Dos años más tarde, Susan ya tenía sus tan ansiados quince años, exactamente la misma edad que su desdichada madre cuando decidió utilizarla a cambio de dinero como si hubiera sido un objeto viejo que se tiraba a la basura obligándola a un siniestro y extremadamente duro destino.
Como toda adolescente deseaba tener su fiesta de ensueño, bailar y bailar con el chico que le gustaba, comer dulces y sonreírle a la vida, en fin, cualquier cosa que no involucrara su pasado descabellador del cual desconocía por completo.
La vida de Susan pronto iba a cambiar de golpe, pues su muy doloroso pasado iba a reaparecer como espuma de mar mucho más pronto de lo que todos se esperaban.
Miranda era una mujer muy dura de carácter, pues la vida la había hecho así de difícil e insensible hasta que rehízo su familia otra vez borrando de su mente y corazón a aquella pobre niña indefensa.
En cuanto a Karina y Rigoberto, ellos dos serían padres "(otra vez)", esta vez, tendrían dos hermosas gemelitas, y como en algún instante ellos dos dudaron acerca de la consanguinidad con Susan querían convertir a sus dos nuevas niñas en modelos de revistas como nunca lo lograron hacer con su primera hija.
Desde luego ellos dos eran unos completos extremistas pues esas niñitas ni si quiera hacían nacido y ya las hacían de celebridades famosas.
Con Susan, de la nada, y duramente Karina empezó a ser muy diferente con ella, pues Susan sólo quería ayudar a su "madre" con el recién embarazo, y con lo que le pagaba con insultos y regaños sin sentido alguno.
No sólo Karina, pues Rigoberto ahora quería más a sus hijas en camino que a la pobre Susan a quien alejaba poco a poco cada vez más.
Como Susan era relativamente una chica madura, pensó que era debido a que sus hermanitas iban a nacer muy pronto y que era muy normal por ese cierto aspecto.
Sin embargo (...)
De simples insultos pasaron a los golpes, si, pues Karina y Rigoberto vieron en Susan un obstáculo para seguir, y como ella casi ni era su hija no le ponían atención y la agredían física y emocionalmente, pues le decían cosas escalofriantes hiriéndo su autoestima y lamentablemente también su corazón.
—¡¿Porqué son así conmigo!? —¡¿Qué les he hecho yo, ehh? —preguntó Susan muy alterada y llorando desesperadamente.
—Ash niña, cállate, queremos oír los corazoncitos de tus hermanas Araceli y Mónica. —dijo Rigoberto por completo desinteresado en su hija Susan.
—¡¿Pero papás!? —Yo también quiero su atencióooon, ¡Ay, mi pecho! —Se aprieta mucho, ¡¡Ohhh!! —exclamó Susan a punto de desmayarse.
—¡¡Ya basta niña!! —No quieras llamar la atención como una niñita mimada de cinco años, ellas son tus hermanas y debes de atender a tu madre como se merece. —No te imaginas lo mucho que me das asco. —dijo Rigoberto de verdad enfadado.
Desde ahí y por siempre empezarían las torturas y tormentos para la pobre Susan, la criatura menos culpable del universo y lastimosamente la peor de las víctimas.
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Proceso para destruir mi alma©
Non-FictionEsta historia es para reflexionar acerca de las muchas cosas que pasan en nuestras vidas y no les tomamos la suficiente importancia. ¿Cómo una persona puede influir en nuestra vida hasta hacernos miserables? O por el otro lado, ¿Cómo la persona que...