Bendición de madre

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Tú me has obsequiado
entre nueve lunaciones
la más hermosa cuna.
Y contigo aprendí
a sentir el verdadero amor
que tus ojos hoy alumbran.

Sé que preferirías repetir
cada infancia coloreada
hasta el resto de tu vida,
por más que mañana
tus fuerzas se acaben
para amamantar las mías.

Me has enseñado tiernamente
a palpitar tu nombre
y a dar mis primeros pasos,
por eso me he convertido
en la correcta persona
que instruyeron tus abrazos.

Incubaste mi carácter
para enfrentarme solo
al tobogán de mis retos,
porque me diste humildad
y a la vez duro orden
para ganarme respeto.

Dios es tan sabio
que los mejores regalos
al ser con amor no se eligen.
Por eso, madre, no bastan rosas
para darte las gracias
cuando tu cariño bendice.

Estuviste siempre allí
acompañándome
en cada grato recuerdo
y en cada dura caída.
Incluso estarás allí
consolándome
cuando nos alcance
la temporal despedida.

   

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