Dicen que uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. Y uno escucha aquel pensamiento tantas veces, y tantas veces uno lo entiende con un milímetro de profundidad. Hasta que toca a tu puerta. No fue necesario que me lo detallaran, porque ahora mismo lo padezco, y descubro que ni el más profundo mar lo entiende. También dicen que no se puede dejar de querer de la noche a la mañana. No pretendo dejar de quererte, no confundas mi silencio con no querer hablarte. En el silencio, uno intenta reflexionar, y cuando uno calla es porque quiere olvidar. Creo que, tal vez, a diferencia tuya, yo no estoy sufriendo por arrancarte de mis días, eso se lo dejo al tiempo y al no verte. Y quizás ese no verte es lo que me hace sufrir demasiado, porque va diluyendo tus caricias y te vas yendo más que cuando te fuiste. Tendré que recurrir a la media luna para volver a mirarte. Y la contemplaré muchas veces, que la media luna empezará a ser solo una media luna. Y miraré detenidamente el firmamento en la noche, para que aparezcan las estrellas. Serán muchas veces contándoles de ti, rogándoles tanto, para que vayan a buscarte con mis recuerdos. Y así, poco a poco, ya no aparecerán al anochecer, y yo, cansado, ya no voltearé a mirarles. A pesar de todo, de que sé que las esperanzas de volver a estar juntos son inciertas, de que algún día, aunque no lo quiera, empezaré a olvidarte, y tú también harás lo mismo; solicito que quede bien en claro algo: todavía no he dejado de pensarte, mucho menos de quererte.
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Viaje a contraluz
Thơ caEscala de contraste de poemas oscuros a poemas claros. Bienvenidos a este viaje a contraluz.