Paradero Supe

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Voy serpenteando el sendero que me susurra la arena.
La salinidad fría rememora que ya me encuentro cerca.
Los muelles me abren paso entre las oleadas de bienvenida.
Los pastizales de plumas me reciben danzantes con la música solemne de la brisa.

Las infatigables arrugas bajo el sombrero de paja
me enseñaron que aquí se sirve la mesa con el sudor de la chacra.
Me educaron para escribir correctamente la palabra respeto
y es así que no en vano ha pasado tanto tiempo.

Me alimenté escuchando el insondable fuego de la leña.
He disfrutado de todos los sabores que nos regaló la tierra
como endulzar momentos con los algodones de pacay
o los frutos de los árboles de lucma que en la ribera ya no están.

Por allí estará la infancia donde los potros surcaban el cielo
y se trazaban las estrellas para dar vida a los becerros.
La acequia ha retozado tantas veces los ancestros de mi piel
y mis huellas descalzas han sombreado otras tantas por los cerros del atardecer.

Voy auscultando mi pasado guardado en una casa de adobe,
aquella donde fui muy dichoso sin importar la cuna pobre.
Las nubes azuladas se acercan al verme arribar de nuevo
reconocen que soy el mismo de antes pero con el traje ya viejo.

Viaje a contraluzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora