Parte III "Los símbolos" - Capítulo 24

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La primera vez que Benjamín entro al aula, todos se echaron a reír, hasta la profesora no puedo evitarlo. Sin embargo él disimulo cualquier signo de vergüenza y consiguió un asiento al fondo de todo. Sólo había tenido problemas para ocultar el color rojo que resaltaba en toda su cara.

Pasado el murmullo la clase empezaba mientras Benjamín respiraba aliviado.

- De mi también se rieron cuando entre – le dijo un chico desde atrás – Vine con zapatillas rojas que parecían rosas por lo vieja. Igual vos te pasaste: ¿De traje?

Benjamín se dio vuelta y lo miro. Era un pibe flaco, algo barbudo, con pelo rojo y una mirada que cambiaba rápidamente de un lugar a otro.

- Me dicen Fosforito – le dijo – pero no por el pelo. No sé por qué.

- Benjamín. Yo soy Benjamín.

Y cuando iba a volver a prestar atención a la clase de Sociedad y Estado, casi al pasar la vio a Eugenia, que seguía riéndose por el traje de Benjamín. Él se quedó perplejo ante su sonrisa y su belleza y le sonrió simpáticamente.

Por ser la primera clase del CBC y pasando por alto las risas ante su llegada, no había estado nada mal, pensó. Había tomado notas casi exactas de todo lo que consideraba más importante, tenía ya resumido el capítulo del libro que había que leer para esa clase, así que sentía que había aprendido bastante, y aunque todavía faltasen algunas semanas para el primer parcial, no quería arriesgarse de más y ya antes de salir del aula tenia organizado su tiempo para leer lo aconsejado para la otra clase y las demás materias.

Cuando salió del segundo edificio de Ciudad Universitaria y se proponía a bajar las escaleras para llegar a la parada del colectivo que debía tomar, Fosforito a los gritos le pedía que esperase. Benjamín lo espero con curiosidad mientras notaba que su reloj se había detenido horas antes.

- ¿Benjamín? ¿no? – le preguntó y sin esperar ninguna respuesta siguió hablando – Te venía a invitar, allá con los chicos nos vamos a quedar a tomar algo en el bar, para despejarnos un poco de todas las huevadas que dijeron en la clase, si quieres quedarte, estas invitado. Te puedo asegurar que el que hayas venido de traje a la facultad va a ser uno de los temas de conversación – le bromeó.

Benjamín se sintió confundido. No quiso decirle lo que pensaba así que sólo pensó en decir que no podía. Pero cuando estaba por la "o" del "no" vio que entre los chicos estaba Eugenia y que se seguía riendo. Así que reemplazo el "puedo" que le seguiría a aquel "no" por un "no sé... bueno, un rato".

Fue en el bar donde Benjamín supo el nombre de la chica linda. Allí supo también que todos hacían el CBC para medicina, que de las tres materias de ese cuatrimestre solo Sociedad y Estado la cursarían juntos. Vio también que los demás chicos se fueron rápido, que Fosforito era de un pueblo alejado de la provincia de Chaco y Eugenia de Capital Federal. Que ambos vivían en Ramos Mejía y que se conocían por que las interminables vueltas del 28 les daban tiempo para hablar de absolutamente todo lo que quisieran. En el tren desde Liniers solían viajar demasiado apretados como para hablar.

Se hacía tarde y Benjamín, aunque lo dudo bastante, decidió irse. Se despidió de Fosforito y Eugenia y quedaron en sentarse juntos en la clase de la próxima semana.

- Si venís de traje otra vez avísame que te presto mis zapatillas – escuchó que le gritaban entre risas.

Benjamín levantó la mano y los saludó de espaldas.

No sé por qué extraña razón no quería que viesenque el grito le había resultado extremadamente gracioso.    

Los pies sobre mi mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora