Capítulo 13

2.8K 376 42
                                    

13

Los cuatro estamos sentados en una mesa. Pocas veces me he sentido más incómoda, y eso que en una ocasión mi padre me llevó a conocer la Casa Blanca cuando yo era pequeña, y nos encontramos con el Presidente.

No he dicho nada desde que llegué, y me han hecho saber que no necesito hacerlo. Sam y su padre charlan animadamente acerca de distintos casos que enfrentaron, mientras su madre me mira de reojo sin decir una palabra. Sobre la mesa, en un elegante mantel, hay una botella de vino y tres copas de cristal, una para cada miembro de la familia. Parece ser que está noche solamente tomaré aire. Es increíble que, sin haberme soltado una palabra, me hayan dejado totalmente en claro lo poco bienvenida que soy aquí. Y para colmo estoy aburrida. Si por lo menos estuviera cerca de mi teléfono podría fingir que recibo una llamada y necesito marcharme, pero me quitaron mi bolso de mis manos en cuanto cruzamos la puerta.

-Es una lástima que no nos hayas avisado con un poco de anticipación que traerías a alguien contigo -había dicho la madre de Sam cuando llegamos -. De haberlo sabido, podríamos haber preparado una cena más abundante.

Sam se sacudió el comentario de su madre con una sonrisa, peor a mí me quedó muy claro el significado de sus palabras: será mejor que te vayas.

Echo una ojeada disimulada a mí reloj, y me sorprende ver que sólo llevamos aquí media hora. Personalmente, siento que no me he movido de esta mesa desde hace dos o tres días. Trato de evadirme mentalmente de la situación, pero es inútil.

Estoy atrapada aquí.

~*~

La cena fue una tortura de tres horas, en las que apenas dije una palabra. Por suerte, Sam tiene un cliente que atender mañana temprano, por lo que la tortura no es tan larga. Sin embargo, es lo suficientemente mala como para que la recuerde durante el resto de mi vida.

Los padres de Sam se despiden de él afectuosamente antes de que subamos al auto. En cambio, todo lo que yo consigo es un apretón de manos por parte del padre de Sam, y un gruñido bastante horrible de su madre. Sin embargo, mi anfitrión parece no enterarse, porque no deja de parlotear acerca de lo maravillosa que fue la noche. Yo me quedo callada, con los brazos cruzados y mirando por la ventanilla, mientras lo dejo hablar. Me siento estafada. Fui arrastrada a una noche horrible, con alguien que ni siquiera estoy segura de que me guste, y con quien, definitivamente, no me siento cómoda estando.

Finalmente, Sam parece darse cuenta de que la única voz que se oye en todo el auto es la suya, porque deja de hablar. Tengo que hacer un esfuerzo peor recolectar mi cerebro y logro darme cuenta, vagamente, de que lo último que dijo tenía forma de pregunta.

-Lo siento, me distraje -me disculpo -. ¿Qué dijiste?

-Te estaba diciendo que me parece que fue una gran idea ir a cenar con mis padres esta noche, ¿no te parece?

-Por supuesto. Fue una excelente idea -respondo con un suspiro de resignación. No tengo ganas de comenzar una pelea, pero algo en el universo debe estar en contra de mí, porque Sam parece no notar mi tono, y, en cambio, decide seguir interrogándome.

-Me pareció que sería una buena oportunidad para que vieras que quiero tomar en serio nuestra relación. Estaba pensando qué sería lo mejor que podría hacer para demostrártelo, y esto fue lo primero que me vino a la mente. Además, me agrada ver a mi padre fuera de la oficina, y se me hizo bastante obvio que te adoraron.

-¿Acaso estabas en la misma habitación que yo? -exploto sin poder contenerme. Sam abre los ojos ante la sorpresa -. ¿Siquiera en el mismo universo? ¡Es obvio que tus padres me odian!

De Princesa a Plebeya     COMPLETADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora