Capítulo 8 (Por el psiquiatra)

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Estaba raramente pensando en eso que alguien había notado a cerca de la vida de las personas. Eso que decía que la tercera parte se la pasaba durmiendo, y no dude en decir que de los dos tercios restantes, más de la mitad, las personas nos la pasamos buscando quien realmente somos. Eso sí que era simplificar la vida. Eso sí era hacerla corta.

Llego Daniel y yo ya no me sentía atormentado por su existencia y ni siquiera por su presencia.

Le dije que quería saber que tan bueno era definiendo conceptos que al hombre le habían llevado siglos intentar hacerlo. Que debía responder lo que se le ocurra, no importa de dónde lo había sacado o como había logrado llegar a sus conclusiones. El solo me respondió con una sonrisa.

"Dios" le dije. Y largo una carcajada. Me dijo que le pregunte algo más difícil y me negué pidiéndole la definición. "Bien" me dijo "la síntesis perfecta entre el hombre y la naturaleza".

Quise prolongar un rato el silencio antes de pasar a la otra palabra pero se me fue de las manos. Cuando volví a mí, Daniel bostezaba en broma, sabía que me había sorprendido.

"Amistad"

"El parámetro que te mide como persona" dijo al instante.

Le pregunte que le parecería más difícil y me pidió que le definiera "Árbol".

Tuvo que apurarme un par de veces hasta que sonrió. "Lo más difícil de describir son las palabras sencillas. Esas que uno se mata pensando para poner en una historia y la gente la lee así nomás, como si fuese una más, como si fuese un sinónimo de otra que conoce más..."

Y asentí derrotado.

Le pregunte que hacía de su vida, además de escribir y extrañar a Eugenia y me dijo que estudiaba medicina.

Le pregunte qué tal le iba y me felicito porque había empezado a hacerlo pensar las respuestas.

Comenzó a responderme contándome de su mundo imaginario. Que en ese mundo había un país por cada persona que habitaba en él como ser humano. Así me hablo de su Daniel-Escritor, de su Daniel-Músico, Amigo, Hombre, Estudiante, etc.

Lugo me dijo que había perdido muchos años en la facultad y que estaba cansado de escuchar la palabra "fracaso". Me recalco con los dedos en el aire que esa era una palabra difícil de explicar. Le pregunte por qué y pareció ignorarme por completo al continuar con su idea, como si no quisiese perder el hilo de la conversación.

Me dijo que estudiaba medicina porque era un fanático de la salud. Que era lo más lindo que se puede hacer por una persona: luchar por su salud. Sonrió cuando me recordó el concepto de salud. Explico mirando el techo que la salud era un estado de bienestar bio-psico-social. "Y ahí vamos" me dijo "en la facultad me va mal, pero en la carrera perfecto"

Le di a entender levantando mis cejas, que no entendía mucho. Y con paciencia continuo: "Puede que mi rendimiento en la parte biológica, de la que se encarga la facultad, sea discutible. Pero nunca le falle a mis amigos, nunca deje de vivir nada, de perder horas y horas, días y noches, sobretodo noches enteras en entenderme, en buscarme como persona, en crecer y superar cada obstáculo de mi vida de la manera más dolorosa posible: enfrentándolo. Y con respecto a lo social, dejaría mi vida entera por un mundo mejor. Con todo eso, con lidiar con esas dos terceras partes, por así decirlo, es más difícil pasar horas estudiando solamente como curar a los enfermos."

Permanecí mirándolo en silencio, como buen psiquiatra. Aunque me era difícil disimular lo mucho que me hacía acordar a mí.

"Y ahí lo ve, la gente que se cree fracasar en la facultad por buscar evolucionar, por querer que el mundo sea más lindo, se confunde. Yo me siento orgulloso de que Daniel-Estudiante priorice la salud ante la facultad. Haga la prueba, pregunte el concepto de "fracaso" y "orgullo" en vez del de "dios" y "amistad". Va a ver que tengo razón. Que puede ayudar a las personas demostrándole que a pesar de parecer opuestos, son más bien parecidos..."

Se puso de pie, como era costumbre y atino a irse.

Yo estaba inmóvil. Preso de algo que desconocía. Que no estaba en los libros que había leído.

Me dijo que quería ser psiquiatra una vez que se reciba y se quedó mirándome fijo pero sonriente, como si yo no estuviese dándome cuenta de algo.

Largo un respiro muy muy largo y se fue.

"El mundo no necesita Médicos jóvenes, sino Médicos contentos" pude escuchar que gritaba desde atrás de la puerta.

Me negué a creer con todas mis fuerzas que Daniel era ni más ni menos el joven que yo había sido un tiempo atrás.

Me negué a creer que el que estaba en un estado psicóticoera yo. ڇ�̰<>

Los pies sobre mi mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora