Capítulo 3

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Leo lo interrumpió y agregó.

— Deja que lo diga yo, es más divertido.

— Bien — dijo resignado Ken.

— Resulta que Ken estaba conectado a un respirador artificial, debido a que como se había fracturado la nariz no podía respirar adecuadamente. Y cada vez que llegaba a verlo, la maquina enloquecía indicando lo rápido que subían los latidos de su corazón.

— ¿En serio? — le dijo Hyuk comenzando a reír mirando a Ken.

— La primera vez que me pasó, fue cuando estuve completamente consiente de todo lo que me había pasado. — continuó Ken — Recuerdo que después de mi chequeo, observaba todos los movimientos de Leo en el cuarto, y cuando se acercó a mi pecho, el maldito sonido ése me delató. Me ponías nervioso y no sé por qué — dijo volteando a ver a Leo.

— Si, y yo que pensaba que le estaba pasando algo y cuando me di cuenta de lo que ocurría...

— Se rio de mí. — terminó Ken su frase — ¡¿Qué clase de profesional hace algo así?!

— Lo siento Kendy pero, es que todo eso fue muy gracioso, jamás me había pasado con ningún paciente antes, bueno al menos que yo me diera cuenta. Además desde que entraste a mi cargo sentía algo por ti, no sabía que era, y me reí por que el sonido de tu corazón era el mismo que estaba sintiendo el mío.

— Sí, pero el tuyo no tenía bocinas integradas.




Los tres rieron. La historia del sonido del corazón de Ken, a ellos le parecía muy graciosa, pero la realidad era que sus almas estaban reconociéndose. Por fin después de tanto tiempo volvían a verse la una a la otra. Y todo a través de ellos.



— Bueno ya. Basta de reírse a mi costa — dijo Ken tratando de ponerse serio.

— Ok, pero y entonces ¿qué paso después? — dijo Hyuk.

— Ken estuvo con el respirador artificial dos días más.

— Y cuando por fin me lo retiraron, no sabes lo feliz que estaba.

— Sí, me lo imagino — le dijo Hyuk riéndose otra vez.

— Ya basta, sino no te sigo contando nada.

— Está bien, ya me callo — respondió Hyuk.

— Continua tú Woonie — dijo Ken.

— La evolución de Ken era favorable, pero aun teníamos que tener especial cuidado de que no se le fuera a infectar alguna herida, y seguir monitoreándolo por supuesto. Poco a poco sus constantes vitales eran mucho más favorables, hasta que una noche él habló conmigo para pedirme un favor especial.

— Si, lo que paso es que a pesar de estar en un cuarto y que podía ver a mi familia casi siempre estaba solo, a excepción claro de Leo y las enfermeras que de vez en cuando hacían sus cosas de rutina — y mirando a Leo agregó — No te ofendas cariño, pero si no me hubieran cambiado de habitación, después de mi tercer día ahí, seguramente hubiera muerto pero de aburrimiento.

— Tampoco exageres. Mira que he atendido a muchos pacientes durante toda mi carrera, pero tú eres el único que se ha quejado porque estaba solo — dijo Leo.

La petición de Ken parecía razonable al fin de cuentas por las heridas que había sufrido y que a pesar de que se estaba recuperando rápido, todavía tendría que estar en el hospital por lo menos tres semanas más.

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