una última calada del cigarro y con indiferencia se dio cuenta de que sólo había llegado a fumar tres durante su descanso.

Su récord era de nueve.

Soltó la colilla en el suelo y la pisó apagándolo por completo.

—Puede que tengas razón Ussop —admitió guardando las manos en sus bolsillos y caminando de vuelta a la puerta trasera del restaurante, su descanso terminaba pronto—. Admito que últimamente tengo en qué pensar cuando fumo —aseguró.

Ussop frunció el ceño antes de abrir los ojos a la realización.

—¡Ahhhhhh! —exhaló chocando su puño contra su palma abierta—. Entonces sí es como cuando te compraste el carro, ya que en esa entonces pasabas tu tiempo imaginándote lo que le harías con él o a donde lo llevarías —sonrió feliz de descubrirlo y se golpeó la nariz con aires de inteligencia—. Ninguno de nosotros olvidará jamás esa tarde completa que te la pasaste en las nubes soñando que lo conducías por la playa —al final terminó riendo a buen gusto zapatenado el suelo y recordando esas épocas pasadas.

¿Te conozco?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora