Capitulo VII

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Estoy montado en el auto de una desconocida, aunque no se nada de ella ni se para donde vamos, se que me siento cómodo.

Empezamos a hablar, pregunto: ¿para donde vamos? Respondí: -no se a donde quieres ir, tu eres la que estas conduciendo.

Dijo: -sí, pero no conozco mucho estos lados, así que no se a donde ir;

Respondí: -Es que los lugares que visito tal vez te aburran o no te gusten mucho, no soy del tipo fiestero que sabe los lugares que le gustan a las chicas

Dijo: – ah! ¿Eso crees? Yo le respondí: -sí, apuesto que te llevo a tres de mis lugares favoritos y no aguantas más de quince minutos, le dije mientras pensaba: vamos acepta mi propuesta.

Ella respondió: ¡ah sí! apuesto a que si puedo ir a tres de tus sitios favoritos y aguantar el aburrimiento. ¿Es un trato entonces?

-Le dije un poco ansioso: Esta bien, ve a esta dirección, condujo hasta donde le dije. Cuando llegamos la vi un poco asustada, se que estaba arrepentida de haber aceptado, pero bueno dije en mi mente: tratare de no dejar que se arrepienta; me miro y me dijo:-¿Es aquí?

Le dije: si, ya llegamos, bajemos del auto, confía en mí; me sonrió y se desmonto.

La lleve a un lugar donde solo vendían comida rápida, comida chatarra y todo lo que se le parezca. Cuando nos desmontamos pudimos percibir el olor de la comida, me dijo:-¿Que es ese olor?

Le dije: -Es el olor de lo que comeremos.

Dijo: -¿Es en serio? le respondí: se que no estás acostumbrada a la comida que yo estoy acostumbrado a comer, pero como pareces no ser de aquí quiero que pruebes una de nuestras delicias del país. Le compre mucha "fritura"; comió hasta no querer mas, cuando terminamos de cenar le dije:

-¿Y que te parece mi primer lugar favorito?

Me dijo: En honor a la verdad debo decir que me encanto, ¡gracias por mostrármelo! y gracias por todo.

Le dije: no me agradezca todavía, esto es apena una probadita de lo que viene; la mire y sonreí. Le dije: bueno, vámonos ya, ¡ah! y recuerda lo que comiste se queda ahí en tu estomago por favor, no lo saques de ahí, me miro y dijo:

¿De que hablas? Respondí: -vámonos y no preguntes.

Le di la próxima dirección y en seguida llegamos. La vi un poco sorprendida; me dijo:

-¿Es aquí?, las ferias me encantan. Bajamos, la vi muy contenta y en seguida supe que realmente le gusto el lugar.

Le dije: aquí mandas tu, haremos lo que quieras, pero solo te pido que no te niegues a subirte conmigo a mi juego favorito; pregunto: ¿Cuál es tu juego favorito?

Respondí: el suicidio eléctrico. Dijo: ¿cuál es ese? míralo ahí, respondí.

Dijo: no me da miedo.

La endulce y la endulce hasta que finalmente nos subimos; ya por fin habían encendido la máquina de juegos, comenzamos a subir para iniciar el juego (se trataba de un muñeco gigante sosteniendo una cadena con una jaula, en donde estábamos nosotros; la lanzaría por el aire haciéndola rotar por un buen tiempo en el aire) cuando el juego empezó la chica se puso mal, empezó a gritar que no se siente bien que sentía que iba a morir, hasta que se desmayo.

No supe que hacer, solo sabía que estaba muy asustado y que no dejaría por nada en el mundo que algo malo le pasara.

Sentí que comenzó a despertar, así que la mire y la agarre de las manos; empecé a susurrarle al oído: ¡vuelve, por favor! no te desmayes, concéntrate en mis ojos, quédate conmigo. Ella me miraba un poco ida, empecé a gritarles a los encargados de encender y apagar la maquina, pero era inútil, no me escuchaban por lo alto que estábamos. Sostuve su mano fuerte y le decía:

-Confía en mí, por mas mal que se vean las cosas, no dejare que te pase nada malo, te lo prometo. Al cabo de un momento reacciono.

Me dijo: ¿Me lo prometes, de verdad? Sonreí, le dije: te lo prometo, la maquina se detuvo porque se nos había agotado el tiempo.

Le dije: ¿ves? te dije que te cuidaría y que no dejaría que nada malo te pase.

Bajamos del juego. Un poco nervioso por todo lo que había pasado, pero a la vez tranquilo porque solo fue un susto y nada más.

Ella me dijo: estúpido.

Respondí: ¡jeje! conejita le dije. Sonrió y me dijo: todavía te falta un lugar por mostrarme.

Dije: ¡Ah, sí! Pues, vámonos. Me dijo con un tono un tanto irónico: pero, esta vez no trates de matarme, ¿Ok? Respondí: Esta bien, hare mi mayor esfuerzo.

Y la felicidad que !!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora