Existe un punto de la vida en donde puedes libremente mirar a tu alrededor y sentirte de alguna manera realizado. A pesar de que aún no sea un adulto y aún no sea dependiente de mi, de esa manera me sentía.
Así era mi vida, es una pena que haya durado tan poco. No puedo decir que soy uno de esos niños que crecieron sin nada y llegaron al éxito desde las sombras, en realidad mi familia fue de clase media, no era rica pero tampoco pobre.
Recuerdo que solía ir al trabajo con mi padre en el banco, sólo porque me gustaba ver cómo convivía con otras personas con un traje igual al suyo. Mi madre se quedaba en casa a cuidar de mis hermanos, era una mujer muy joven y hermosa. Le encantaba hacer picnics familiares en el parque los domingos en la mañana antes de que el sol llegara a su punto mas alto.
Por otro lado, mi padre trabajaba duro a diario para llevar dinero a la casa y mantener a sus tres hijos y su esposa, ellos se amaban, eran inseparables. Me gustaba escuchar las historias de como se conocieron en la escuela. No siempre fueron novios, en realidad mi padre tenia una pareja al igual que mi mama, pero aún así se querían, solo que no sabían cómo dar el primer paso para ser más felices.
Luego se que mi padre se graduara de la escuela un año antes que mi madre; comenzaron a salir juntos de vez en cuando, aunque solo eran amigos pasaban mucho tiempo juntos, y bueno, el resto es historia, era inevitable supongo.
Me gustan esas historias en donde todo tarda para ir de mal en peor, esas en donde a pesar de que siempre llegan esos momentos, se demoran en hacerlo y te dejan disfrutar un poco mas de todo ese estado en donde la cosas parecen estar perfectas. Es una pena que mi historia no sea una de aquellas. Me gustaría que lo fuera, pero supongo que eso no lo controlo yo. Cuando cumplí catorce años mi mamá fue diagnosticada con cáncer de hígado. Recuerdo claramente el día en que me enteré de esto. Estaba frente a mi computadora buscando en Google qué significaba esta enfermedad. No me gustó lo que vi, pero vivía con la idea de que mis padres vivirían para siempre así que no le di mucha importancia y sólo continué con mi vida en la escuela.
Las cosas empeoraron en muy poco tiempo, y el día en que menos me lo esperaba, tuve mi pérdida número uno. Mi padre en un intento descontrolado por mantener a mis hermanos menores y a mí calmados sólo nos dijo que mama se había ido de vacaciones y que volvería pronto. Sin embargo, yo sabía exactamente lo que significaba la muerte.
Mis hermanos por otra parte solo se quedaban todas las noches en la sala esperando a que mamá entrara por esa puerta con un par de maletas, regalos e historias de sus aventuras que nos contaría antes de dormir.
Y de cierta forma, también me gustaba pensar eso, era un buen analgésico para un corazón destruido. La vida sin mamá era muy diferente. Ahora era mi tía Sheryl quien nos cuidaba mientras papá iba a trabajar, así que nos pasábamos la mayoría del tiempo en su casa, y mis hermanos le preguntaban si sabía algo de mamá.
Mi tía les hacía cartas falsas donde se hacía pasar por mi madre y les contaba de sus supuestas aventuras en sus vacaciones, sin mencionar que siempre mencionaba que volvería pronto, era una muy dulce mentira. A pesar de todo esto, aun consideraba mi vida perfecta, sé que puede sonar algo egoísta debido a la muerte de mi madre, pero de alguna manera lo que más diferente se veía era nuestra casa, ya que no estaba mamá para limpiarla y se comenzaba a sentir el olor a humedad y los colores se desaparecían con su recuerdo.
Papa nunca quería hablar de ello, por lo que no le di mucho interés porque no quería molestarlo. Aunque tengo que admitir que la comida de la tía Sheryl era mejor, extrañaba la comida de mamá, al igual que mis hermanos, pero teníamos que seguir con nuestras vidas, la escuela, los amigos, uno que otro amor, que a decir verdad me tenia totalmente sin cuidado por el momento.
Algo que nunca le conté a nadie es que tenia una especie de "don" citando a mi profesora Vicky. Tenía una supuesta habilidad de deducción y especulación analítica sobresaliente, palabras que para su momento no entendía muy bien, obviamente mi papá sabia esto, pero en concordancia conmigo nunca le dio demasiada importancia debido a lo inútil que para entonces esto era.
No me gustaba la idea que la gente se enterara de mi "condición" por el hecho de que no quería apodos extraños como "Marcus el cerebrito" o "El sabelotodo Marcus". Preferiría que me llamaran solo Marcus, o Mark, como me decía mi mejor amigo.
Tenía un buen índice académico, no quiero sonar presumido, pero si no era el mejor de mi clase era solo por el mismo miedo de que me pusieran apodos extraños. Si embargo, muy dentro de mi sabía que si lo quería podría serlo, pero nunca fue el caso.
Mi vida amorosa estaba entre lo miserable y lo inexistente. Solo había besado a una chica en toda mi vida. Y fue por un juego tonto de la botella, en donde además, ella dijo que no sabía besar, me sentí terriblemente avergonzado con esta verdad, pero luego pensé; "tienes catorce años. ¿A cuantos pudiste haber besado?". Ese pensamiento me hizo sentir mejor, pensamiento que después reprimí con otro que era "Seguramente a muchos más que yo", y entonces volví a sentirme mal.
Lo sé, soy una avalancha de sentimientos encontrados y emociones reprimidas, pero que se le puede hacer.
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El Hombre sin nada que perder
Mystery / ThrillerMarcus Phillips, lo que parecía ser el clásico estereotipo de un adolescente feliz con dos hermanos y padres maravillosos, pero ocultaba un secreto que nunca le había dicho a nadie por miedo a que dicha "felicidad" pudiera ser afectada. No obstante...