18. Una caja

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Capítulo 18: Una caja.

Resoplé una vez más, mientras intentaba por cuarta vez quitarme el vestido que traía puesto, luego de intentar varias veces más terminé rindiéndome a la posibilidad de poder liberarme de el. Me senté al pie de la cama pensando en que la única forma de quitármelo era si Kellan me ayudaba, y era algo que no pensaba pedirle. No después de lo que dijo. Él intentó disculparse pero no volví a dirigirle la palabra. Era un idiota.

— ¿Estas molesta?

Levanté la mirada al escuchar su voz, dirigiéndola hasta donde se encontraba de pie con una taza en sus manos, una camiseta en su hombro y un gesto de culpa en su rostro.

No voy a caer tan fácilmente.

Si lo estoy, y lo estoy más porque no puedo quitarme este maldito vestido — rezongué señalando el vestido que estaba comenzando a odiar.

Te puedo ayudar si quieres — sugirió en casi un susurro.

No quería aceptar su propuesta, pero tampoco quería negarme. Entonces mis opciones se redujeron a, uno: si decía que no, se iría y yo tendría que dormir con el vestido puesto. Y, dos: decirle que sí y dejar de actuar como una infantil. Además, ¿que iba a ocultarle? Ya me había visto desnuda.

Por favor. — me puse de pie colocándome de espaldas a él.

— ¿Dónde está el cierre? — preguntó a mis espaldas luego de varios segundos.

No tiene — dije rápidamente, lanzándole una mirada lasciva.

El colocó sus manos en el dobladillo del vestido y lo subió por mis piernas erizándome toda la piel en el acto. Eleve mis brazos para facilitarle la tarea y lo terminó sacando por mi cabeza más rápido de lo que tarde en intentar salir de el.

Y básicamente estaba de espaldas a él, en ropa interior no muy cubriente tratando de no morir de vergüenza con este momento. Pensé que sería menos incómodo por el hecho de que ya me haya visto con menos ropa de la que traigo puesta, pero no era así. Sentía tanta vergüenza, que realmente me arrepentía de haberle dicho que si.

Me giré cubriendo mis pechos con mis brazos y lo descubrí mirando mi trasero para luego correr su mirada a mis ojos en un rápido movimiento. Entrecerré los ojos hacia él. Todos los hombres son iguales, ven un trasero y enloquecen.

Gracias — murmuré y tomé la camiseta que traía sobre el hombro para cubrir mi cuerpo semi desnudo. La camiseta era larga así que cubría todo hasta un poco más arriba de la mitad del muslo y mantenía los ojos de Kellan lejos de mi cuerpo.

¿Qué es? — pregunté refiriéndome a la taza que yacía sobre la cómoda.

Es té de manzanilla, para ti — aclaró.

— ¿Estas seguro de...?

— Es sólo para que te relajes, no tendrá ningún efecto secundario en ti — respondió como si leyera mi mente. Tomé la taza entre mis manos y bebí un sorbo, sabía muy bien.

Gracias, es muy dulce — sonreí para acercarme a besar su mejilla. — Buenas noches — susurré en su oído.

Al verlo así tan arrepentido mi enojo se pasaba a segundo plano, era tan adorable. Llámenme bipolar o quizá masoquista pero ya no estaba molesta con él. Además, acababa de darme cuenta de que me enojé por algo tan relevante y estúpido que no merecía la pena perder mi tiempo en ello.

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