28. |MARATÓN| "Moriré por ti" 3/3

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«En todo caso, sólo había un culpable, y esa era yo»

Capítulo 28: Moriré por ti 3/3.

Te odio tanto — dije a duras penas. Mi garganta se sentía demasiado rasposa y seca como para respirar con normalidad y mis ojos se habían quedado sin lágrimas que derramar. Me había dado cuenta que todo el tiempo que permanecí intentando hacer que las personas no me hicieran daño no había servido de nada, que yo me había vuelto nada.

El hombre que había arruinado mi vida yacía frente a mí sin quitarme un ojo de encima, como si pensara que podría escaparme. Estaba tan indefensa y débil que dudaba mucho mi capacidad para volver a levantarme de esta silla. Era imposible considerar salir de pie de esto. Mis esperanzas se estaban reduciendo a cero y ya no me quedaba mucho tiempo.

Segundos después reapareció Will luego de lo que parecieron ser horas de estar en no se donde, sólo que a diferencia de antes, su aspecto ahora era terrorífico. Su rostro y manos estaban salpicadas con algo que parecía ser sangre, y realmente sentí mi sangre volverse pesada haciendo que mi corazón forzara todos sus límites, realmente estaba considerando que iba a morir de un infarto. Will notó mi mirada sobre él y se echó una mirada por las manos para segundos después levantarla con un gesto de indiferencia mientras empezaba a limpiárselas de su chaqueta.

Él murmuró algunas cosas con Thomas que no entendí por la distancia que nos separaban. Lo único que logré escuché claramente decir de la boca de Will fue "El cebo está listo", y quería creer, realmente quería creerme que no era de Kellan de quien hablaban. Yo hacía esfuerzos masivos por escuchar lo que decían pero era imposible. Sus bocas pararon de moverse en el justo instante que ambos me echaron una mirada seguido de asentir y zanjar la conversación, cada uno adoptando un camino. Will hacia mí y Thomas hacia el lugar de donde sea que había salido Will.

Vamos, muñeca, hay algo que debes ver — dijo Will sonriendo de la misma forma que llevaba haciendo desde que llegué a este maldito lugar, empezando a desatar mis piernas de la silla.

— ¿Qué estás haciendo? — pregunté claramente confundida al ver que soltaba completamente el nudo de mis piernas para seguir con mis manos.

Es una sorpresa, sé que te encantan las sorpresas, muñeca, aún no lo olvido — me guiñó uno de sus azules ojos no sin antes poner esa sonrisa inocente que antes encontraba bastante adorable, ahora sólo parecía una mueca en su espantosa cara. O así quería creerlo. No dije nada, porque no quería tentarlo a que me obligara a hacer algo que pudiera poner en riesgo la vida de mi hija, y sabía que estaba siendo demasiado hipócrita sólo pensando esas cosas, cuando en primer lugar fui yo quien aceptó entrar en esta locura. La culpa fue toda mía por ser tan idiota y aún no podía terminar de creerme lo impulsiva que fui. Antepuse el miedo a la seguridad, poniendo en riesgo lo único bueno que tenía. Y, si mi Kellan o mucho peor mi bebé terminaban heridos por mi enorme acto de torpeza juro que no sería capaz de seguir viviendo.

No podría cargar con ello.

Una vez mis brazos y piernas fueron desatados. Estiré mis articulaciones para intentar devolver la circulación sanguínea por todos los tejido encogidos, que por el tiempo que llevaba allí sin poder moverme se habían adormecido de tal forma que no podía sentía ni los dedos de mis pies.

— ¿Puedes levantarte? — por una milésima de segundo logré distinguir la preocupación en su tono de voz, y realmente consideré la posibilidad de que el hombre que había conocido aún seguía allí, muy en el fondo de él. Asentí aún sabiendo que era una mentira, pero no iba a permitir que me tocara jamás en lo que me queda de vida.

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