Souls [KEO]

Prólogo

Corea del Sur, Busan

Agosto de 1565

Después de 9 largas horas de labor de parto, la esposa del señor Bae por fin pudo tener a su hijo. La comadrona se encargó de todo a pesar de las complicaciones y los ajetreos que dio.

Tener a dos mujeres parturientas en el mismo día era agotador.

- ¿Cuál será su nombre? - preguntó la comadrona, mientras entregaba al pequeño a su madre.

- Bae... su nombre será Bae Yong Joon.

- Entonces pequeñito - dijo la comadrona mirando al bebé - serás muy valiente y sobresaliente entre muchos.

* * *

El pequeño Bae Yong Joon era el primero en nacer en tierras extranjeras, sus padres habían logrado salir por fin del norte de Corea y ahora vivían plácidamente en el sur.

No solo era el primero de esa pequeña familia de tres, sino que su alma era la primera vez que vivía en la tierra, lo cual quería decir que de aquella persona que se enamorara por primera vez sería su compañera por el resto de su vida y las vidas siguientes.

Coincidencia o destino pero Yong Joon posó su mirada y su amor en la persona que menos imaginó. Sólo otro niño compartía el cumpleaños con él, y ese era el pequeño Kwon Sang Woo, nacido con horas de diferencia de Yong Joon. Que al igual que él también era la primera vez que su alma estaría en la tierra.

Las almas no tienen un sexo definido, por lo tanto no importa si la persona es hombre o mujer, al ser creadas las almas se reconocen porque fueron hechas para acompañarse por siempre.

* * *

Ellos nunca se tocaron siquiera de forma inapropiada, jamás se hablaron de amor, pero ambos sabían que se pertenecían uno al otro. Con tan solo 15 años de edad sus almas enfrentaron, la primera rotación de sus largas vidas en esta tierra.

Ambos murieron de viruela, debido a la gran pandemia surgida tan solo unos años después de su nacimiento. Primero se fue Sang Woo y unas horas después lo hizo Yong Joon, quien era su compañero junto con el resto de su familia. Morir a lado de las personas que más amas tal vez no sea tan malo, aunque no quieras alejarte de él.

* * *

El primero en reencarnar fue Sang Woo, solo que lo hizo 20 años después en una pequeña población del norte de Japón, su nueva vida como Akihiro duró cerca de 50 años hasta que falleció de un ataque al corazón, tal vez debido a que nunca pudo encontrarse con su alma compañera. Yong Joon reencarnó 5 años después de la muerte de Akihiro, en una ciudad de Tailandia como Khalan, el cual vivió unos 70 años en la tierra como agricultor del maíz.

* * *

Algunas vidas más, con profesiones y oficios distintos, sus almas por fin volvieron a surgir en el mismo tiempo y en el mismo lugar, después de 426 años se reencontraron en la tierra que los vio nacer.

Khalan le dio paso a Jung Taek Woon, nacido en la cuna de una familia acomodada, siempre quiso ser doctor, debido a que su padre alguna vez le contó sobre su mejor amigo de la infancia que había fallecido cuando el chico tenía tan solo 20 años de edad, de cáncer.

Cada que su padre le contaba lo buena persona que había sido su amigo, a Taek más ganas de convertirse en doctor le daban, por eso al llegar el momento de elegir carrera no lo dudo, siendo un estudiante de primera se graduó con honores de la facultad de medicina, 3 años antes que el resto de personas de la misma edad que él.

Y debido a eso obtuvo el privilegio de que le otorgaran un puesto en el famoso hospital General de Corea del Sur.

Akihiro vio la luz de un nuevo día como Lee Jae Hwan, también de familia acomodada, futuro por demás prestigioso, pero que él se negó a aceptar ya que su más grande sueño había sido el poder cantar para una gran multitud. Siendo el segundo hijo varón de la familia Lee, tuvo la suerte de que su hermano mayor Joon estudiará negocios como su padre. Así de esa manera no tendría la obligación de hacerse cargo de la franquicia de hoteles de la que su padre era dueño. Y podría hacer con su vida lo que él quisiera.

Por cada vida vivida, las almas siempre obtenían algo que les facilitaría la vida para la siguiente vez que reencarnaran en la tierra. Ellas no podían recordar nada de sus vidas pasadas, pero podían sentir cuando estuvieran frente a aquella alma que fue marcada desde sus inicios como su compañera.