[10] Circunstancias especiales

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Circunstancias especiales

Draco subía las escaleras que lo llevaban directo al despacho de Snape intentando recuperar el aliento. Se había obligado a si mismo a no pensar en cierta chica castaña que lo perseguía allá a donde fuese ya que ahora tenía asuntos más importantes que atender. Era muy consciente de que la había cagado de una forma tan tremenda que ni siquiera tenía sentido seguirse lamentando. Había perdido su única posibilidad de entablar algún tipo de relación con Hermione Granger y debía alegrarse de ello. Se intentó contentar a si mismo pensando que al menos ya no tendría que volver a poner nunca más a prueba sus instintos, ella nunca querría volver a entablar ningún tipo de conversación con él, y mucho menos ningún tipo de amistad.

Alcanzó al fin la entrada del despacho y llamó dos veces seguidas con suma rapidez, deseando que Snape le tuviese aún un mínimo de aprecio para no castigarlo durante más horas por llegar tarde. En cuanto escuchó un suave "Adelante", entró en la amplia estancia en penumbra, apenas iluminada por un par de velas. Recorrió la estancia con la mirada, pero todo seguía igual que siempre, los mismos tarros llenos de substancias viscosas y asquerosas no parecían haber sido movidos. Lo única diferencia entre esta visita y todas las anteriores, era la tensión que se respiraba en el ambiente.

—Draco —La voz fría e impersonal de Snape lo llamó, y entonces localizó a su profesor en una esquina apartada del despacho, camuflado gracias al color de su característica túnica negra. Por un instante pudo notar que en los ojos de Snape había pena, una profunda tristeza que nunca había visto en él, pero todo volvió a la normalidad fugazmente—. Hoy tendrás que limpiar y separar esas raíces de valeriana, serán necesarias en la próxima clase de pociones.

Draco miró instintivamente hacia la gran mesa del centro y vio con disgusto los cuatro enormes calderos llenos de raíces de valeriana. Enumeró mentalmente el tiempo que tardaría en realizar aquella tarea y decidió que en estos casos lo mejor era simplemente no pensar. Se acercó despacio, resoplando de indignación hasta la mesa, y dejó su mochila en el suelo mientras se arremangaba la túnica.

Comenzó a trabajar desganado, sintiendo bastante asco de tener que ensuciarse las manos, aquello era sin duda una cruel humillación a su persona, pero lo que más le molestaba de toda aquella desagradable situación, era que la profunda mirada de Snape seguía clavada en él. En un momento de valentía, alzó la vista y se encontró de nuevo con los ojos tan inmensamente negros del hombre. Un escalofrío le recorrió la espalda, aquella mirada le hacía sentirse desdichado.

Continuó separando las raíces más rápido, pues quería terminar con la tarea de una vez por todas y largarse de allí, pero conforme fueron pasando las horas, se dio cuenta de que no era tan sencillo como en un principio había deseado. Estaba cansado, sucio y harto, pero seguía separando las raíces buenas de las malas como si se le fuese la vida en ello, no sabía muy bien el porqué, pero necesitaba salir cuanto antes, aquel ambiente parecía consumirlo como si estuviese delante de un dementor.

—Creo que ya está bien por hoy —Afirmó Snape desde su rincón, con una voz profundamente fría—. Podrás continuar el próximo martes, tengo muchas más todavía en el armario de pociones.

Draco soltó un profundo resoplido de indignación, pero aceptó de buen grado la oferta de irse. Cogió su mochila con una fuerza que creía no tener y se alejó dando grandes zancadas hasta la puerta que pondría al fin distancias entre él y el profesor.

—Draco, espera un momento —Le pidió con tono serio.

El susodicho sintió que había llegado el momento que había estado esperando todo aquel tiempo, así que ladeó la cabeza y quedó cara a cara con su profesor. Fuera lo que fuese que tenía que contarle o sermonearle, le daba igual, quería acabar con aquello ya.

Entre Clases [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora