Capítulo 4

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La furgoneta llegó hasta mi bloque de apartamentos, y Reita se ofreció a acompañarme hasta la puerta, como ya era habitual. Nos despedimos de nuestros compañeros en pocas palabras y bajamos juntos del vehículo, que arrancó dejándonos atrás:

–¿Estás bien?–y solo en ese momento pasó su brazo por mis hombros

–Me siento como una mierda.–

–Lo sé.–subimos las escaleras hacia mi apartamento–Pero no quiero que te disgustes por eso.–

–Ya lo sé.–metí la llave en la cerradura–Pero es complicado estar bien cuando tu ídolo te ha amenazado de muerte.–abrí la puerta

–Bueno pues tendrás que buscarte otro ídolo.–entramos juntos–Yo, por ejemplo.–hizo una pose de culturista, y me sacó una sonrisa–Mucho mejor.–un beso sobre mis labios a la par que cerraba la puerta con el pie

¿Un beso? Sí. Akira y yo llevamos juntos prácticamente desde que formamos esta banda. Al principio él se hacía el tipo duro megahetero, pero en el fondo sé que había estado colado por mí desde el día en el que nos presentaron. En aquel entonces estábamos en otro grupo, y al principio no hablamos mucho, pero un día por coincidencias de la vida perdimos el último tren a casa y nos quedamos toda la noche juntos hablando de prácticamente todo. Ahí fue cuando me empezó a gustar a mí, y conocí la parte tierna de aquel tipo serio. La verdad es que yo estaba convencido de que le interesaban las mujeres -siempre había actuado como si así fuera- así que decidí ahorrarme sufrimientos y me resigné a ser solo su amigo. Y cuando yo ya no tenía ninguna esperanza y ya estaba pensando en pedirle a alguna amiga que me organizara una cita a ciegas con alguien...Me pidió salir. Fue justo después de uno de los primeros conciertos de The Gazette, me llevó lejos de los otros para declararse, como los niños pequeños:

–Oye...que me gustas y eso...–recuerdo las palabras torpes y las miradas al cielo, no sabía dónde meterse

Yo tampoco lo supe cuando le di un beso para que dejara de balbucear.

–Tú ya eres mi ídolo.–salí de mis ensoñaciones, me quité la camisa y la eché directamente al cesto de la ropa sucia, ni siquiera sabía si iba poder volver a ponérmela

–Hay que curarte eso.–

–¿Ahora? Quiero irme a la cama.–

–Pues no puedes.–me llevó al baño casi a rastras

–Eres un mandón.–me quedé sentado en la taza del retrete, y no me quejé aunque mi novio no era "lo más delicado del mundo" en lo que a curas se refiere

–Tú eres el que me manda siempre.–pero realmente se estaba esforzando en taparme la herida para que no me molestara–Akiraaa no seas tan desordenadoo, Akiraaaaaa tengo hambreee, Akiraaa veen que quiero sexooo.–

–¿Cuándo te he dicho yo eso?–miré el vendaje improvisado, estaba bastante bien

–En mi sueño de ayer.–

–Mira que eres idiota.–estiré de su camiseta para acercarlo a mí y poder besarle

–Mnh...–su mano en mi nuca–¿Es una invitación para que me quede a dormir?–

–Y a lo que surja mañana.–me levanté y salí del baño bamboleando mis caderas porque sabía que él me estaba mirando

En aquel momento no conocía este hecho, pero Akira y yo teníamos una relación mucho más adulta y sana de las que tenían cualquiera de nuestros "tan temidos senpais". Aunque lo lleváramos en secreto, aunque fuéramos unos niños aún y no conociéramos todo aquello que el mundo tenía para ofrecernos...contábamos con el mejor apoyo que podíamos pedir.

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