Capítulo 2: Despedida

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Estoy en shock. No puedo creer que haya quedado como Tributo, con Katniss Everdeen... ¡Katniss Everdeen! Por dios, ella es una cazadora furtiva, de seguro sabe una 1000 formas para matarte con un simple cuchillo. Lo que me recuerda... ¡Los demás Tributos! La mayoría sabe de matar tanto como yo, pero los Tributos profesionales (que son mayormente de los Distritos 1, 2 y 4), o solo Profesionales, te pueden torturar hasta la agonía. Yo no tengo ningún talento, salvo cocinar. No creo ser capaz de cometer esas atrocidades a las que me voy a ver obligado a hacer. Creo que lo mejor sería esconderme y esperar a que alguien me encuentre y me mate, o que los Vigilantes se apiaden de mí y me envíen algún muto que me destroce. Definitivamente sería mejor.

Doy un respingo al oír unos leves "Toc, Toc, Toc" en la puerta.

-Peeta— dice mi madre. Ha venido sola, y su rostro está ensombrecido. 

-Mamá— le contesto de la misma forma. La verdad es que ella no es muy afectuosa conmigo.

-Lamento... ya sabes... el pequeño inconveniente— se le dibuja una triste sonrisa en su rostro.

-Si, yo también lo lamento— esbozo una pequeña sonrisa.

-Escucha... sé que va a ser difícil, pero debemos despedirnos.

-Lo sé...— susurro. Ella se acerca a mí y me abraza. Sus brazos me rodean, y son tan cálidos... nunca me había abrazado de esa forma. Me parece que jamás me abrazó. Creo que el golpe ha dado en la llaga y mi madre se suavizó un poquito. Su boca se acerca a mi oído y me dice:

-Por fin este año el Distrito 12 tendrá un Vencedor.

Yo comienzo a sonreír, porque se refiere a mí. Ella sigue en silencio, así que empiezo a sospechar, hasta que me doy cuenta: habla de Katniss.

-Esa chica... es una superviviente, realmente.

-Sí, estoy de acuerdo— se me comienzan a humedecer los ojos. No puedo llorar, no aquí.

-Adiós, Peeta— dice. Me agarra por los hombros, me mira un par de segundos y se va.

No puedo creer que haya dicho eso... me destrozó. Es obvio que Katniss podrá conmigo, más bien dicho, cualquiera podría conmigo, pero que me lo diga mi madre... no me ayuda en nada, la verdad.

-¡Hijo!— entra mi padre y se apresura a abrazarme. Él es más cariñoso que mi mamá.

-Papá, yo no podré...— dejo la frase en el aire porque él me interrumpe.

-No, Peeta, no digas nada. Tú podrás hacer todo lo que te propongas, si en verdad lo quieres. No comiences a rendirte ahora, hijo— las lágrimas comienzan a brotarle de los ojos. Si sigo viéndolo no podré contenerme.

-Está bien.

-Claro... sí... espero que... que estés bien. Sabes que te aprecio mucho, y que siempre estaré contigo. Recuerda que te espero— me da un beso en la frente y se va.

Me quedo allí, indefenso. Me siento en un taburete cerca de una ventana, con los brazos cruzados, pensando. ¿Qué voy a hacer? No puedo con esto, no estoy hecho para esto. Los Juegos del Hambre me podrían cambiar aún si no gano. Si no gano, mi familia se quedaría sin un hijo, pero supongo que lo superarían. En cambio si gano... en realidad tampoco cambiaría, seguiremos como somos, con la diferencia de que tendríamos un hogar en la Aldea de los Vencedores y mucho más dinero que el resto. La Aldea de los Vencedores es un lugar con 12 casas para los ganadores de los Juegos. En nuestra Aldea, solo una casa de 12 está ocupada.

-¡Peeta!— es mi hermano mayor, seguido del más chico.—¿Cómo te sientes?

-¿Cómo crees que me siento?—le digo, bromeando.

-Bueno, personalmente creo que muy mal, ya que probablemente acabes devorado por un muto o algo por el estilo— comenta muy serio mi hermano menor. Todos reímos, para romper la tensión, claro. 

-Ahora, hablando en serio, ¿Cómo te sientes?— repite mi hermano.

-Excelente, considerando que voy a los Juegos del Hambre— digo irónicamente.— Muy... confundido... ¿Cómo voy a ganar?

-Solo debes desenvolverte en el Centro de Entrenamiento, luego podrás tener alguna habilidad en algo.

-Sí, ¿Pero si no me resulta fácil y al final no aprendo nada?

-Lo harás.

-Muy bien.

-Adiós, Peeta— mis hermanos se acercan a mi, me dan un abrazo muy cálido, y se van.

Ya está, nadie más vendría a verme. Solo tengo a mi familia. Cuando estoy por llorar, tocan la puerta y entra Delly. ¡Delly, me había olvidado de ella!

-Oye, Peeta, me dieron solo unos minutos, así que antes que nada te quería decir que te quiero mucho y que te agradezco por estos años de inmensa compañía— está muy agitada y nerviosa.

-Claro, Delly, lo mismo digo.

-Bueno, compañero, creo que es el adiós. Nunca imaginé que podríamos separarnos, pero sabes que siempre estaré. Obviamente, nos veremos cuando acaben los Juegos— ella está insinuando que voy a ganar, y eso me reconforta un poco.

-Nos vemos— me acerco y la abrazo. Ella me besa la mejilla y se aleja. «Te extrañaré» le susurro antes de que cierre la puerta. Espero que me haya oído. 

Ahora sí, ya no me queda nadie. Estoy muy seguro, porque mis amigos de la ciudad no vendrían. Aparte, Delly dijo que le dieron unos minutos, por lo tanto no creo que dejen entrar a alguien más. 

-Hola— alguien acaba de entrar, no reconozco su voz. Cuando me doy vuelta me llevo una gran sorpresa: es Gale, el amigo de Katniss.

-Hola— debo de tener cara de sorpresa, porque él se acerca y me toma por los hombros.

-Escúchame, Peeta. Recién salí del compartimiento de Katniss, y entré al tuyo sin que me vean. Debo decirte algo, más bien pedirte algo: Cuida de ella. No la hagas enojar, tiene un carácter duro. Pero por favor, cuídala. No sé si alguna vez hablaste con Katniss, pero sé que están en la misma clase. La debes conocer un poco. 

-Lo haré, no te preocupes.

-Eso espero. Me voy. "Que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte", Peeta. 

-Igualmente, Gale— le contesto. Él me mira con ojos curiosos, debe de preguntarse cómo sé su nombre. Al cabo de unos segundos se marcha. Ahí es cuando empiezo a llorar.

Creo que Katniss se podrá cuidar sola, pero mantendré a pleno mi promesa.

Las crónicas de Peeta Mellark: Mis primeros Juegos (LCDPM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora