Habían pasado un par de días desde aquel último concierto, y aunque mis heridas físicas estaban empezando a sanar, las mentales no habían hecho más que desgarrarse. Claro que ahora tenía el apoyo de Akira, pero después de pensar en frío sobre todo esto me sentía un completo imbécil. ¿Llenar con orina el depósito del agua? ¿Qué tenemos, quince años?
Bueno, si los tuviéramos quizá no estuviera temblando a las puertas del concierto de Dir en Grey, preocupado por si alguno de los amigos de Kyo aparecía y decidía tomarla conmigo. Son conflictos serios que no puedes ignorar, por muy buena persona que seas o quieras llegar a ser. Si no comes...te comen.
Claro que eso no iba a hacer que me sintiera mejor o que me llegara la inspiración divina para escribir sobre amor y sentimientos profundos como solía hacerlo antes de toda esta mierda. Y por eso estaba en aquella sala. Buscaba una nueva percepción de la música, o quizá aquella motivación tan lejana que ya parecía haber olvidado. Cualquiera diría que habían pasado varios años.
Las emociones fuertes calan hondo.
–Buenas noches, somos Dir en Grey.–
Y durante los siguientes noventa minutos, Kyo grabó su nombre a cuchillo en mis entrañas. Cada una de las notas salía disparada como una flecha en llamas y me alcanzaba de lleno, creando vórtices de carne, sangre y empatía. Me hablaba un alma torturada, un hombre distinto a todo lo que yo había conocido en el bar, en la calle y en el club. Vi su espíritu, despojado de aquella actitud inaccesible, rebosante de pesar y soledad. También pude observar la representación más desgarradora de aquello a lo que yo durante toda mi vida le había asignado la palabra amor.
Si había una sola posibilidad de que en el futuro pudiera emular remotamente a aquel hombre, quería tomarla. Y por eso le esperé, enfrentándome a todos mis fantasmas...y a un par de fans chifladas.
–Mm.–una vez más Kyo ni siquiera se molestó en hablar con ellas, y tampoco me miró
Así que volví a seguir sus pasos, y creo que él lo supuso. Porque me esperó. No es que me lo encontrara con los brazos abiertos para mí al doblar la esquina, pero se había parado a fumar apoyado en la pared cuando podría haber seguido andando hasta su casa.
Esta vez nuestros ojos se encontraron, y una sonrisa para nada amable apareció en su rostro al observar los vendajes que aún cubrían mis brazos y mejillas:
–Os patearon el culo, ¿no?–sostenía el cigarrillo entre sus dedos índice y corazón, y me quedé observando los tatuajes de su mano, los accesorios de plata que adornaban sus falanges, y sus nudillos abiertos, probablemente fruto de peleas en las que yo no osaría inmiscuirme
–Supongo.–me apoyé en la pared junto a él y me ofreció una calada, que por supuesto no rechacé
–Pues la música la tienes que sacar de estas cosas.–
–¿Ah?–
Cómo sabía que había venido por eso, ¿tenía poderes sobrenaturales, me espiaba?
–Es sábado por la noche y estás en un concierto mío en lugar de haber ido a cualquier local con tu novio y tus amigos o haberte quedado en casa componiendo. O estás falto de inspiración o te gusto.–
–...–eso me había pillado desprevenido–Supongo que...con todas estas cosas...en lo que menos he pensado ha sido en la música. Cuando mi banda era más pequeña no paraban de venir ideas para canciones nuevas...y ahora...las ideas que cruzan mi mente son solo sabotajes y peleas estúpidas.–
–Escríbelas entonces.–
–¿Ah?–
–Que da igual si las cosas que cuentas son buenas o malas, lo que importa es que sean reales. La moral es secundaria en todo esto.–
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FanfictionLa "escena visual kei", tan popular en Japón a finales del siglo XX: conformada por presencias sombrías y tenebrosas, pero a la vez etéreas, casi celestiales... Un mundo que rozaba lo irreal a ojos de los fans, pero con una dolorosa realidad para to...