Capítulo 7: El debut, el Centro y la Avox.

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"El chico en llamas". Ya me había cuestionado ese apodo, pero me parece que va a funcionar. De hecho… me gustaría que me reconocieran por ello, que me llamen "El chico en llamas". A veces me gusta pasar desapercibido, pero no ahora, no cuando necesito justamente que todos me noten y conseguir patrocinadores. Estaría empeñado en que me conozcan.

Cinna baja de nuestro carro, justo para cuando empezamos a movernos. Me doy vuelta porque escucho al estilista de Katniss gritarnos algo, y lo entendí perfectamente. Lo que dijo es: "Sonrían mucho, no les demuestren que los odian". La música está fuerte, pero pude leerle los labios, así que entendí a la perfección… pero parece que Katniss no.

-¿Qué dice?—me pregunta mi compañera. La miro a la cara, donde mis llamas se reflejan en sus ojos grises de la Veta, en su rostro que tanto me hace desear.

-Creo que ha dicho que nos tomemos de la mano—le miento. Okey, no dijo eso, pero la simple sensación de tocar a esta chica me vuelve loco; lo siento, Katniss, pero tuve que hacerlo.

La tomo la mano derecha con mi izquierda y miramos a Cinna. Me mira primero a mí, y como ve en mi cara que sé lo que dijo, pero que en realidad deseaba esto, nos asiente y levanta el pulgar. ¡Gracias, Cinna, no sabes cuánto te lo agradezco! Miramos al frente, vislumbrando por primera vez en persona la ciudad. 

La reacción es instantánea: todos gritan cosas como "¡Distrito 12!", alentándonos. La gente que no nos observaba ahora lo hacen, quitando la mirada del resto de los carros. Miro hacia arriba y me veo reflejado en una pantalla, al igual que Katniss. Estamos… no sé cómo explicarlo, pero sí se puede usar una palabra: deslumbrantes. Eso es todo, ya nos aman. 

Me despierto de mi trance con la multitud y comienzo a saludarlos, hasta le mando besos. Soy, creo yo, el más sociable de mi familia, por lo que no me resulta muy difícil hacer esto. Siento que la mano de Katniss me aprieta con fuerza, así que la tomo con más cuidado y fortaleza. "No te caerás, dulzura" pienso, sacando a relucir una de mis mejores sonrisas. 

Las flores caen de todos lados, los besos llegan a montones, y los vítores de "¡Distrito 12!" van creciendo cada vez más. Noto que le tiran una rosa roja directamente a mi compañera, que la toma con cuidado y la huele, devolviendo un beso a la persona que se la tiró. "Hace bien su labor" pienso. También percibo que la gente grita nuestros nombres, nuestros verdaderos nombres. No es raro que escuches un "¡Katniss!" o un "¡Peeta!"; al menos se molestaron en aprenderse nuestros nombres, y estoy seguro que Katniss piensa lo mismo que yo. 

Mi compañera afloja la mano, que está muy roja y magullada por la fuerza. La tomo con más fuerza aún, feliz de este momento.

-No, no me sueltes—le digo—Por favor, puede que me caiga de esta cosa—bien, bien, bien. En realidad quise decir: "No me sueltes, eres lo único que me da fuerzas para seguir con esto", pero tuve que actuarlo un poquito.

-Bien—me contesta, devolviéndome el apretón de mano. 

Felizmente recorremos el lugar, con mi mano entrelazada a la de Katniss. Esta sensación es muy linda, porque nunca pude tomarle de la mano, nunca pude sentir su piel. Su mano es áspera y suave a la vez, supongo que por la caza no tiene un por qué para tener la mano suave. Ahora que lo pienso, estando en el Distrito 12 no hay muchas razones por las que mantener la belleza. De hecho en nuestro Distrito te alegras cuando ves a alguien regordete, porque sabes que puede llenar la barriga; acá en el Capitolio es distinto: piel joven, cero arrugas, nada de grasa. Todo lo contrario a nosotros, que tenemos que sobrevivir, que si puedes llegar a anciano es un gran logro, que si tienes unos kilos de más eres admirado… Se nota que esta gente, la que ahora reclama mis besos y saludos, jamás pasó hambre.

Las crónicas de Peeta Mellark: Mis primeros Juegos (LCDPM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora