Capítulo 2

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Debido a aquellas "diferencias irreconciliables" con el resto de miembros de mi banda, emprendí mi camino yo solo... Solo. No era algo que me molestara, en cierto modo me gustaba hacer las cosas a mi manera, pero tampoco era ese tipo de persona que anhelaba la soledad de forma casi congénita.

¿Había entonces alguien con quien yo disfrutara pasar mi tiempo? Claro que lo había. Un animal de frontera, un forastero: intruso en mi mundo y ajeno en el suyo. Takarai Hideto, quien posteriormente sería conocido como Hyde, fue mi primer y único amigo en la industria durante los años del inicio de mi carrera musical. Lo conocí en una fiesta cuando acababa de llegar a Tokio: todo Malice Mizer había sido invitado con motivo de la firma de dos importantes empresas que se embolsarían a partes iguales los beneficios de distribución de nuestro trabajo.

La primera vez que lo vi; con el pelo rizado y sin una gota de maquillaje en el rostro pensé que era una de esas mujeres que se dedican a indicar a los artistas la dirección en la que debían ir para no perderse en los enormes edificios de grabación, pero Mana me sacó de mi error con una grata pero breve explicación:

–Ese es Hyde, de L'arc en Ciel.–

–Pero no son una banda Visual Kei, ¿no?–aunque por aquel entonces era algo ignorante en cuanto a lo que me rodeaba, creía al menos saber eso

–No, no lo son.–

–Mm...–

Conseguí hablar con él ya muy avanzada la fiesta y con un par de copas encima. Más tarde fui yo el que estuvo sobre él. Congeniamos desde el primer momento y acabamos en su casa; compartiendo cama y tequila. Por la mañana desayunamos hablando de aspiraciones musicales, y renovó mis energías, que por aquel entonces estaban de capa caída tras el gran choque que había recibido al llegar a Tokio y encontrarme con el decadente panorama de la escena Visual.

Hubiera sido perfecto si a partir de aquel día nos hubiéramos visto a menudo, si hubiera podido hablar con él como mi confidente en los momentos en los que sentía el cielo caer sobre mí a goterones...pero eso no ocurrió. No es que no me cogiera el teléfono, no es que tuviéramos poco tiempo para vernos, lo que teníamos era una diferencia abismal separándonos. Hyde no comprendía lo que me ocurría; las presiones a las que estábamos sometidos no eran ni siquiera comparables. Él era intocable, no formaba parte del amasijo de violencia en el que me introducía día a día sin saber si volvería a mi casa de nuevo. Era un ser de otra galaxia, y ambos solo podíamos encontrarnos en la intersección de dos dimensiones separadas por un muro infranqueable construido a partir de los prejuicios y las sangre de nuestros predecesores. Una tragedia shakesperiana ambientada en tierras que él ni siquiera llegó a conocer. Supongo que esto deja en claro que todo se repite una y otra vez, sin importar el tiempo ni el lugar.

Así que cuando entré a mi primer local de conciertos a solas, ataviado con mi traje vampiresco murmurando oraciones budistas que me protegerían de demonios intangibles pero no de aquellos que me esperaban tras las puertas de metal...sí, podría decirse que estaba completamente solo.

**

Yo siempre había querido formar parte de una banda de éxito con mis amigos. Es el típico sueño adolescente, ¿verdad? Al principio todo es genial; te reúnes, ensayas y lo das todo como si fueras una estrella del rock, por mucho que tu voz suene mal y las guitarras estén desafinadas por puro desconocimiento.

Poco a poco consigues tocar en algunos lugares...gratis, claro. Y si tienes algo de suerte y de dinero ahorrado puedes mudarte a una ciudad más grande y buscar actuaciones de una noche para darte a conocer y...llegar a firmar por alguna compañía. Aquel fue nuestro caso.

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