Llevaba horas recostado en el sofá con la cabeza en su regazo, conversando sobre temas profundos, arreglando el mundo a las dos de la madrugada...
La noche había ido bien.
–Hakuei, levanta, son las nueve.–
Y me había quedado dormido en su sofá.
–Perdón...–me incorporé, posando una mano en mi omóplato–Joder...–aquel mueble me había destrozado la espalda
–¿Estás bien?–me miró mientras se quitaba la camisa, ya que ambos seguíamos con la ropa de la noche anterior
O lo que había quedado de ella.
–Sí, tranquilo.–me levanté–¿Puedo usar la ducha?–
–Claro.–
Caminé hacia el cuarto de baño sintiéndome un poco mareado aún...pero no recordaba haber bebido de más la noche anterior. Claro que recordaba con nitidez la lengua de Gisho en mi boca en mitad de nuestra conversación sobre la vida después de la muerte.
Dejé que el agua golpeara mi espalda durante unos minutos, sin pensar realmente en nada, con la mirada perdida entre las juntas de las baldosas del baño. Para cuando salí envuelto en una toalla y con mi ropa hecha una bola en la mano Gisho ya llevaba un traje de chaqueta y atendía su teléfono como si fuera un empresario importante. Siempre me han atraído los hombres imponentes. Dijo Hakuei midiendo 1,83 y cubierto de tatuajes. Imaginaros lo que me cuesta encontrar uno.
–¿Mm?–me acerqué a él
–Nada, tengo una reunión familiar ahora y no parecen ponerse de acuerdo con nada.–
–Ah...–entonces no podríamos pasar algo de tiempo juntos aquel día–Espero que vaya bien.–
–Irá bien.–sus dedos entrelazándose con mis mechones empapados, y su mirada fija en mis labios
Me acerqué para besarlo, teniendo cuidado para no mojar su traje, sonriendo en mitad del beso por la postura tan extraña en la que me encontraba. Y el teléfono volvió a sonar.
–¿Sí?–Gisho contestó mientras yo desabrochaba sus pantalones–Darme un poco de tregua estoy ocupado ahora.–casi pude escuchar el "con qué" al otro lado de la línea–Estoy con una chica, quiero un poco de privacidad ya sabes. No no la voy a llevar. Sí, nos vemos luego.–colgó el teléfono
Repentinamente su imagen de hombre poderoso y trajeado ya no me resultaba tan atractiva.
–Vas a llegar tarde.–me quité la toalla y me puse la ropa interior ignorando el intento de erección que tenía entre las piernas–Podemos follar por la noche.–me subí los pantalones
–Claro.–ni siquiera le importaba–Te llamaré.–
Salí de su casa con la camiseta a medio poner y el pelo aún húmedo, esperando no asustar a ningún vecino respetable con mis pintas de rockero acabado y mi expresión de enfado permanente que no se desvanecería hasta la hora de comer.
¿A dónde me dirigía? ¿A llorarle mis penas a algún amigo? No voy de ese palo.
Si realmente quisiera apartar a Gisho de mí lo haría. Rechazaría sus ofertas de sexo, y lo hago cuando no tengo ganas. No soy una víctima, sé dónde me he metido. Claro que me gusta y claro que duele cuando se inventa tapaderas para no decir que está conmigo "de esa forma", pero por el momento esas son las normas del contrato. Si me hubiera quedado y le hubiera hecho una mamada mientras hablaba por teléfono sí que hubiera sido gilipollas.
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FanfictionLa "escena visual kei", tan popular en Japón a finales del siglo XX: conformada por presencias sombrías y tenebrosas, pero a la vez etéreas, casi celestiales... Un mundo que rozaba lo irreal a ojos de los fans, pero con una dolorosa realidad para to...