Volverte a ver [KaiLen/Evillious Chronicles]

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Fanfic sobre las Crónicas de Evillious.
Línea temporal: Muchos años antes de “Machi tsudzuketa tegami” (?)

(...)

«Escribe en un pergamino tu deseo
y colócalo dentro de una botellita;
lánzala al mar, y algún día
tu deseo se hará realidad»

En una de las playas del que alguna vez fue el Reino de Lucifenia se encuentra un solitario hombre de cabellos azules mirando el horizonte.

Las instrucciones resuenan en su cabeza, dichas por la joven voz de un muchacho que ya no existe en ese mundo. Siente una presión en el pecho, la boca se le amarga, la cabeza le duele y le zumban los oídos; casi podía jurar que seguían un ritmo irregular.

Entre sus manos se encuentra su deseo; posiblemente el más grande que haya tenido.
Entre sus manos se encuentra su mensaje de arrepentimiento.

Se lamenta internamente mientras intenta contener las muestras de tristeza que amenazan con salir de sus ojos. Se lamenta por haber sido tan ciego, impulsivo y estúpido; por asesinar a Allen. De verdad lo hace.

Suelta un suspiro al aire mientras alza la mirada el cielo celeste que le recuerda a sus ojos.

Y eso es lo que a veces ya no quiere hacer, ya no le gustaría recordar sus errores. Se asegura a sí mismo que todo es su culpa; si le hubiera hecho caso a las palabras de Michaela seguramente ella estaría viva y él casado con Rilliane.
Considera las mil y un posibilidades en un segundo. Tal vez hubiera hecho a la rubia cambiar de carácter y Lucifenia prosperaría hermosamente, Rilliane no sería apodada “La Hija del Mal” nunca más. Sus reinos hubieran peleado juntos contra Prim.

Tal vez, Allen Avadonia seguiría con vida.

Pero ya es tarde, nada puede ser cambiado. Kyle Marlon intenta no llorar ese día en la playa mientras aprieta con más fuerza a la botellita de cristal a la altura de su corazón.

Ya está viejo, cuarenta y cinco años es un récord; se regaña internamente por seguir siendo un sentimental.
Se acomoda la capa que lleva puesta y se acerca a pasos lentos a donde el agua toca la arena y fija su vista en el atardecer.

Después de todo, como humano que era, Kyle mentía. Mentía diciendo que era plenamente feliz aun cuando le faltaba un trozo de corazón.

Se puso en cuclillas y dejó la botellita en el agua. Poco a poco la marea la fue alejando del peliazul quien miraba la partida expectante.

— Adelante, pequeño deseo. Alejate de mi y llevale mis lágrimas y un poco de mi remordimiento —. Sonrió dejándose caer de rodillas a la arena húmeda.

Lágrimas amargas de dolor empezaron a caer de sus ojos, perdiéndose entre sus ropas. Agachando la cabeza hasta rozar el suelo y lanzándole furicos puñetazos, sollozó con gritos y maldiciones en su soledad.

— ¡Dios! ¿¡Por qué!? —. Gritó a la nada en medio de hipidos violentos —. ¡Soy un completo estúpido! ¡Yo debería estar muerto! ¡Maldita sea!

Se levantó de la arena con los puños enrojecidos y lastimados, la cara colorada y sucia, cargando con una mirada rota.

— ¡Por favor! ¡Sí tan solo...! Sí tan solo, pudiera verlo otra vez... ¡SÍ TAN SOLO PUDIERA VOLVER A VERLO...!

El ritmo cardíaco aumentó y una brisa lo tomó por sorpresa.

Sería hermoso poder volverte a ver...

Giró completamente hacía atrás, ¡lo había escuchado! ¡Era la voz de Allen!
Buscó con la mirada por toda la extensión de la playa sin encontrar nada. ¡No estaba loco!

El hombre sonrió con sinceridad, la ropa sucia, las manos heridas y con el corazón lleno por una promesa que esperaba se cumpliera.

(...)

Había roto las reglas... Otra vez. Pero lo valió.
Ya no soportaba ver el amargo sufrir de Kyle que, al igual que su adorada hermana, tenía un lugar importante en su corazón.

Se autoreprochó. Definitivamente nunca lograría cambiar. Tal vez Sickle tenía razón y su existencia era rara. De acuerdo, Allen no se arrepentía.

Y volvió a envolverse en la soledad que le brindaba la Black Box.

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