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—¿Cómo puedes creer que son mejores las novelas románticas que las de acción? —preguntó incrédulo.

El otro bufó en respuesta.

—Mejor ver una historia de incomprensión en un mundo realista que a tipos lanzándose granadas y saltando desde carros en movimiento, muy realistas en realidad —replicó. Al otro lado alguien suspiró como si sintiera que hablara con un niño sobre por qué no podía comer chocolate como cena.

No, muchas poseen un trasfondo histórico que va desde aliados de guerra como relaciones destruidas por las diversas clases sociales y raciales —replicó con seriedad.

—Lo dice el hombre que prefiere el ron sobre el vino —respondió con sarcasmo.

Un sonido de indignación vino del otro lado de la línea.

—¡Ah! retráctate —gritó molesto—. Lo que es ron, vodka, tequila y saké son mil veces mejor que ese jugo de uvas que llaman vino —dijo molesto, luego agregó—. Además, mientras más fuerte el alcohol mejor la pelea que das luego.

Sanji miró su celular por un momento de verdad no creyendo lo que estaba hablando. A su edad, con la responsabilidad de cargar con un restaurante luego que su padre falleciera, con apartamento propio y más ex' tras él de las que podría contar con ambas manos. Suspiró, al menos no estaban hablando de piratas otra vez.

—Sí, sí, como digas Monster.

...

Eso había sido hace tres días, y no había sido la primera, segunda o siquiera quinta conversación que habían tenido. Desde que Monster le había dado su número de teléfono una extraña relación había comenzado donde hablaban de vez en cuando y de cuando en vez.

Eran como el "cofre del tesoro" del otro. Como ninguno se conocía, ni tenía relación con aquellos que congregaban eran perfectos para guardarse secretos sobre los demás y servir como concentraciones de estrés por el día a día. O como cajas de chismes, como lo llamaba Monster.

—O amigos postales —había propuesto Sanji un día. Monster había hecho silencio por un largo rato, y cuando habló, sonaba burlesco.

—Tu eres fanático de las novelas antiguas, ¿verdad?

De más está decir que la discusión comenzó en ese momento.

Lo que lentamente habían sido llamadas semanales comenzaron a ser cada ciertos días, y ahora Sanji no se asustaba ni saltaba en el acto (como penosamente admitía hacer antes) cuando veía en el identificador de llamadas el nombre del jugador y la foto de su personaje virtual.

Era extraño, como los humanos éramos criaturas de tan gran costumbre.

—¡Sanji, otra por favor! —gritó Ussop con la mano bien levantada y un plato casi vacío en ella. El rubio hizo una mueca, pero igual tomó su plato en conjunto con el de Luffy y Franky caminando a la cocina, ahí tenía sobre las hornillas dos cacerolas de metal de las cuales una sacó pasta, y de la otra salsa de carne. Las rellenó hasta el tope por tercera vez en el día y con su otra mano tomó dos cervezas y una soda, balanceando todo entre sus brazos como sólo un veterano camarero podría hacer y volviendo a la sala.

La televisión estaba encendida con el sonido al máximo, y una pelea de boxeo sucedía en ese mismo instante. Era de Estados Unidos contra Japón. Y el marcador era (sorprendentemente) tan igualado que no podían despegarse de él hasta que terminara. Por primera vez en mucho tiempo había una verdadera posibilidad de que Japón ganara la ronda y descalificara a EEUU en las finales. Cosa impactante y no por menos emocionante.

¿Te conozco?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora