Capítulo 1

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La "escena visual kei", tan popular en Japón a finales del siglo XX: conformada por presencias sombrías y tenebrosas, pero a la vez etéreas, casi celestiales... Un mundo que rozaba lo irreal a ojos de los fans, pero con una dolorosa realidad para todo aquel que quisiera ganarse un puesto en aquella estructura de plata enverdecida por el óxido.

Cada grupo contaba con concepto amplio para sus actuaciones, un espíritu del pasado, algo creado con el propósito de ser visto y admirado, un baile entre la substancia de otra época y las emociones del presente. Una vista realmente hermosa para cualquier visitante ajeno a lo que ocurría en las trincheras de la guerra entre bandas.

Y es que la idiosincrasia de los personajes que se subían al escenario no podría ser más distinta de la de aquellos que bajaban de él al final del día. Hombres acabados, cuya elegancia desaparecía entre enaguas manchadas de semen y dientes amarillentos por el abuso de tabaco.

Ludopatas.

Alcohólicos.

Degenerados.

Y aún así quería seguir perteneciendo a aquel mundo tan poco agradecido. Claro que lo de tener fans no estaba mal, pero solo eran otra parte de la podredumbre: Un montón de adolescentes que darían lo que fuera por tener sexo con aquel tipo que cantaba barbaridades subido a un escenario sin importarles que fuera positivo en hepatitis.

Ni una pizca de aquel hechizo era real; el dinero gobernaba todo cuando alcanzaba mi vista, y sabía lo que aquello podía conllevar. Malas amistades, gastos innecesarios, costumbres cuestionables, bancarrota, yo ya había vivido todo eso y ni siquiera alcanzaba el cuarto de siglo de edad, por mucho que mi aspecto vampírico mostrara lo contrario.

¿Qué era entonces lo que mantenía unida a una banda, si muchos de ellos podían ganar fajos de billetes por su propia cuenta? En realidad tan solo el miedo. Por mucho que cada uno pudiera alcanzar el éxito individual si se lo proponía, se mantenían en su zona de confort, enfrentándose juntos a los conflictos que pudieran surgir.

Porque claro, seguro que el navajazo que quiere darte el bajista del otro grupo por haberle quitado a su ligue de 16 años te lo ahorrarás si vas acompañado, ¿no?

Repulsivos.

Casi sin darme cuenta comencé a hacer cosas solo en el estudio, a tomar decisiones para la banda como si esta fuera mía, y acabé escribiendo una canción entera. No parecería un gran problema de no ser porque habíamos seguido una estricta jerarquía desde que me uní: siempre era el líder de la banda el que escribía la música, y yo como vocalista solo me encargaba de la letra.

Pero ahí estaba, mi pequeño proyecto: "Le ciel". Era perfecta, todas y cada una de sus partes daban vueltas sin tropezar las unas con las otras...y quise sacarla adelante. Nadie me llevó la contraria al principio, aunque sabía que esos rostros serios no tramaban nada bueno.

El fin estaba cerca, y todos lo sabíamos. Malice Mizer no podría mantenerse en pie por mucho tiempo, al menos conmigo.

Así que esperé. Esperé al momento idóneo en el que todos se hubieran ido...excepto él. Tras ofrecer un gran concierto aquella noche ambos declinamos la oferta de nuestros compañeros de salir de fiesta para celebrarlo, como si esperáramos vernos, como si supiéramos lo que iba a ocurrir cuando estuviéramos a solas.

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