S I E T E

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Cuando llegué a la casa más tarde pasé a la cocina, para encontrarme con Gabbie y Ruth discutiendo. 

—¿Qué no la que sabe cocinar soy yo?-- decía molesta Ruth, y Gabbie se quedó callada, porque sabía que tenía razón.—Eh...eso pensé. Será pizza entonces, mañana podemos hacer lasaña.

—Hola.—interrumpí.

—Oh Audrey...— dijo Gabbie—¿Qué te gusta más? ¿Pizza o Lasaña?—sonrió de lado y Ruth la fulminó con la mirada. Les contesté que Lasaña para molestar a Ruth y subí las escaleras después de despedirme. 

Cuando llegué a mi habitación, me quedé viendo más allá de mi ventana. Dejando que mis ojos viajaran por el hermoso panorama que se desprendía delante mío. Se sentía tan abrazador y familiar esta vista ya, y a veces una punzada de culpa me recordaba que la única razón por la que estaba aquí era porque mis padres no estaban. 

...

—¿Cómo te fue en tu primer día?-- preguntó Brielle con una sonrisa. Asentí porque tenía lasaña en la boca. 

—Nos llamaron por la mañana— soltó Robert—¿Todo bien? Nos preocupamos mucho.—sentí el calor subir por mis mejillas. 

—Ah, sí... de verdad lo lamento mucho,—bajé la mirada hacia mi plato—han sido unos días demasiado estresantes y difíciles. Yo—

—No importa cariño, cualquier problema no dudes en confiar en nosotros.—Brielle tomó y la entrelazó con la mía. Mi estómago dio un vuelco. 

—Oímos sobre unas actividades extras, del instituto.—Robert dijo—Tienes que decirnos cuál quisieras para poder dar los papeles de la inscripción. 

—Hablando de papeles... ¿De dónde consiguieron mis papeles para la inscripción de la escuela?—solté directamente y sin rodeos. Mi madre siempre tenía nuestros papeles escondidos en una caja fuerte, aunque realmente nunca me pareció extraño. 

Robert pareció abrir los ojos como platos y Brielle casi escupe todo el vino que acababa de meterse a la boca.

—Oh, sí.— tosió falsamente—Sí, claro. Tu acta, por supuesto. Servicios sociales nos dio todos tus papeles. Supongo que tienen muchos archivos guardados con papeles para todos, ¿no crees?

Comí otro poco de lasaña que había en el plato, junto con un trago de jugo que Ruth me había dado. De pronto, un picazón llegó a mi garganta y comencé a toser sin parar. Sentía como rocas tapando el aire en mi garganta. 

Robert tenía su cara llena de preocupación. Brielle fue la primera en reaccionar, levantándose de la mesa rápidamente. Robert me preguntó si me sentía bien. Abrí mi boca, sin embargo no podía hacer nada más que emitir quejidos de dolor y pánico; sentía que me ahogaba y seguía tosiendo sin cesar. Los sonidos se hicieron sordos de pronto y lo único que veía era un caos en silencio: Brielle gritándole a Ruth, Robert tomándome de los brazos, Gabbie corriendo hacia el teléfono fijo. No pasó mucho rato hasta que mis ojos se sintieron pesados y decidieron cerrarse, dejándome con nadie más que la oscuridad. 

...

—De verdad lo siento mucho querida, esto no debía de ser así.

—Espero que no tarde en despertar. 

—Creo que la anesteciaron bastante. 

Me removí incómoda en una dura superficie. Mi pecho dolía un poco, mi garganta estaba seca. 

—Hasta luego, hija.— esuché una voz, más lejana que las otras. 

Abrí mis ojos lo más rápido que pude. Intenté abrir mi boca y hablar, pero no salió sonido. 

—Oh, cariño. Hola, ¿cómo estás?— una voz a mi izquierda resonó por la habitación. Era Brielle.—¿Puedes hablar?—negué la cabeza con toda la fuerza que tuve. 

Unas manos me ayudaron a sentarme y acomodar el respaldo. Mi vista se fijó en Robert y Brielle, sus manos entrelazadas y sus miradas de alivio. La enfermera que me ayudó a levantarme me dio una pequeña pizarra y un plumón. 

"¿Qué fue lo que pasó?" Escribí

—Estábamos cenando y de repente tuviste una reacción alérgica. No sabíamos que eras alérgica a algo, servicios sociales nunca nos advirtió. 

"A lo única que soy alérgica es al pescado... lo cual dudo estaría en la lasaña" 

—No te preocupes querida, lo resolveremos.—Brielle tomó mi mano y recordé cuando lo hizo en la cena también. 

"Por qué no puedo hablar" escribí y luego "?" más grande que las letras anteriores. 

—Tuvieron que ayudarte con un respirador artificial; tu garganta se cerró y tu tráquea impedía la entrada de aire a tus pulmones. No te preocupes, hablarás bien y como si nada mañana. 

Cuando llegué a la casa nuevamente, me sorprendí al encontrarme con Matthew en su jardín, quien salió corriendo hacia el de los Ross el momento que me vio. 

—¿Está todo bien? Ayer en la noche vimos la ambulancia afuera de tu casa. Me preocupé bastante.—saqué mi pequeña pizarra y empecé a anotar, a Matthew le pareció divertido porque sonrió. 

"Reacción alérgica no especificada a la lasaña, ???" Luego borré y después: "Tuvieron que ponerme un tubo para poder respirar o algo así, no puedo hablar hasta mañana." 

Matthew asintió y después me dio un cuaderno, —No querrás atrasarte en las clases de biología. Los exámenes sorpresa siempre son... verdaderamente sorpresa.— reí silenciosamente y asentí en modo de gracias antes de tomar la libreta.—Supongo que te veré después, espero que te sientas mejor.— dijo antes de irse. 

Esa noche me fui a dormir con distintos pensamientos en mi mente, y aunque en algún momento mis pensamientos eran tan abrumadores y poco agradables, nada venció a todo el cansancio que sentía y poco a poco mis ojos se cerraron. 

...

Como no estaba obligada a atender a la escuela, decidí que saldría un rato a caminar en los alrededores y disfrutar un poco de lo que era Frenchville. Dejé una nota en la cocina antes de irme porque, aunque llevaba tres días viviendo con los Ross, no había intercambiado mi número de celular con nadie en la casa. El taxi me llevó a un centro comercial y agradecí con mi voz ronca antes de salir del auto. 

El centro no era enorme, pero si podías pasar horas en él, como yo. Pasaba por tiendas, compraba ropa y otras cosas; como una libreta donde decidí que escribiría todas las cosas que pasaban desde aquel sábado en la mañana. Pronto estaba cansada y decidí en ir a comprar algo de agua, ya que mi garganta estaba seca de nuevo. 
Cuando tomé asiento en una de las muchas mesas alrededor, mi vista se fijo en un rostro familiar observándome. Tenía lentes de sol y tapaban casi la mitad de su cara pero la distinguí perfectamente. Mi corazón dio un brinco. ¿Qué hacia ella aquí?

Dejando detrás mi paranoia, se me hizo algo normal y la saludé con la mano. Ella dio un sobresalto y salió corriendo.

¿Pero qué demonios? 






El Caso De La Familia RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora