Hombre maestro

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Hay un hombre
que me enseño el recorrido
de sus ejemplares pasos
para que yo pueda marcar los míos.
Me dejó llorar lo suficiente
para aprender de mis primeros tropiezos y desvíos
y me dijo que aunque haya cicatrices en las rodillas
nunca debes darte por vencido.

Aquel hombre
me cargó entre sus hombros
para poder ver la vida desde lo alto
y saber que desde abajo
se lucha para alcanzar los sueños. 
De él observé
a entregar un saludo siempre con respeto
y me formó para entender
que más alegría hay en dar
que en recibir
cultivando en mi interior
virtudes que ahora agradezco.

Ese hombre
que solo tuvo elemental educación
ha sido mi gran maestro.
Se negó a seguir sus sueños
para que yo pueda construir los míos.
Tantas veces me columpió entre sus brazos
que hoy se encuentran ya exhaustos.
Ahora soy yo quien debe cuidar
sus lentos pasos.    

Viaje a contraluzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora