La mirada era violadora...
— Tienes buen culo.
Escupió sin vergüenza alguna.
— Tienes lindos ojos. Son de hermosos colores y además son grandes y brillantes. Esos ojos solo deben mirarme a mí.
— Déjame en paz, carajo.
— ¿Por qué te enojas? Sabes que tú y yo estamos destinados a coger felices por siempre.
— En primera: no me trates cómo chica, no soy una. En segunda: eres mayor que yo por tres años, pedófilo. Y tercera: eres un idiota.
— ¿Y qué?¿Eso te impide coger?
— No, pero...
— Vamos, Piko. Sabes qué me deseas.
Tengo que decir que a éste punto, el peli blanco intentaba con todas sus fuerzas no matar al idiota de Yuma. ¿Cómo se le ocurría ir joderlo en ese instante? El peli rosado sabía a la perfección que cuando el estaba en la biblioteca, nadie, absolutamente NADIE debía hablarle.
— Te quedaste callado... ¡Lo sabía! Yo te gusto... Ahora nos besaremos y podremos casarnos y...y..
— Ni de coña, Yuma.
— ¿Ah? Pero yo te amo, lo admito. Me gustas mucho y lo sabes perfectamente —. Éste chico de verdad que era muy franco.
— S-sí, pero...
— Dame sólo una oportunidad. Te haré el ser más feliz de éste jodido mundo, pero... ¡Sólo dame una oportunidad!
El menor estaba más rojo que una granada. No era la primera vez que el oji ámbar se le declaraba, pero sí la primera en que lo hacía con un tono tan decidido... Y...
En la que él se puso nervioso.
— E-está bien...
El peli rosa estaba que cagaba arco iris. ¡Piko lo había aceptado!
— ¡TE AMO!— Dijo el mayor mientras unía sus labios con los del menor.
Ese día:
Yuma consiguió un novio y Piko sucumbió ante los coqueteos de su acosador.