Besos por la habitación [KaiLen]

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¿Recuerdan aquel one-shot llamado “Hey soul sister”? Ah, pues esto en como su continuación. No esperen mucho.
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Miró la hora en su reloj de pulsera. Ya era tarde. Le dio otra calada a su cigarro, soltando el humo en un suspiro de resignación. Definitivamente lo había dejado plantado.
Se acomodó la bufanda y emprendió el camino hacia su departamento.

Era una tarde considerablemente fría que le hacía sentir solo. Ahora ya no tenía planes para su día libre, considerando que siendo psicólogo eso algo difícil de conseguir, se sentía vacío. Y la verdad no esperaba ser olvidado de aquella forma por su pareja con la que llevaba dos jodidamente largos años.

Porque así era la relación que tenía con Len, jodida. Y eso le encantaba. No negaría que le quería, de hecho lo amaba; desde el primer momento que escuchó su voz en aquel programa de radio. El sentimiento de cariño era correspondido con fuerza. Recuerda perfectamente cada momento que han pasado juntos, porque para Kaito eran su gran tesoro.
Sus citas posteriores, el beso, cuando se presentaron los amigos (de verdad, le juró devoción a ese chica de cortos cabellos verdes por conseguirle conocer a Len); la unión de sus cuerpos donde encontró –la muy adorable– sorpresa de un tatuaje muy estético de una mariposa azul en su hombro derecho.

“A caso, ¿soy el causante de ese lindo tatuaje, cariño?”— Le preguntó juguetón mientras lo abrazaba por la espalda. La luz de una luna de tres cuartos iluminaba la habitación y a los dos amantes que se encontraban al filo de la cama.

“Ya quisieras, Kaito. En realidad... El azul es mi color favorito.”— La excitación se apoderó de nueva cuenta del cuerpo del mayor quien recostó al rubio.

“Y si mejor, ¿repartimos besos por toda la habitación?”

(...)

Caminaba con prisa por las abarrotadas calles de Japón que empezaban a pintarse de colores fluorescentes procedentes de los innecesariamente grandes anuncios publicitarios. Dejó caer el gastado cigarro al suelo soltando un leve quejido, fumar no era para nada de su gusto, pero siempre cargaba una cajetilla consigo. Seguía con su andar mientras chicas bonitas le guiñaban sus bonitos ojos decorados con maquillaje. Todo en ellas era bonito, lastima que no fueran Len Kagamine, vaya decepción se llevarían.

Amaba al rubio sin duda alguna; amaba todo y a la vez no sabía que es lo que adoraba de él. Lo supo desde su primera cita: «Kaito Shion, acabas de valer mierda. Definitivamente te enamoraste de ese muchacho»
Le daban ganas de reír a carcajadas; eso había sonado demasiado estúpido hasta para sí mismo.

Faltaban unas cuantas cuadras para llegar a su hogar, posiblemente echarse al sofá y ver películas extranjeras de mal gusto. ¡Ah, por supuesto! Y comer un enorme bote de helado de chocolate. ¿O sería mejor fresa? ¿Arándano o uva? ¿Existiría el de sabor a habas?
No, mejor aun, vainilla y bananas.
Soltó un tosido escandaloso. Joder, no podía sacárselo de la mente ni siquiera para escoger un helado.

Llegó por fin al edificio de buena clase en el cual vivía, se gana bien siendo psicólogo... Bueno, eso y ahorrar. Subió al segundo piso y de inmediato se encerró.

Hizo lo que tenía pensado. Se quedó en pantalones sobre el elegante sofá.
Terminó escogiendo el helado de vainilla y banana, se comió cinco botes enteros por mera “depresión”. Maldita sea, no se suponía que alguien con sus conocimientos viviría tal mini-crisis por algo tan tonto como el quedarse olvidado...
Genial, eso lo deprimió más.

Porque así era su relación con Len; daría todo por él, sin importar recibir poco contacto a cambio, pues sabía perfectamente que siempre volvería.

Se levantó del mueble y se talló el rostro con las manos, fijó su vista en el reloj dándose cuenta de que era demasiado tarde como para que su pareja no hubiera llegado todavía. Ahora la depresión se volvió nerviosismo.

¿Estaría bien? ¿Estaría solo? ¡Qué se moría de miedo!
Sintió una vibración, era su teléfono. Una sonrisa de alivio se mostró en sus labios.

«¡Perdóóóón! ¡De verdad, perdón! ¡No fue mi intención! Juro que te lo compensaré. Te lo explico luego, en casa. Prometo que te lo compensaré, cariño.

Por cierto... ¿Vendrías a buscarme? Porfa.
Te amo, eres un amor~

—Len»

Todas las preocupaciones salieron de su cuerpo ocupando su lugar la felicidad. Luego se cobraría esa compensación.

Se puso la camisa y el abrigo, la bufanda nunca podría faltar. Dudó un segundo en llevarse consigo la cajita que reposaba en su escritorio...

(...)

— Señor Shion, buenas noches~

— Buenas noches, joven Kagamine. ¿Espera a alguien? — Salió del pequeño auto que casi no solía usar, sonriendo y siguiendole el juego.

— Oh~ Espero al estúpido y sensual novio que tengo, pero parece que se a olvidado de mi, ¿quiere ocupar su lugar?

— En serio, ¿que rayos te enseñan esa escuela? — Le contestó el peliazul medio en broma medio enserio.

— Puff, no me hables como si tuviera catorce. Y no, no me enseñan nada, sólo te tengo a ti —. Sonrió cómo sólo él sabía hacer y le dio un suave beso en los labios.

Empezaron a caminar hacia el auto.
Sep, Kaito se cobraría esa promesa.

...

Por cierto, esa noche le dio la cajita. El anillo le quedó a la perfección, combinando con la hermosa sonrisa de Len.
Y con ese “Sí” que dijo con su hermosa voz.

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