Capítulo 6: En llamas... literalmente.

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-Muy gracioso—le digo a Haymitch. Acto seguido le pego justo al vaso que sostiene en la mano, cae al suelo y se hace añicos, derramando el contenido—. Pero no para nosotros. 
Sin esperármelo, Haymitch me pega en la barbilla, tirándome de la silla. Desde abajo, en el suelo, mientras sostengo mi barbilla con fuerza, percibo que Katniss clava un cuchillo en la mesa. 
- Bueno, ¿qué tenemos aquí? ¿De verdad me han tocado un par de luchadores este año?
Me levanto del suelo y tomo un pedazo de hielo, para llevármelo al mentón.
-No—me ataja Haymitch—. Deja que salga el moretón. La audiencia pensará que te has peleado con otro tributo antes incluso de llegar al estadio.
-Va contra las reglas—le recuerdo.
-Solo si te descubren. Ese moretón dirá que has luchado y que no te han atrapado; mucho mejor.
Luego se vuelve hacia Katniss:
-¿Puedes hacer algo con ese cuchillo, aparte de clavarlo en la mesa?
Ella se lo piensa un segundo, toma el cuchillo por la hoja y lo lanza hacia la pared, dejándolo perfectamente incrustado entre dos paneles de la madera. 
-Vengan aquí los dos—pide nuestro mentor. Comienza a rodearnos, tocándonos y examinándonos. No es algo cómodo, pero debo hacerle caso si no quiero sufrir otro golpe—Bueno, no está todo perdido. Parecen en forma  y, cuando los tomen los estilistas, serán bastante atractivos—no hay duda de ello, ya que en parte, aunque los Juegos no sean algo estético, sirve mucho estar en forma y bellos para los patrocinadores—Bien, haré un trato con ustedes: si no interfieren con mi bebida, prometo estar lo suficientemente sobrio para ayudarlos, siempre que hagan todo lo que les diga.
No es el mejor de los tratos, pero lo aceptamos de todas formas. 
-Bien—le respondo.
-Pues ayúdanos. Cuando lleguemos al estadio, ¿cuál es la mejor estrategia en la Cornucopia para alguien…?—empieza Katniss.
-Cada cosa a su tiempo—le responde Haymitch—. Dentro de unos minutos llegaremos a la estación y estarán en manos de los estilistas. No les va a gustar todo lo que les hagan, pero, sea lo que sea, no se resistan.
-Pero…—sigue Katniss.
-No hay peros que valgan, no se resistan—le responde Haymitch.
Luego toma su botella de alcohol y se va. Todo queda a oscuras, lo que me hace pensar que estamos en un túnel. 
Katniss y yo guardamos silencio mientras seguimos el curso del viaje. Parece que este túnel jamás se acaba. 
Al fin el tren comienza a frenar y vemos la luz del día. Sin poder evitarlo, mi compañera y yo corremos hasta la ventana para ver el Capitolio, el famoso Capitolio que muchos solo conocemos gracias a la televisión. Es tan magnífico que no puedo creer lo que veo. Es tan diferente a lo que conocemos de los Distritos, tan lujoso, limpio y con muchas caras de felicidad, gente que nunca pasó hambre o tuvo que mandar a sus niños a los Juegos… eso me hace enrojecer un poco de ira hacia este lugar infernal que controla todo Panem, que nos ofrece como carnada en sus sádicos Juegos. 
Afuera, la gente nos señala con felicidad. Katniss se aparta de la ventana, pero yo me mantengo firme para seguir con mi táctica, aunque ésta gente me repugne. Los saludo y sonrío, soy amable con las personas que desean verme morir. Cuando la estación me obstruye la vista, me aparto de la ventana. 
Veo que Katniss me observa, me encojo de hombros y le confieso:
-¿Quién sabe? Puede que uno de ellos sea rico. 
Ella me examina por unos momentos, atenta, calculadora… con asco, se podría decir. ¿Qué se le estará pasando por la mente? ¿Me creerá un creído o un idiota? Se supone que debo actuar para el mundo y hacerme el desentendido con ella, el luchador que ganará y la podría matar, pero solo pienso en esta chica que tengo delante, en esta muchacha que amo y que jamás podría lastimar. 

**Centro de Renovación**
Tengo tres personas del Capitolio, mi equipo de preparación, tratando de verme desde ángulos diferente mientras yo estoy sentado en una camilla. 
-Muy bien, eres muy guapo, pero, no te ofendas, tienes una capa tremenda de mugre en tu cuerpo—me informa Khane, el único hombre de los tres personajes que me examinan.
-No, claro que no.
-Bien, te meteremos en una bañera con algunos químicos para sacarte la capa de mugre, ¿estás de acuerdo?
-Claro, limpien mi mugre—les digo irónicamente, pero ellos lo toman como chiste y comienzan a reír. Les sigo y el Juego y tiro algunas carcajadas. Espero parecer convincente, aunque por el momento no pueda ni mirarlos.
Me llevan a una bañera muy grande, de color azul y algo de verde; tiene muchas burbujas dentro y fuera, volando libres. Quisiera ser esas burbujas.
-Métete aquí… eso es, ¡muy bien! —me apremia una mujer llamada Hoply. Parece ser joven, de unos 24 o 25 años. Su cabello es rojo, lo tiene recogido en una trenza muy perfecta y ordenada. Sus ojos son de un tono que va desde el verde hasta el azul, con pintas en negro. Son muy raros, muy únicos. Su cabello… su cabello me recuerda a Katniss, sin dudas.
Hoply me ayuda a restregarme el cuerpo, que está completamente desnudo. Nunca tuve vergüenza de mi cuerpo, y menos con los extraños. Es algo… extraño, pero me gusta ser así. Me pide que me pare, y me da gracia ver cómo las burbujas forman pequeños círculos en torno a mis partes privadas. Comienzo a reír, lo que llama la atención de Hoply.
-¿Qué ocurre?—me pregunta con una sonrisa. A modo de respuesta, le señalo las burbujas. Ella lanza una carcajada muy contagiosa, y los dos reímos con entusiasmo. De hecho, esta chica me cae muy bien, a pesar de ser del Capitolio.
-Y… ¿Qué hay de tu vida? ¿Cómo terminaste aquí?—le pregunto.
-Bueno. Mis padres murieron cuando yo era pequeña, así que estaba totalmente devastada. No sabía de qué manera expresarme. Así que comencé a hacer este tipo de trabajos: lavado y arreglo de cabello, baños inmensos de espuma, cremas faciales, maquillaje, etc. Pero todavía no podía salir del todo de mi depresión. Necesitaba venganza, vengar a mis padres.  
Se interrumpe porque una lágrima cae por su rostro.
-Oh… no… no quería lastimarte—le digo apenado—. No continúes, no es necesario. Fue una pregunta indebida, lo siento, yo…
-Está bien, no era tu intención. Pero, por favor, no… no quiero hablar del tema.
-Claro, no te preocupes. Muchas gracias por… por todo, en serio Hoply—al escuchar mi respuesta, y encima que la llamé por su nombre, me dedica una gran sonrisa, aunque sus ojos no dicen lo mismo. Por dentro debe estar muy mal, y ni siquiera puedo imaginar lo que pasó esta pobre chica. Venganza, una sola cosa, venganza…
-No hay de qué, Peeta. Ahora vuelve a entrar en la bañera, yo buscaré algunas cremas, ¿te parece?
-Sí, muy bien.
-No me tardo—me dice mientras abandona el cuarto. Antes de que cierre la puerta, la escucho sollozar, algo pequeño, pero eso bastó para sentirme como una verdadera basura. También veo que se saca una lágrima del ojo, pobrecita. ¿Por qué rayos tenía que preguntarle eso? ¿Qué me impulsó a hacerlo? Supongo que en mi interior, muy en mi interior, a pesar de que le tomé cariño, sé que es alguien del Capitolio, alguien que por más que ahora le caiga bien, no hará nada por detener mi muerte en los Juegos. Eso me vuelve a la realidad, a tener un poco de sangre fía y mente calculadora. ¿Quiénes son mis enemigos? ¿Quiénes mis amigos? Es obvio que debo considerar a Haymitch, Effie y Katniss… no sé si amigos, pero sí los podríamos llamar 'aliados'. Y el resto… No sé en dónde estoy, ¿por qué llegué hasta aquí? ¿Cómo?
Me levanto sigilosamente, consciente, sabiendo que Hoply va a tardar mucho, demasiado, en volver. De seguro está encerrada en algún cuarto para que no la vean llorar. Eso me hace caer emocionalmente,  ¿qué le hice? Soy patético, eso soy. ¿Cómo pensé por un momento, por una milésima de segundo, que iba a vencer? ¿Qué rayos se me pasó por la cabeza, el intentar ganar? Yo sé para qué estoy hecho: la única misión en mi vida es proteger a Katniss, a mi amor no correspondido, a mi cazadora. Ella cazó mi corazón, no se librará de mí tan fácilmente, no, claro que no. Aunque tal vez no esté todo el tiempo con ella, sé que la debo cuidar de cualquier forma posible. Pero… ¿Cómo la cuidaré sin levantar sospechas? ¿Algún día tendré el valor de confesarle mi amor, antes de morir salvajemente? ¿En qué estoy pensando? ¿En qué está pensando ella? Probablemente ya habrá conocido a su estilista, y yo aquí, dándole vuelta al rollo sin final. Será mejor que me termine de refregar yo sólo, me cambie y vaya a ver a mi estilista.
Eso hago. Una vez todo hecho estoy por salir, cuando llega Greetib, otra muchacha que forma parte de mi equipo de preparación.
-¡Peeta, muchacho! ¿Qué haces? ¿Y Hoply? —pregunta, casi con precaución.
-Ehhh… se tuvo que ir a buscar unas cremas faciales…—le respondo. 
Como mi respuesta no sonó convincente, y ella me mira con cara curiosa, le afirmo:
-Sí, fue hasta un cuarto a buscar unas cremas. Me dijo que la esperara, pero se ha demorado un poco. No hace más de 10 minutos se fue, y pensé que estaría bien si buscaba a mi estilista…
-Exactamente por eso te vine a buscar, tu estilista ya está aquí—contesta entusiasmada, olvidándose de mi pequeño desliz. 

**Que comience el show**

-Hola, Peeta. Me llamo Portia, soy tu nueva estilista—una mujer de aspecto joven me toma la mano, en señal de saludo. Correspondo de la misma forma.
-Hola, gusto en conocerte—le contesto con una sonrisa.
-Igualmente. Veamos… Sí, eres muy guapo, sin dudas—eso me hace sonrojar. Portia lo nota y comienza a reír, a lo que me acoplo—. No sientas miedo de decirlo, tampoco seas presumido, pero has venido al mundo con un don: una belleza rara y extraordinaria.
-No te creo—le digo riendo.
-¡Créeme!—me dice divertida—Eres muy guapo, y, por lo que veo por sobre la ropa, estás en forma. ¿No te molesta si te sacas el atuendo?—pregunta algo dudosa. Tal vez, años antes, tuvo a algún tributo algo pulcro y vergonzoso, y quizás no le dejó ver nada. Pero no soy así, por eso me desnudo al completo, mostrando todo lo que tengo.
-¿Así está bien?
-Vaya… te pedí que te sacaras el atuendo, Peeta, no que hicieras un Streep Tease—me dice lanzando una carcajada. 
-Lo siento, si te incomoda…—le digo con una sonrisa tímida.
-No, no, para nada. Lo importante es que tú estés cómodo, ¿de acuerdo?
-Claro. 
-Muy bien. Déjame mirarte por ángulos distintos. Te ruego que te quedes tieso y que me avises si necesitas algo o ya estás en tu límite de incomodidad, ¿bien?
-De acuerdo, Portia—primera impresión: me cae muy bien esta mujer. 
Ella comienza a 'revolotear' por todo mi alrededor, mirándome desde todos lados. Yo no estoy para nada incómodo, y eso, según ella, es lo que cuenta.
-Ya está. Allí hay una bata, tómala y vamos a hablar un poco—me acerco hasta donde está la bata, me la coloco sobre el cuerpo desnudo y voy hacia donde va Portia.
-Siéntate, por favor—eso hago, tomando asiento en un sillón cerca del de ella.
-¿De qué hablaremos?
-Primero, ¿tienes hambre?—quedo extrañado por la pregunta.
-No… muchas gracias.
-Eso creí. Bien, Peeta. Debemos hablar de tu traje para la ceremonia de inauguración, que debe ir a juego con el de tu compañera, Katniss. Mi compañero de trabajo, Cinna, el estilista de Katniss, estuvo pensando algunas ideas, junto con las mías. Como debes saber, los trajes deben reflejar lo que el Distrito hace, y el tuyo produce carbón…
Ya está. Ya me puedo imaginar con un traje de minero, como el que siempre hacen los estilistas para mi Distrito, aunque nunca vi a Portia siendo estilista de algún Tributo. Sin embargo, no sé qué capacidades poseen ella y Cinna para hacernos ver bien, y lo más esencial es que seamos hermosos para los patrocinadores, para el Capitolio y para Panem entero. 
-Así que seremos unos mineros muy lindos este año, ¿no?—le pregunto con una sonrisa triste.
-No precisamente. Mira, Cinna y yo consideramos que el temita este del minero está ya muy usado, tanto que cansaría ver otra vez los trajes de minero. Aparte, necesitando patrocinadores, con unos trajes corrientes nadie los recordará, y posiblemente mueran en la arena. Nuestro deber es hacerlos ver espectaculares, impactantes, para que todo salga según lo planeado, ¿comprendes? Entonces Cinna y yo consideramos que nuestra labor es hacerlos… inolvidables, que todos sepan quiénes son, que no sean 'los Tributos del Distrito 12', sino que sean 'Katniss Everdeen y Peeta Mellark'.
-¿Entonces tendré que repetir mi numerito de Streep Tease junto con Katniss?—pregunto riendo. Ella se ríe a carcajadas, probablemente recordando aquél momento. 
-No. En vez de canalizarnos en la minería, trataremos de poner como tema principal el carbón.
-Entiendo… Creo que nos veremos muy bien haciendo nuestro número cubiertos de carbón, lo creo una idea excelente, Portia—digo muy serio. Eso me hace reír mucho, a lo que ella se acopla. Es muy simpática, la verdad. 
-Piensa esto: ¿Qué hace uno con el carbón? Y no me vayas a responder que ponerlos en los cuerpos desnudos de Tributos porque no podré aguantar reír más—informa riendo. 
-¿Con el carbón? Se quema…
-Exacto, se quema. Creo que esta es una buena visión: Katniss y tú, desnudos y en llamas, ¿te parece?—ya no río más. Proceso lo que me dice: ¡Iremos prendidos fuego! Pongo cara de terror y ella lo nota, diciendo que no me preocupe. Es obvio que no me debo preocupar, ya que estoy muy acostumbrado al fuego en la panadería. Pero una cosa es cocinar el pan, y otra cosa es llevar puesto fuego. 
-Ahora creo que podemos desplazar la idea del Streep Tease, ¿no crees?—le digo aterrorizado. 
-Ya verás qué lindo quedan Katniss y tú—me asegura.
Horas después estoy cubierto con un traje negro, una malla sencilla, que va desde el cuello hasta los tobillos. De calzado tengo unas botas de cuero. Por detrás tengo una capa con franjas naranjas, amarillas y rojas, flameando libremente. También tengo un tocado a juego. La cuestión es para qué es todo esto: mi estilista y el de Katniss quieren prendernos fuego a nosotros y a nuestros carros unos momentos antes de recorrer las calles.
-No estés asustado, no es fuego de verdad. Es una creación de Cinna y mía, que obviamente es sintético y muy seguro. No temas, en serio, confía en mí, ¿sí?—me pregunta, dándome un gran abrazo.  No sé Katniss, pero yo tengo tanto miedo, mucho más que el que tuve cuando fui seleccionado en la cosecha. Podría morir antes de llegar a la arena.
Mi cabello está muy perfecto para ser mío. Me lo han limpiado por completo, haciéndolo ver reluciente y muy rubio. Me gusta, de hecho.
-Jamás te olvidarán, chico en llamas—me dice afectuosamente Portia. 'Chico en llamas', gran apodo, aunque quizás pase de ser el 'Chico en llamas' para ser 'Chico que murió por culpa de las llamas'. La cordura de esta mujer y la de Cinna me dan bastante para dudar.
Me llevan hacia donde está Katniss, que está vestida igual que yo, salvo por el cabello y la cara: tiene una trenza muy bien formada, y el rostro apenas está maquillado, pero la da más belleza de la que tenía antes. Suspiraría, pero sonaría algo sospechoso.  
Todos se felicitan entre sí, aunque estén nerviosos. Yo le hecho miradas a Cinna: es un hombre atractivo, de cabello corto y castaño, con ojos verdes retocados con delineador dorado. Le queda muy bien para ser tan normal como para pertenecer al Capitolio. 
Nos conducen a un nivel inferior del Centro, que es gigante. Ya está por comenzar la ceremonia, por lo que vemos a los Tributos subiendo a sus carros tirados por cuatro caballos, obviamente entrenados. No son como los del Distrito 12, estos se guían solos, y los nuestros necesitan quien los guíe.  Nuestros estilistas nos conducen a nuestro carro y nos indican cómo pararnos y cómo colocarnos las capas. Luego se comentan algo entre ellos, pero yo no escucho qué dicen. 
-¿Qué piensas?—me susurra Katniss—. Del fuego, quiero decir.
-Te arrancaré la capa si tú me arrancas la mía—le digo entre dientes. 
-Trato hecho—dice. Está muy bella, pero con una cara de preocupación en el rostro—. Sé que le prometí a Haymitch que haría todo lo que nos dijeran, pero creo que no tuvo en cuenta este detalle.
-Por cierto, ¿dónde está? ¿No se supone que tiene que protegernos de este tipo de cosas?
-Con todo ese alcohol dentro, no creo que sea buena idea tenerlo cerca cuando ardamos.
Lanzamos carcajadas estruendosas. Estaremos muy nerviosos como para reírnos así, sin embargo lo disfruto, ya que es la primera vez que ríe conmigo. 
Doy un respingo al escuchar la música que indica el inicio de la ceremonia. Unas puertas se abren, donde vemos las calles llenas de gente del Capitolio. Luego del desfile desembocaremos en el Círculo de la Ciudad, donde nos reciben y el presidente Snow, el presidente de Panem, da un pequeño discurso. Después iremos al Centro de Entrenamiento hasta los Juegos.
Vemos cómo comienza el desfile, iniciado por los Tributos del Distrito 1, que tienen caballos blancos. Tienen trajes extravagantes llenos de joyas, ya que su Distrito produce artículos de lujo para el Capitolio. De fondo se escucha a la gente vitorearlos. 
Así van pasando uno a uno los carros, hasta que es nuestro turno. Cinna llega rápidamente con una antorcha encendida en la mano. 
-Allá vamos—comenta, prendiéndonos fuego completamente. Estoy esperando el calor abrazador y el dolor que viene con este, pero solo me llega un ligero cosquilleo. Seguido, prende fuego los tocados. Suspira y le levanta la barbilla a Katniss, diciéndole algo que no oigo, ya que estoy prestándole atención a Portia, que me dice:
-Sonríe, gánatelos, tú puedes Chico en Llamas.

Las crónicas de Peeta Mellark: Mis primeros Juegos (LCDPM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora