Capítulo 23: Promesa.

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Diciembre 13, 08:15 a.m.

-Es hora que despiertes -escuché de lejos una voz muy agradable.

Abrí los ojos y los tallé con mis manos, ya que no podía ver más que cosas borrosas.

James estaba sentado a la orilla de la cama, con un pastel hecho en casa al parecer y una rosa roja a su lado.
Su sonrisa era enorme, estaba recién despierto él también.

Me senté y sonreí para después abrazarlo.

-Feliz cumpleaños, ________. En verdad espero que éste sea el primero de muchos aniversarios que estemos para celebrarlos juntos. Te quiero mucho.

-Muchísimas gracias, en verdad que es un gran detalle -sonreí-. También te quiero mucho, James.

-Dale mordida al pastel -dijo-. Prometo no aventarte -sonrió.

Rápidamente le dí una pequeña mordida al pastel y me entregó también la rosa.

-Ahora debo bañarme para ir al trabajo, pero en la noche saldremos. Así que ponte muy linda, aún más -se sonrojó.

Después de eso, tomó una ducha y desayunamos juntos, para irse a trabajar.

Habían pasado aproximadamente dos meses desde la muerte de Amanda. Había sido difícil para él, y en realidad para todos, pero son cosas que pasan y la vida no se detiene por eso.

Ya estaba yendo a la escuela donde habíamos pedido informes meses atrás. Ya tenía amigos y en verdad me llevaba muy bien con la mayoría del Instituto.
James aún no estaba muy convencido, pero me dejaba porque no tenía opción.

Justo ahora voy en camino allá, Maslow insistía en llevarme pero no quiero que piensen que me tiene protegida como perro guardián.

Llegué y fuí a mi casillero por mi mis cosas, después entré al salón, y mis compañeros-amigos ya me esperaban con regalos y abrazos por doquier.

-Feliz cumple -dijo Alan. Un chico que desde que llegué me ha mostrado su amabilidad. Es buena persona. James dice que quiere algo conmigo, aunque yo no lo sé, él no me lo ha dicho. Y si fuera así, es un halago, pero yo ahora estoy con James-. Te traje esto, espero te guste -me entregó una cajita con un collar dentro.

Le sonreí -Muchas gracias -tomé la caja-. No tenías que hacerlo, de verdad.

-Pero quise hacerlo -no dejaba de sonreír, el profesor llegó y todos se fueron a sus lugares.

Eso de convivir con otras personas siempre se me había dado, por eso era raro que yo no tuviera amigos. Y también por eso me sentía terrible encerrada en casa, porque siempre había convivido con muchas personas.

El día pasó, y Román pasó por mi. Fui a casa y todo lo restante de la tarde estuve viendo que usar para la sorpresa de James.

Al fin me decidí por un vestido simple pero formal negro de encaje, con zapatos altos.

Me bañé y me hice caireles no tan definidos mi perfectos, luego me maquillé leve y me puse la ropa

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Me bañé y me hice caireles no tan definidos mi perfectos, luego me maquillé leve y me puse la ropa.

-_______ -tocó un par de veces mi puerta y después entró-. Ya llegué.

Me puse en pie y caminé hacia él.

-... Te vez muy... Bonita -sonrió.

-Gracias, eso intentaba.

-Pues lo lograste. Es hora de irnos, la sorpresa espera.

Bajamos y entramos a su coche. Él manejó y llegamos a un restaurante algo lujoso. James le dió las llaves de su auto al chico del Vallet parking.

Entramos, y pedimos la cena.

-¿Te gusta el lugar? -preguntó.

-Si, es muy lindo, pero James, nunca me ha gustado tanto lujo... Cualquier cosa hubiera estado bien -sonreí.

-Te lo mereces, es todo -acomodó su camisa que salía del saco-. ________, ahora que has cumplido la mayoría de edad... ¿Piensas irte?

Lo miré. Sus ojos estaban oscuros.

-No, James -respondí-. Te quiero, ¿de acuerdo?

-De acuerdo -suspiró aliviado.

Era verdad, yo le había dicho que en cuanto cumpliera la mayoría de edad iba irme para pelear contra mi tío, pero de verdad quería a James, y por más que extrañara todo allá, estaba bien aquí, por ahora así era.

Cenamos, y después de eso, James me obligó a cerrar los ojos.

-Ya -dijo-. Ábrelos.

En sus manos tenía un lindo anillo de corona, que días antes habíamos visto en una joyería y había llamado mi atención por completo. Él lo notó, y ahora aquí estaba frente a mí...

 Él lo notó, y ahora aquí estaba frente a mí

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-Mira... Este anillo, representa nuestra relación. Es una promesa, por eso te pregunté antes de la cena si querías irte... Te quiero, _________, de verdad que te quiero, y éste anillo es algo simbólico para mi, ¿sabes?. Mientras lo uses, entonces sabré que me quieres. No te estoy pidiendo que seas mi esposa, no, aún no, pero... Es especial, porque mientras lo tengas en tu dedo, sabré que soy yo al único que quieres... -lo sacó de su cajita-. ¿Aceptas?

No sé en qué momento pero ya sentía mis ojos húmedos. James nunca fue tan duro como aparentó ser.

Asentí con la cabeza y él sonriendo puso el anillo en mi dedo anular.

Después de todo, aquel chico gruñón que me había comprado tenía corazón.

-Te prometo que nunca me lo quitaré -lo miré ya puesto en mi dedo. Estaba tan hermoso. Con un diamante en cada punta. No recuerdo haber visto el precio, y tampoco quería saberlo.

-Entonces es una promesa -levantó una ceja, con una sonrisa en sus labios.

-Promesa -respondí también riendo. Era lindo verlo en una faceta muy muy muy diferente a la que lo había conocido.

Mi propiedad. |James Maslow|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora