Capítulo 10

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Eran las 1:36 de la madrugada del viernes 21 de Julio cuando estacionó fuera de la casa de Matt Cortez. Era una calle que terminaba en U y había varios vehículos estacionados ahí. En una de las casas al final de la calle estaba llevándose a cabo una especie de fiesta de exterior y la música de los enormes parlantes resonaba en los vidrios de cada maldita casa a trescientos metros a la redonda. La casa de Matt Cortez estaba dentro de esa área. Frank sonrió totalmente complacido. Era la casa número 5043. Una planta, sin rejas y al parecer sin perros. Un viejo Chevy estacionado en la parte delantera y cada una de las luces del interior apagadas.

Frank esperó a que una pareja pasara de largo rumbo al final de la calle antes de bajar de su auto, comenzó a caminar de manera totalmente disimulada hacia la acera de en frente y luego con prisa corrió hasta el patio trasero. En el viaje hasta el lugar había estudiado cómo iba a entrar a la casa, pero ahora que estaba ahí todos sus planes se habían deshecho. Decidió entonces simplemente empuñar la mano dentro del brazo de su chaqueta y de un golpe del puño quebrar una de las pequeñas ventanas de la puerta trasera. No hubo ninguna respuesta desde el sombrío interior de la casa. Limpió los vidrios con prisa y luego metió la mano para intentar abrir la puerta. Y lo logró al primer intento. Cerró la puerta a sus espaldas y avanzó por sobre los vidrios rotos. La luz natural era una excelente aliada en esa pequeña y sucia cocina.

Decidió tomar un cuchillo sucio que reposaba junto a un par de platos sobre la encimera. Era grande y parecía estar bastante afilado. Lo abrazó con los dedos de su mano derecha y salió de la cocina hasta un pequeño pasillo que daba a la sala de estar. Estaba algo desordenada y olía terrible, pero no había nadie ahí. Sobre el comedor había un portátil abierto, aunque estaba apagado, y la puerta del baño estaba abierta. Olía a lavanda. Se giró para mirar la puerta principal y luego tomó el camino a través de la sala para llegar a la última puerta. Estaba semi abierta así que solo tuvo que empujarla con su hombro para mirar al interior. Había solo un bulto sobre la cama de dos plazas. Un bulto largo que roncaba de manera casi tan sonora como la música que claramente se escuchaba al interior de la casa. Frank frunció el entrecejo, ¿Cómo demonios podía dormir con todo ese ruido?

La respuesta llegó a él cuando exploró un poco más. Había un frasco con píldoras sobre la mesita de noche, también un vaso de agua y un teléfono celular conectado a la corriente. Seguramente su sueño influenciado por los narcóticos era tan intenso que no despertaría sin importar cuanto ruido hiciera, y eso lo dejaba totalmente a su merced. Frank dejó el cuchillo sobre un pequeño armario y se tronó los dedos.

La diversión recién comenzaba.

Con movimientos felinos se aproximó a la cama y le quitó toda la ropa de cama de encima, lanzándola al suelo. El sujeto traía puestos sólo unos boxers negros y su peludo torso quedó al descubierto. Frank sonrió, realmente ni siquiera parecía haber notado eso. Usó el cuchillo para cortar las sábanas y luego usó esos pedazos para atar sus pies entre sí. Aprovechó luego, cuando en su sueño Matt se giró sobre sí mismo para darle la espalda, y se acercó a atar ambas manos a sus espaldas. Se alejó justo a tiempo cuando decidió girar una vez más sobre la cama, notoriamente incómodo ante los cambios de temperatura o sus miembros inmovilizados. Frank sabía que pronto tendría que dar inicio todo, así que decidió apurar la marcha. Regresó a buscar el cuchillo y con la mano izquierda tomó el vaso de agua para luego lanzar el contenido en el rostro de Cortez.

Lo vio quejarse dormido y luego lo vio pestañear perezosamente, sus intentos por liberar sus manos para limpiarse la cara fueron inútiles, y medio segundo después el hombre sobre la cama descubrió que no estaba solo.

— Ni siquiera tiene sentido que grites —le informó Frank, el sujeto seguía intentando descifrar si estaba despierto o no—, los tipos al final de la calle tienen la música realmente alta. Dudo que alguien vaya a escucharte. Súper conveniente, ¿no crees?

the hunt ・ frerardWhere stories live. Discover now