Me senté casi cayendo. Daniel había vuelto a simular una máscara con sus manos. No lo oía ni respirar a pesar del silencio que caía junto a la noche por toda la habitación.
Le dije que no entendía y que era mejor derivarlo a otro psiquiatra. Esperaba que me diga que no, que me pida por favor que no, pero solo asintió con la cabeza y sus manos pegadas a su cara.
Viéndolo así recordé la carta de Eugenia y se la di. Me pidió disculpas mientras la tomaba y la guardaba en su bolsillo.
Antes que le pregunte nada me dijo que él la había mandado para que la leyese. Que no fue su intención asustarme ni nada de eso, que solo quería ser entendido y que solo le quedaban ese tipo de cosas raras por probar.
Le dije que estaba bien, que había intentado entenderlo pero que lo mejor era que vea a otro psiquiatra, que yo me encargaría de recomendarle al que considere mejor para su caso. Termine de hablar y hasta yo note mis ansias de ver su reacción. Por alguna extraña razón me incomodo cuando volvió a asentir. Esperaba que me dijese que no pero otra vez no obtuve esa respuesta.
Entonces me puse de pie y me acerque para ayudarlo a levantarse e irse.
Daniel saco sus manos de la cara y me quito la mano de su hombro con violencia. Se puso de pie y me miro a los ojos. Como era habitual en él, antes de irse me volvió a hablar.
"La carta te lo explique, pero lo de las voces deberías tratártelo" y dejo el cuarto.
Salí corriendo tras de el pero no estaba. Me asuste pero no me inmovilice, salí corriendo a la calle y sentado en el cordón de enfrente estaba Daniel otra vez con las manos en la cara.
Le pedí que me lo explique, le rogué.
Y su respuesta volvió a confundirme más.
"¡Porque no estoy vivo!" me grito con furia.
Me quede en silencio, viendo como los autos pasaban a nuestro alrededor y el semáforo cambiaba de color una vez tras otra.
Trague saliva y amague con prender un cigarrillo que hacía meses tenía en el bolsillo del pantalón.
Le saque las manos de la cara y lo mire destruido, cansado, perdido.
"¿Y yo?" le pregunte.
Tuve que hacer mucho esfuerzo para poder mover la boca.
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Los pies sobre mi mundo
Novela JuvenilNo creo que las voces estén ahí por casualidad. No creo que sea casualidad que aparezcan cuando no escribo. O que me molesten cuando no escribo, y cuando escribo simplemente me dictan y somos amigos. Pero ese miedo me ata a algo. Y luego me siento t...