[17] Por mi culpa

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Por mi culpa

Cuando la mirada de Severus Snape se cruzó con la de Harry, Hermione creyó que al fin habían encontrado un pequeño consuelo ante la tormenta. Al fin y al cabo ¿No era Snape miembro de la Orden del Fénix? Pero el profesor se limitó a formar una expresión de incomprensión que le caló más hondo de lo que ella se esperaba, así que desconectó del todo, ya no quería escuchar más nada. Estaban perdidos. Sirius estaba perdido.

Volvió la mirada hacia el rostro de Snape en cuanto se dio cuenta de su situación. El profesor podía caerle rematadamente mal, pero nunca llegaría al nivel de odio que sentía hacia Draco Malfoy, y tener que sentirse presionada contra su cuerpo no la ayudaba en lo más mínimo. Detestaba ese contacto con cada centímetro de su piel, o al menos eso intentaba,pero sabía que no tenía escapatoria, el chico rodeaba sus muñecas con demasiada fuerza. Tal vez ni en su peor pesadilla se habría imaginado algo así, porque en ninguna de ellas se habían visto afectados sus amigos. Hermione Granger quería morirse de culpa y llevarse a Malfoy con ella a la tumba. Tragó saliva y se preguntó una vez más acerca de su estupidez. Era muy consciente de que ni ella, ni Harry, ni Ron iban a conseguir salir victoriosos de todos sus líos, pero nunca se imaginó que fuese por su culpa ¿No era ella acaso la más cuidadosa? ¿La más lista? No entendía como de un momento para otro había caído en las garras del Slytherin. Él la había debilitado y jamás sería capaz de admitirlo.

No quería ni pensar en aquel momento en el que soltó aquella frase que supuso el fin de su tregua, esa misma que le había servido a Malfoy para traicionarla. Pero ni siquiera estaba sorprendida, ni decepcionada ¿Qué podía esperarse de un Slytherin? Entonces ¿Por qué le dolía de esta forma? Cuando la dejó irse, sin seguirla, una parte de ella le decía que aquello se había acabado, Malfoy ya no tenía ninguna excusa para seguir fingiendo interés.

Alzó un poco la vista y descubrió que Snape había desaparecido por la puerta en algún momento, giró un poco la cara, con desgana, y se encontró con la mirada gris del chico, le resultaba demasiado difícil descubrir que escondía detrás de ese hielo que los cubría, parecía demasiado concentrado en algo lejano a todo aquello.

«¡Miente!» El grito desesperado de Draco inundó su mente con tanta fuerza que la hizo trastabillar a pesar de estar apresada por el susodicho. Fue tan rápido, tan fugaz, que Hermione decidió que solo era su imaginación.

«¡Haz algo ya! Maldita sea Granger...»

La castaña cortó instantáneamente la conexión visual, aquello simplemente no podía estar pasando, la persona que la había llevado a esta situación intentaba ayudarle ¿Qué pretendía? ¿Seguir siendo su amiguito después de todo? La mano del rubio presionó con fuerza su brazo, obligándole a volver a mirarlo, pero ella no cedió. Suspiró con fuerza y exprimió su cerebro, encontraría la manera de salir de esta aunque solo fuese por no volver a tener que sentirle tan cerca, y entonces comprendió lo que estaba pasando a su alrededor. Esa vieja bruja pretendía herir a Harry.

—¡No! —Gritó desesperada, al ver como Umbridge se le acercaba más que dispuesta a utilizar magia imperdonable con su mejor amigo—. Dejemos de mentir Harry... ¡Enseñemosle eso!

Todos la miraron con incomprensión, ni siquiera ella misma sabía que estaba diciendo, pero el plan se formaba poco a poco en su cabeza y no pensaba desperdiciar la última oportunidad de salir de aquel aprieto.

—¿A que se refiere señorita Granger? —La mirada de Umbridge refulgió con un pequeño atisbo de alegría. Su plan parecía dar resultados.

—Se trata de la arma secreta de Dumbledore... Él nos pidió que nos encargasemos de terminarla —Hermione se sentía incapaz de detener la mentira que ella misma estaba creando poco a poco, pero le bastó una mirada de Harry para sentir temblor en sus piernas. —Por eso estábamos aquí, necesitábamos decirle que ya está lista.

Entre Clases [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora