III

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Sintió sus suaves labios presionar contra los suyos, había anhelado por mucho tiempo ese momento. Pero sintió una punzada en el pecho, algo le decía que no la merecía, no era lo suficiente para ella.
La separó de él y con lágrimas en sus azulados ojos habló.

No te besaría porque lo más difícil sería dejarte” su voz se volvió temblorosa “alejate, por favor

Sean . . . ” intentó hablar, pero la interrumpió.

¡Vete! ¡Dejame!” gritó, derramando algunas lágrimas, mientras la empujaba intentando alejarla.

Cuando vio a sus ojos, oh, esos hermosos ojos, habían perdido su brillo y podía ver como su corazón se quebraba, pudo ver como un mar de lágrimas adornaban sus coloradas pero pálidas mejillas. Se sentía un monstruo. Ella salió corriendo, perdiéndose entre todas aquellas personas . . . Dejándolo solo tal y como había pedido.

La alarma le avisó que era momento de despertar, era un día frío y con lluvia. Uno de sus preferidos. Con cansancio salió de la cama y se dirigió al baño, donde se deshizo de su ropa para tomar una ducha.
Dejó que la caliente agua quemará su blanca piel, a la mayoría le molestaría aquella sensación pero él simplemente la amaba; amaba sentir como las gotas le lastimaban, pues, era lo único que le recordaba que aún estaba vivo: el dolor.

Tras terminar y haber cambiado su vestuario tomó su paraguas y salió de su habitación, tuvo que saludar o uno que otro de sus vecinos que salían en dirección a su trabajo. Cuando llegó a la planta baja, a la puerta, abrió aquel artefacto que le ayudaría a no mojarse y posiblemente agarrar un resfriado.

Su objetivo, ir a la cafetería. Sabía que era poco probable encontrarla, pero valdría la pena intentar, así que comenzó a andar, el aroma a mojado llenaba sus fosas nasales, no le desagradaba pero tampoco le fascinaba. Prefería el aroma de su habitación.

¡Vamos Jack! ¡Es divertido! ” Exclamó con diversión mientras saltaba en los pequeños charcos que la lluvia había dejado.

Era divertido . . .

Frente a él estaba la cafetería, dudaba entre entrar o no, pero decidió hacerlo.
Una mujer de entre los 40 y 50 años le saludo desde la registradora, Doris.
Supuso que sería de mala educación no acercarse a saludarla, después de todo la mujer llevaba varios años trabajando en el lugar y cada vez que el llegaba ella lo atendía como si fuera su propia casa.

¡Doris! –habló contento, acercándose a la vieja mujer.–

Jack, que gusto verte –respondió con notable felicidad.– se extrañaba verte por aquí.

Oh, lo siento –soltó una pequeña risa.– he estado un poco ocupado.

Es comprensible –dijo Doris.–

No es que quiera ser grosero pero –rascó la parte trasera de su cabeza, alborotando sus propios cabellos.– ¿No a visto a _____?

La mujer sólo lo miró, con una pequeña sonrisa que demostraba tristeza negó.

Oh, esta bien. Gracias Doris.

Dicho eso salió, la lluvia había parado, pero sólo sería por un rato. Cerca de la cafetería había un parque con un gran viejo árbol.

Adoró este árbol

¿A qué se debe eso?

En mi casa había uno parecidodijo con una sonrisa melancólicaPapá me ayudo a plantarlo” 

Juró haberla visto ahí, sentada, pero tan pronto como la vio desapareció ante sus ojos. Su mente jugaba nuevamente con él. Las pequeñas gotas comenzaban a mojarlo, pero estaba tan perdido y confundido que no se dio cuenta hasta que la lluvia había regresado por completo.

Tonto –le dijo, abriendo el paraguas.– ahora estarás resfriado –una pequeña sonrisa apareció en sus labios.–

Quiso decir algo pero en un un abrir y cerrar de ojos había vuelto a desaparecer, se estaba volviendo loco. Pero juraría que era ella, juraría haberla visto, sólo que de una manera demacrada; sus ojos sin aquel hermoso brillo y con unas grandes marcas negras adornandolos, y su piel más pálida de lo normal.

Estaba confundido. Volvía a sentirse como sí la gente lo mirará de una mala manera, las sombras no tardaron en aparecer. Cada una le repetía lo estúpido que era, y eso le dolía.
Corrió, corrió como si dependiera de ello y claro que lo hacía, al llegar a su apartamento cerró la puerta y como pudo comenzó a buscar sus pastillas.

Oh chico, ¿cuándo entenderás que no tienes salvación?

Sólo eres un estorbo.

Incluso hiciste que la persona que más querías se alejará.

Cayó al suelo, cubriendo sus oídos, sollozando. Cada una de esas voces tenían razón, no hacía nada más que alejar a los demás de él y ser una maldita carga. Las voces comenzaron a reírse de él, de nuevo.

No estarás sólo, jamás estarás sólo

¿No?

Siempre estaré contigo, Jack . . . Sólo, por favor, no te vayas

Cerró sus ojos lo más fuerte que podía, no quería recordar, no quería escucharlas una vez más, ¿por qué no podía tenerla a su lado y ser feliz?.

Quería encontrarla, cumplir su promesa e intentar de nuevo. Quería ser feliz con ella.

Quería intentar una vez más, tan siquiera una vez más . . .

Continuará . . .

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Hoy es 18, no tenía pensado actualizar, ya saben  . . . Daniel.

Espero que tengan un buen día y que mantengan el recuerdo de ese buen hombre que nos dejó muy rápido, y no lo culpo, la depresión es un tema muy grave.

Gracias por leer este capítulo, se les quiere.

Another.

Please, Don't Go [Jacksepticeye]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora