Enemigo supremo

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El enemigo no está afuera
ni tampoco en mi sombra.
A veces lo observo
cuando reflexiono
pero al final
siempre se me esconde.

Me convence con engaños
de que tengo la razón
y sabe complacerme
para acomodarme
en mis ilusos laureles.

Conoce mis temores
para obligarme a evitarlos
y agrieta mi confianza
cuando intento hacer
algo por mí mejor.

Por momentos
se convierte en capitán
de mis caballos instintivos
y después de sus estragos
soy el único culpable.

Me conoce tan bien
para distraerme
de encontrar una luz
al final del túnel.

Se siente tan cómodo
hacerle caso
sin embargo presiento
que ello terminará
haciéndome daño.

Sé que no es invencible
pero sí que es difícil
acallarlo desde el interior.

A veces el enemigo
se muestra directo
retándome a los ojos
a través del espejo.

Viaje a contraluzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora