Capítulo 20: Adiós / No te vayas, por favor.

3.2K 224 15
                                    

Con lágrimas en los ojos, cerré la última maleta que había armado. Se me hacía injusto llevarme estás cosas. Después de todo, James me las había comprado cada una de ellas.

Sorbí de mi nariz un poco y salí de la recámara para ir a tocar la puerta de James.

Dí unos golpecitos en su puerta y él abrió sin ninguna expresión en el rostro, vestido con unos simples pants.

-Estoy lista -dije.

Ví como sus pectorales subían y bajaban pero él no decía nada.

-Román ya está enterado, que él te ayude a bajar las maletas.

-Hablando de eso, no creo que sea justo llevármelas. Tú me compraste todo eso, así que creo que deben quedarse...

-Llevatelas, son tuyas y a mí no me queda nada.

-Puedes donarla o dársela a Dayana.

-Como sea -espetó-. Román esta abajo ya. Buen viaje -me cerró la puerta en la cara y yo sentí como mi corazon se quebraba poco a poco.

De acuerdo, ahora estaba arrepentida. Estaba arrepentida de todo lo que le había dicho a James porque él se estaba portando muy bien conmigo. Éramos novios, y yo lo quiero mucho.

Debí entender que es obvio que sienta algo por la mujer con la que iba a compartir su vida y luego la vió en la cama de la que iba a ser su casa con su mejor amigo. Yo tampoco la olvidaría, para ser sinceros.

Pero él no había echo nada para detenerme. Y sí, sé que me estoy viendo como la persona mas estúpida del mundo pero muy dentro de mí sabía que todo esté teatrito lo estaba haciendo para que James me dijera que no me fuera, pero, no fue así.

Bajé sin despedirme de nadie y me subí al carro con Román, quién sólo me miró cabizbajo y me llevó sin decir nada.

Sí, no me había llevado ni una maleta, mejor dejé todo ahí. No me sentía cómoda.

Me recargue en la ventana y observé la casa de James por última vez, sin poder evitar que una gota saliera de mi ojo.

Narra James

No podía dejar de mirar por la ventana como el carro se alejaba con velocidad. Golpeé la pared molesto conmigo mismo y con todos, y todo.

Salí de mi recámara y entré a la que era de ella. Ya no había nada fuera, sólo las maletas sobre la cama.
Lo había hecho, había dejado sus cosas aquí.

Suspiró y no pude evitar el llanto. Me sentía pésimo.

Amanda entró.

-¿Qué pasa, James? ¿por qué estás así? -se notaba preocupada. Hacía mucho tiempo que no me miraba llorar.

-Se fue, nana -pude articular.

Me abrazó fuerte.

-No la dejes ir, James. Ve por ella.

Me puse en pie rápidamente y corrí a mi cuarto para ponerme un suéter y mis tenis. Bajé corriendo y tomé las llaves de la camioneta.

Hablé al aeropuerto para avisar si no dejaran salir mi avión y así todo fuera más fácil si es que no alcanzaba a llegar tan pronto como ellos.

Nunca antes había salido tan... Mal a la calle. Y me refiero a vestido, me veía como un vagabundo.

Ya estaba por llegar al aeropuerto, el camino fue algo lento pero pude llegar.

Me bajé rápido del la camioneta y entré en el aeropuerto.
A toda la gente que se me atravesaba le decía "con permiso".
Después de como diez minutos de estar pérdido entre la multitud, logré salir a los campos de aterrizaje.

-Señor, no puede estar aquí... -insistió un hombre más alto que yo, vestido de negro totalmente.

-Mi jet está aparcado y necesito en verdad ir hacia él...

-No puede, es muy peligroso, necesita ser transportado especialmente.

Fastidiado por sus estúpidas órdenes, lo esquivé y al fin llegué a los pies de mi avión, donde estaban Román, _________ y mi chófer discutiendo.

Ella me daba la espalda, así que no me vio cuando llegué y escuché su plática.

-Es que no entiende... James me dijo que viniera y usted me llevaría de vuelta a California...

-El señor Maslow prohibió la salida de su jet -le explicó él.

-No puede ser -dijo ella.

-Lo lamento -hablé yo-. Pero no puedo dejar que te vayas...

Ella se giró sorprendida. Les pedí a mis empleados que nos dejaran a solas y obedecieron.

-James, ¿qué haces aquí?

-Ya te lo dije, no puedo dejar que te vayas... No quiero que te vayas -suspiré-. Admito que fue un error como te retuve conmigo y sí, comprarte no fue la mejor opción pero en ese tiempo yo estaba mal, estaba dolido con todo -le expliqué sin dejarla hablar-. Mírame -me señalé a mi mismo-, estoy vestido como nunca antes había salido a la calle, casi te estoy rogando que no me dejes y... Quiero que te quedes conmigo, por favor... -tomé sus manos y las acaricié-. Vamos a luchar por tus propiedades, por tu dinero, pero juntos. Yo te ayudaré a recuperar tus cosas y si quieres estudiar te puedo meter en una escuela, tú solo dime cuál y estará hecho. No quieres vivir una vida de casados, bien, así será pero... No me dejes por favor... Tú, me lo prometiste...

Ella suspiró y sonrió.

-Disculpame, James. No quiero dejarte, te quiero y lamento haber dicho todo lo que dije pero es que, me puse mal, estaba celosa... Yo... No quería sufrir más...

La abracé.

-Te juro que te quiero mucho... No tienes porque estar celosa, ya ni siquiera veré a Madalaine para estar más conforme, ¿okay? -sentía como respiraba en mi hecho. Besé su frente-. Vamos a casa, que debemos ir a desempacar tus cosas.

Sonrió y tomó mi mano para después salir y volver a casa...

Mi propiedad. |James Maslow|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora