Capítulo 7

102 8 8
                                    


–Ven conmigo.–volvió a darme la mano–Y te prometo que será divertido.

Cuando Miyavi me invitó a pasar aquel día con él seguía teniendo mis dudas respecto a sus intenciones, ¿iba a tenderme una trampa? ¿Quería destruir mi imagen pública? ¿Darme una paliza?

–Eoooo~–y de repente lo tenía a milímetros de mi cara–¿Sigues ahí?–

–¡Quita!–lo alejé de mí

–¡Oye no es mi culpa que te quedes ido de repente!–dio un par de pasos hasta su destartalada motocicleta–Sube, nos vamos.–se montó primero

–¿Y el casco?–

Me cedió el suyo.

–Toma, mister wonderful. O te da miedo despeinarte.–

–...–me lo puse–Gilipollas. Espero que merezca la pena.–me subí detrás de él, agarrándome a la parte trasera de la moto

–Lo hará. Anda agárrate a mí que te vas a matar si no.–

–Estoy bien así, no te preocupes por mí.–fanfarroneé

–Claro.–arrancó y descubrí inmediatamente que no lo estaría, ya que esa velocidad era de todo menos normal...o legal

–¡Joder!–y efectivamente tuve que abrazarme a su cintura para no caer

Él solo soltó una carcajada ante mi reacción.

–¡De qué te ríes!–nos detuvimos en el semáforo

–Pareces mi novia.–

–Vete a la mierda.–

–Vamos a ir a un sitio genial cariño.–

–¿Un sitio de niñatos?–

–Y de tíos que buscan niñatos, sí.–

No sabía qué esperarme, ¿qué tipo de locales frecuentaría alguien como él? Seguro que nada que pudiera gustarme... y qué hacía yo entonces subido en aquella moto del demonio, con mis manos en sus abdominales y mi entrepierna rebotando contra su trasero a cada bache.

Supongo que dentro de mí aún residía una pequeña parte de aquel espíritu rebelde que me trajo a Tokio, y de aquel carácter por el que me negaba a regresar de vuelta a Okinawa. Quería ver qué podía ofrecerme ese desaliñado muchacho. Conducimos durante más de una hora hasta llegar a un local dejado de la mano de dios, a la salida de la ciudad, así que solo podía tratarse de un bar de carretera o un puticlub, y la cantidad de moteros de mediana edad que se encontraban en la barra no resolvió mi duda...

Si lleváramos nuestro maquillaje y atuendos habituales probablemente nos golpearían. Aunque bueno, Miyavi llamaba la atención allá donde fuera con su actitud remolona y su casi metro noventa.

–¿Qué quieres tomar?–mi acompañante se ofreció a sacar mi bebida

–Una cerveza está bien.–

–Entendido, pilla sitio en los sofás.–me aconsejó

Los asientos eran cómodos y a pesar de que la tarde aún era temprana por los altavoces del local solo salía rock puro. Me gustó. Había mesas de billar y dardos, si Miyavi se animaba podríamos echar un par de partidas. Dirigí mi mirada hacia él, y al parecer no era el único, aquellos hombres no habían perdido un solo detalle de aquellos boxers que se asomaban por sus pantalones, de los tatuajes de sus brazos y del piercing del ombligo. Y por supuesto él no se cortó inclinándose sobre la barra, haciendo que sus caderas se vieran aún mas apetecibles, y sonriendo a aquellos a los que pillaba mirándole.

Major content alertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora