Capítulo XXII

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Aunque Xander hubiera querido, no pudo regresar a México, ya que la universidad le había extendido su tiempo de estadía en Suiza, habían pasado 7 meses más y ya se encontraba despidiéndose de sus compañeros

La relación que mantenía con Alan cada vez era más compleja, por la diferencia de horario, las actividades de cada uno, hacian que se distanciaran cada vez más. Las veces que Xander había ido de visita a México Alan siempre intentaba convencerlo para que no se fuera.

-Puedes buscar algo aquí en México, seguro encontrarás algo rápido-, decía Alan, cada oportunidad que se le presentaba.

-No se trata de eso Alan, a pesar de que yo quiero estar contigo, también quiero aprovechar esta oportunidad, me gusta lo que estoy logrando fuera de mi país

-Lo sé cariño, pero no estoy de acuerdo con eso

-Quizá si en algún momento fueras tú de visita, podría gustarte y...

-Tengo mi trabajo y mis negocios aquí-, interrumpió Alan-, no podría

Al salir y despedirse de sus compañeros de trabajo, Xander prefirió irse caminado a casa, caminaba con tristeza, y pensaba en todo por lo que había pasado, una que otra lágrima caía de sus mejillas, pero limpiaba cualquier rastro que dejaban. Llegó a su departamento, y lo miró detalladamente, observando todos los detalles de este, grabando cada punto de su estructura en sus recuerdos.

-Joven-, un anciano le interrumpió-, me piden que reciba este detalle-, Xander tomó los chocolates que tanto amaba, y no pudo retener sus lágrimas en recordar a Alan, e imaginar en que pasaría más adelante con ellos, por las decisiones que había tomado.

-Gracias, dijo casi en voz baja-, ¿puede decirme quien los envía?-, el anciano lo miró y sonrió malvadamente.

-Solo le puede decir, que se metió a ese edificio-, dijo y se fue.

Ernesto, él sabía que estaría así, tendría que improvisar y decir algo, entró al edificio, y al entrar a su departamento encontró una nota, diciendo que lo esperaban para la cena en un restaurante que desconocía, pero irían por él.

Llegó la hora, y cuando entró al restaurante se sorprendió de lo lujoso que era, quizá era la despedida para los practicantes; Xander no podía impedir sentirse sensible y dejaba escapar unas lágrimas. El mesero lo condujo a una área especial, donde solo había dos sillas, y él comenzó a sentirse confundido por un momento.

-¿Por qué lloras?-, se giró lentamente al identificar ese timbre, y esa voz entrecortada.

-Porque es mi último día aquí.

-Te extrañé joder Xander-, tomó a Xander antes de que pudiera decir algo más y lo besó. Xander se sintió un poco aturdido por el momento y no pudo reaccionar bien, lo cual espantó a Alan-, ¿estás bien?-, decía asustado.

-Tenemos mucho de que hablar-, dijo Xander y apoyó su cabeza en el pecho de Alan sintiendo como su corazón comenzaba a acelerarse.

-No Xander-, lo tomó de la mandíbula y lo miró directo a los ojos, mostrando no miedo, sino pánico-, no hay nada de que hablar, vine aquí por ti, no permitiré que te quedes, sé que te ofrecieron trabajo en centros de estudios importantes, pero no dejaré que te quedes, así tenga que hacer hasta lo que llaman imposible, pero tu te vas conmigo-, Xander sonrió por lo que acaba de escuchar de Alan.

-¿De qué estás hablando?-, decía confundido

-¡Mierda!-, decía Alan desesperado-, no quería hacerlo ahora, pero tengo que hacerlo Xander-, dijo y comenzó a llorar.

-Alan, también te extrañé demasiado-, decía acercándose a él para abrazarlo-, pero...

-No-, dijo ininterrumpiendo y alejándose un poco de él-, vine aquí por ti, todo este tiempo tenía miedo, porque sabía que algo así ocurriría. Te amo como desde el primer día mi amor-, decía mientras acariciaba sus rostro-, no ha cambiado nada entre nosotros, cada día sigo queriéndote más, como siempre-, sonrió nervioso Alan.

Grados Inesperados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora